
Las fuerzas policiales, a nivel mundial, requieren cambios internos con enfoque de género, lo que incluye contar con agentes femeninas capacitadas profesionalmente para atender y apoyar a mujeres y niñas, en opinión de expertas internacionales.
Es necesario eliminar barreras y hacer que, al denunciar actos de violencia de género, las víctimas reciban trato respetuoso y digno, aseguraron, al participar en una mesa redonda virtual que, llevada a cabo el 21 de mayo, fue organizada por la Entidad de las Naciones Unidas para Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres).
En el encuentro, realizado conjuntamente con la International Association of Women Police (Asociación Internacional de Mujeres Policías, Iawp) y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), participaron tomadores mundiales y regionales de decisiones, así como influencers de la comunidad policial, indicó ONU Mujeres, en una nota informativa que difundió, cuatro días después, en su sitio en Internet.
El propósito consistió en abordar maneras idóneas para implementar el “Manual sobre Servicios Policiales con Enfoque de Género para Mujeres y Niñas Sometidas a Violencia” (“Handbook on Gender-Responsive Police Services for Women and Girls Subject to Violence”), lanzado, al inicio de este año, por las tres entidades, precisó.
“Si es que vamos a ver un cambio real, para mujeres y niñas, tenemos que resolver los muchos obstáculos institucionales y estructurales, los sistemas patriarcales, y los estereotipos alrededor del género, que existen en instituciones de seguridad, policiales, y judiciales”, planteó la presidenta ejecutiva de ONU Mujeres, la sudafricana Phumzile Mlambo-Ngcuka.
“Agentes profesionalmente capacitadas y equipadas, también pueden desempeñar un papel vital en la remoción de los obstáculos que mujeres y niñas enfrentan al navegar por complejos sistemas de justicia penal”, aseguró la funcionaria, una ex vicepresidenta (2005-2008) de Sudáfrica.
“Sabemos que, cuando agentes femeninas son más visibles, es más factible que las mujeres y las niñas en la comunidad crean que sus preocupaciones son escuchadas y seriamente atendidas”, indicó, a continuación.
En coincidencia con ese planteamiento, la directora de la División de Operaciones de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), la japonesa Miwa Kato, expresó que la respuesta oficial adecuada resulta clave, en cuanto a proteger denunciantes femeninas de actos de agresión machista.
Ello implica, entre otros componentes, que las víctimas sientan que el trato que reciben es el adecuado, señaló.
“Sabemos, por nuestra larga experiencia en materia de apoyo a instituciones policiales, a nivel mundial, que las respuestas policiales con cruciales, no solamente para proteger, a mujeres y niñas, de la violencia sino, también, para incrementar la confianza en que los casos denunciados serán considerados seriamente, y las sobrevivientes (serán) tratadas con respeto y dignidad”, dijo.
“Es imperativo que las respuestas policiales a la violencia contra mujeres y niñas sean llevadas a cabo con la debida diligencia, además de que no deben causar daño adicional, ni victimización secundaria, a las sobrevivientes”, advirtió Kato.
Por su parte, la presidenta de la Iawp, la estadounidense Deborah Friedl, subrayó, como esencial, el hecho de que sea posible consolidar una constructiva relación entre las fuerzas policiales y las poblaciones en cuyo entorno operan.
“Hace tiempo, se considera que el mantenimiento del orden es un componente vital, en la construcción de confianza con las comunidades a las cuales se sirve”, subjefa de la policía de Lowell, ciudad ubicada en el nororiental estado de Massachusetts.
“Este principio se aplica a todos los países, y nunca tanto como en estos tiempos difíciles, cuando hemos visto afectada la confianza en las fuerzas policiales”, expresó.
La oficial hizo, así, alusión a la pandemia mundial del nuevo coronavirus, emergencia sanitaria que ha golpeado a la población femenina, entre otros aspectos -y destacadamente-, en materia de seguridad.
Ello, debido a que medidas gubernamentales para contener el virus -que incluyen aislamiento social-, obligan a víctimas de agresión machista -o en riesgo de serlo-, tanto adultas como menores de edad, a convivir, 24/7, con los agresores.
“La respuesta con enfoque de género, en el mantenimiento del orden, también requiere que las políticas y la cultura reflejen sensibilidad e inclusión de género”, reflexionó.
El manual que, elaborado por expertos, principalmente indica cómo atender los casos de violencia de género, está, desde el 28 de enero, a disposición de las fuerzas de policía, a nivel global.
Lanzado ese día -por ONU Mujeres, Iawp, y Unodc-, la idea base del documento, consiste en generar confianza comunidad-policía, según se informó oficialmente entonces.
En la Introducción, incluida en el primero de sus 15 capítulos contenidos en 529 páginas, el instructivo, plantea que “hace tiempo que la violencia contra mujeres y niñas (Vcmn) es un problema universal de derechos humanos, que se expande, enraizado en desiguales relaciones de poder, desigualdades estructurales, y discriminación”.
“Se estima que poco más de una de cada tres mujeres, a nivel mundial -35 por ciento-, experimenta violencia física o sexual, mayoritariamente perpetrada por una pareja íntima, y esta estadística no incluye hostigamiento sexual”, señala, a continuación.
“Otras formas de Vcmn incluyen asesinatos relacionados con género -también mencionados como ‘femicidio’-, violencia por alguien que no es pareja sexual, tráfico para propósitos de explotación sexual y otras formas de trabajo forzado, mutilación genital femenina/cortes y otras prácticas dañinas tales como matrimonio infantil, temprano, y forzado, y los llamados ‘ajusticiamientos de honor’”, precisa.
“Existe evidencia de que una gama de factores y condiciones individuales, comunitarios, y sociales están asociados a un más alto riesgo de experimentar o perpetrar Vcmn, según lo indicado en el manual.
“Esto, incluye creencias y normas individuales y colectivas en torno a la masculinidad y la feminidad, y a desiguales y rígidos papeles de género, en espacios públicos y privados, que dan, a los hombres, más poder sobre diferentes aspectos de la vida”, se expresa.
También se explica que “otros factores de riesgo pueden incluir aceptación social de la violencia doméstica, inseguridad económica, dañino uso de alcohol y otras sustancias, falta de acceso a servicios esenciales y de calidad para sobrevivientes, y políticas y marcos legales discriminatorios según género enraizados en normas patriarcales”.
Igualmente, se advierte que “también hay fuerte evidencia de que la exposición a violencia y normas perjudiciales de género, en la infancia y en la adolescencia, aumenta la posibilidad de perpetrar o experimentar violencia, más adelante en la vida”.