
“Catalina” es una mujer de 46 años que decidió abortar. Hoy, casi dos décadas después de tomar esta decisión, se pregunta si hizo lo correcto.
“Catalina”, como la llamaremos en esta entrevista, es una mujer de 48 años, profesional, divorciada, que a los 29 años decidió abortar. Casi 20 años después de tomar esta decisión, se pregunta si hizo lo correcto. Su relato, lejos de enjuiciarla, nos hace meditar acerca del aborto, una acción que muchos consideran un asesinato, y por consiguiente un delito, y otros un derecho de las mujeres.
“Tenía 29 años cuando me enteré que por tercera vez estaba embarazada. Mi esposo era un agresor. Tenía problemas de alcohol y cuando llegaba borracho me pegaba. Yo había empezado a concluir mi bachiller universitario, que dejé a un lado cuando me embaracé por segunda vez”, comenta Catalina con voz firme.
El día que se enteró de su embarazo llamó a una amiga de la infancia, que siempre estuvo conocimiento de su situación conyugal, y se lo comentó. Ella inmediatamente le preguntó si lo tendría. “No me imaginé contestar alguna vez esa pregunta porque crecí y me eduqué en un hogar católico. Nunca había sido una opción hasta que me hicieron esa pregunta. Titubeé. Hubo un breve silencio. Respondí no quiero tenerlo. No ahora”.
Relata Catalina que la amiga le dijo que lo pensara y que si de verdad estaba segura de no tener al bebé, ella la acompañaría a detener el embarazo. “No mencionó la palabra aborto; me dijo detener el embarazo. Eso lo recuerdo muy bien”.
Tres días después, una vez de repensada la situación y con el rostro hinchado tras recibir un puñetazo de su esposo, se reúne con su amiga para informarle que se haría el aborto. No conocía de ningún médico en Costa Rica que lo realizara e ir a un lugar clandestino no era una opción.
“Mi amiga y yo buscamos información de la realización de este tipo de procedimiento fuera del país y decidimos ir a Florida. Ella se dedicaba a traer ropa y accesorios de Miami para vender acá y yo tenía mi visa vigente a los Estados Unidos porque mi padre trabajó durante muchos años en ese país. Llamamos a otra amiga que vivía en Tampa y ella nos buscó varias clínicas. Compré el boleto y a la semana siguiente, bajo el argumento de que iba a meterme en el negocio de mi amiga para ayudar con los gastos de la casa, me fui. Mis dos hijos quedaron con mi mamá, que no sabía y nunca supo lo que pasó”, sostiene Catalina.
Dos décadas después de que Catalina interrumpió el embarazo, comenta que esta consciente que cometió un pecado y le ha perdido perdón a Dios por ello, pero considera que fue la decisión correcta.
“Siempre mantendré en mi mente las enseñanzas de mis padres. El amor al prójimo, el respeto por la vida y el debate de lo que es moral, lo religioso y lo correcto ante la fe católica. No tengo la menor duda de que cometí un pecado si es que me apego a la religión, pero este acto no me hace una mala persona. Soy una buena mujer, una buena ciudadana y he sido una buena madre para mis hijos. No me arrepiento de lo que hice”.
Catalina concluye la entrevista dejando el siguiente mensaje a mujeres que han atravesado o atraviesan por una situación similar a la de ella:
“Somos dueñas de nuestros pensamientos, de nuestro cuerpo y de nuestras acciones, por lo tanto, las decisiones que tomemos impactarán nuestras vidas para siempre. Si quieres un hijo, lucha por traerlo al mundo, por protegerlo y darle la mejor calidad de vida que puedas. Si al contrario, decides que no es el momento para tenerlo, haz lo que te dicte la conciencia porque solo tú lo llevarás en el vientre durante nueve meses y serás la responsable por siempre y para siempre de su vida”.