La gratificación aplazada no es un rechazo de la gratificación en absoluto, por el contrario, es la búsqueda deliberada de la mayor satisfacción posible y conlleva a una sana salud mental
La pureza sexual no es el camino de menos placer (cómo comúnmente se asume), es el camino de la gratificación aplazada. ¿Qué es la gratificación aplazada? Es, en muchos sentidos, lo que nos distingue de los simios, por ejemplo: es la habilidad cognitiva de renunciar el disfrute de un placer menor inmediato, con la mira de disfrutar un placer futuro mucho mayor. Aquí un par de ejemplos:
– El joven egresado de la secundaria renuncia al disfrute de un salario inmediato pero pequeño en un trabajo poco calificado, invirtiendo años de su juventud en estudios formales sin remuneración financiera con miras de disfrutar de un futuro salario mucho mayor en una ocupación profesionalizada.
– El empleado decide tener el 15% de su salario apartado en un fondo de jubilación, dinero que no podrá usar por muchos años, con la esperanza de que cuando se jubile tenga suficiente dinero para disfrutar su vejez sin tener la presión de trabajar.
– La joven, que aspira a ser una gran pianista, renuncia a horas de recreo y, en cambio, las dedica a ejercicios extenuantes y tediosos, para que, con el tiempo, pueda tocar entre los mejores ante grandes audiencias.
Como pueden ver, entonces, la gratificación aplazada no es un rechazo de la gratificación en absoluto, por el contrario, es la búsqueda deliberada de la mayor satisfacción posible y conlleva a una sana salud mental. Y así es con la sexualidad: a diferencia de los animales, que son esclavos de sus pasiones e instintos, resistes deliberadamente la tentación de satisfacer cada impulso y capricho sexual, con la esperanza de que un día conocerás a esa persona digna que te amará y amarás y entre los dos, compartirán algo especial: una melodía exclusiva de amor, pasión y completa entrega en los lazos del matrimonio. Será una melodía que solo ustedes dos conocerán, y unidos, encontrarán placer sin fin el uno con el otro.
La promiscuidad, entonces, es la antítesis de la verdadera gratificación y daña las emociones provocando severas disfunciones mentales: entorpece la mente y destruye el control deliberado de las facultades mentales sobre el cuerpo, seduciendo a la gente desde una edad temprana que el camino a la satisfacción es una vida sin restricción. Esto, por supuesto, como una neurona sobreexcitada, conduce a la desensibilización: cuanto más y más satisfaces tus fetiches sexuales, menos y menos placer obtienes de ellos. Te vuelves esclavo de tus pasiones y, lo que es peor, no obtendrás ningún disfrute verdadero y duradero de ellas.
Estamos viviendo en esos tiempos de alabada promiscuidad y dónde reina una cultura de gratificación inmediata en especial en las redes sociales: y podemos ver los efectos corrosivos que está teniendo en todas las esferas de la vida, desde las políticas públicas hasta las estructuras familiares en los hogares. Hoy más que nunca, nuestros hijos y adultos necesitan saber que la gratificación aplazada es el mejor camino a mayores y mejores placeres en esta vida.
Foto: Yan Krukau