
La educadora, feminista y dirigente magisterial Sara Sotillo, nació en 1900 en el norteño departamento colombiano de Panamá, tres años antes de que ese territorio se convirtiera en país, y catorce antes de la inauguración del canal interoceánico recién construido en la nueva república latinoamericana.
Sara comenzó, a la edad de 19 años, a desempeñarse como docente, y su activismo en defensa de los derechos de las mujeres tuvo inicio tres años después, cuando junto a otras cuatro dirigentes, participó en la fundación, en 1922, de la Asociación Feminista de Panamá –la primera organización de su tipo en el país-.
Los objetivos sobre los cuales se basó la agrupación incluyeron, entre otros componentes, la promoción de la equidad de género –lo mismo en derechos que en responsabilidades-, la independencia económica de las mujeres, la difusión de la cultura en la población femenina.
Al año siguiente, Sara fue delegada de la asociación en el Primer Congreso Feminista, entorno en el cual fueron fundados el Partido Nacional Feminista y la Escuela de Cultura Femenina, la que comenzó a operar en 1924.
La promotora de los derechos de las mujeres fue segunda vicepresidenta de la primera Junta Directiva del partido, posición que fortaleció su activismo en ese campo.
La población meta de la institución educativa fue la integrada por mujeres mayores de 16 años, quienes tenían acceso gratuito a los programas ofrecidos por un equipo de educadoras dirigido por Sara.
La lucha por la igualdad de género registró un hito cuando el partido presentó, en 1925, a la Asamblea Legislativa –el parlamento unicameral panameño que, fundado en 1906, luego se convirtió en Asamblea Nacional-, una propuesta que planteaba el reconocimiento de derechos políticos y sociales de las mujeres, y que se constituyó en insumo básico para la aprobación de legislación en ese sentido.
El activismo feminista de Sara se combinó con el activismo gremial, el otro componente de su sensibilidad social de la dirigente panameña.
En el contexto de la intensa actividad política que tuvo lugar particularmente en 1931, el Partido Nacional Feminista presentó, al organismo legislativo, una serie de propuestas de ley para que reconociera el voto femenino y al emisión de documento de identidad para las mujeres, entre otros objetivos.
De ese modo, la incidencia política y social de la agrupación –lo mismo que del movimiento feminista panameño en general- fue consolidándose, contexto en el cual la agrupación fundó, en 1938, la revista Nosotras.
Pero la creciente popularidad del feminismo alarmó al derechista presidente panameño (1936-1939) Juan Demóstenes Arosemena, quien procuró, infructuosamente, eliminar al movimiento, aplicando medidas persecutorias que incluyeron la destitución de varias educadoras –incluida Carmen Sotillo, por ser hermana de Sara-.
Ante la represión de la que el magisterio fue objeto, Sara promovió acciones gremiales en apoyo a los educadores, lo que incluyó el reclamo por el pago de salarios atrasados, resultando, en 1941, en el desembolso del caso y, además, en el primer aumento de sueldo en el sector.
Entre otras acciones de naturaleza sindical, tuvo participación decisiva en las gestiones, desarrolladas en 1949, que condujeron a la construcción de la Barriada Miraflores, el primer complejo habitacional para docentes erigido en Centroamérica.
Pero su intenso activismo feminista y gremial le generó enemistad en algunos sectores gubernamentales, lo que se tradujo en trabas cuando decidió jubilarse, razón por la cual la implementación de su pensión registró una demora de aproximadamente dos años.
De modo que, en lugar de los 28 años requeridos para acceder a la jubilación magisterial – que se cumplieron en 1947 – , Sara –fallecida en 1961 – debió cumplir casi tres décadas de servicio profesional.