Transcurridos seis meses desde el inicio de la pandemia mundial del nuevo coronavirus, la violencia de género continúa disparándose, como consecuencia del fuerte impacto que la emergencia sanitaria ha tenido en las economías nacionales, lo mismo que de algunas medidas adoptadas por la mayoría de los gobiernos para tratar de contener el contagio masivo.

Ello ocurre desde que fue declarada, en marzo, la emergencia sanitaria global por el virus causante de la Enfermedad Coronavirus 2019 (Coronavirus Disease 2019, Covid-19), agregó, en una nota informativa, la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres).

“La violencia contra las mujeres y las niñas se aceleró alarmantemente a medida que la COVID-19 se propagó y ,los gobiernos introdujeron medidas de cierre para contenerla”, indicó.

“Esta fue la evaluación inicial del Fondo Fiduciario de la ONU para Eliminar la Violencia contra la Mujer (Fondo Fiduciario de la ONU), basada sobre la respuesta de 144 organizaciones de sociedad civil (OSC) que operan en 69 países y territorios a nivel mundial”, cuando comenzaba la emergencia, señaló ONU Mujeres.

“Seis meses después de iniciada la crisis, la segunda evaluación del Fondo Fiduciario de la ONU muestra que la constante inseguridad económica y las restricciones de movilización siguen impulsando la violencia contra mujeres y niñas”, agregó.

“También destaca la urgente necesidad de dar recursos a los servicios de apoyo a las sobrevivientes de violencia proporcionados por las OSC y las organizaciones de derechos de las mujeres (ODM) que están en la primera línea de respuesta comunitaria”, planteó.

“Mujeres y niñas están denunciado niveles más altos de violencia sexual, como la forma predominante de violencia durante la prolongada crisis”, informó, además.

“El hostigamiento en línea y tradicionales prácticas perjudiciales están en alza en algunas comunidades”, mientras “pérdidas económicas están exponiendo a mujeres y niñas a extremas formas de violencia, tales como sexo por supervivencia, matrimonios infantiles, y mutilación genital femenina”, advirtió.

Por otra parte, mujeres y niñas en comunidades marginadas -tales como habitantes en zonas rurales, y en condición de migrantes- figuran entre las más afectadas, a causa de que carecen de acceso lo mismo a información que a servicios de apoyo, en el marco de la pandemia, según lo indicado en la nota informativa.

Entre las siete recomendaciones incluidas en la evaluación de seis capítulos contenidos en doce páginas, el fondo fiduciario de Naciones Unidas detalló los componentes que debe incluir la respuesta mundial ante el aumento en la violencia de género en el marco de la pandemia.

Entre otros aspectos, debe “reconocer a las OSC y a las ODM como grupos de primera respuesta y proveedores de servicios esenciales, y darles el apoyo que necesitan”, señaló.

Además, tiene que “reconocer el papel del empoderamiento económico de las mujeres en la recuperación global y la prevención de la violencia contra mujeres y niñas”, indicó.

Asimismo, “incluir a las OSC y a las ODM en los planes nacionales de respuesta a la COVID-19, y apoyar a los movimientos de mujeres”.

Respecto a estas agrupaciones, en la evaluación titulada “COVID-19 Y EL IMPACTO EN ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL (OSC) QUE TRABAJAN OPARA TERMNINAR LA VIILENCIA CONTRA MUJERES Y NIÑAS”, el fondo señaló que la pandemia las ha golpeado de varias maneras.

“Las OSC describieron cinco impactos que enfrentan como organizaciones”, lo que implica “que están operando bajo gran incertidumbre y estrés significativo”, además de que “el cumplimiento sigue afectado por la falta de reconocimiento de que las OSC son esenciales proveedoras de servicios”.

Por otra parte, “el cumplimiento de proyectos sigue demorado o estancado debido a la cuarentena y a medidas de cierre, y la actividad en línea no es posible en todos los contextos debido al desnivel digital”, mientras “urgente financiamiento es necesario para ayudar a las OSC a ajustar y mejorar la resiliencia organizativa ante la crisis”.

“Estos retos amenazan los movimientos de mujeres, ya que la supervivencia operativa de algunas OSC está cuestionada”, advirtió el fondo.

Sin embargo, esos grupos están, exitosamente, adaptándose a la emergencia, para continuar su labor, señaló.

“No obstante los retos enumerados arriba, las OSC están, de manera resiliente, adaptando programas y fortaleciendo la capacidad organizativa para encarar la crisis”, aseguró.

“Seis meses después de la primera evaluación, indicaron seis principales áreas de enfoque”, iniciando por “adaptación de la prestación de servicios, lo que incluye cubrir la demanda actual”, y continuando con “proporcionar apoyo económico para mitigar los impactos financieros que disparan la VCM/N (violencia contra mujeres/niñas)”.

También, “adaptar la programación preventiva -p.ej. en línea-“, e “interactuar con comunidades dejadas atrás”, así como “reunir datos y ampliar las voces de las sobrevivientes para tener respuestas informadas a la COVID-19 y a la VCM/N”.

Igualmente, “integrar medidas para mejorar la resiliencia organizativa, y proteger al personal y a los programas ante los constantes impacto de la COVID-19”.

Citada en la nota informativa de ONU Mujeres, la experta india Shruti Majumdar, especialista en Monitoreo y Evaluación del fondo, destacó el papel, no reconocido en general, que estas organizaciones cumplen en el contexto de la emergencia sanitaria mundial.

“En varios contextos, las OSC no han sido aun reconocidas como esenciales especialistas proveedores de servicios para prevenir y terminar la violencia contra mujeres y niñas, no obstante el hecho de que frecuentemente han estado en la primera respuesta durante la pandemia”, dijo.

“Su participación, liderazgo, y financiamiento adecuado eran cruciales en la implementación de planes de respuesta a la COVID-19”, aseguró Majumdar.