Simone de Beauvoir dijo una vez: “No olvides jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados”
No podríamos entender tan bien esta frase en nuestros tiempos modernos hasta que le echamos una ojeada a las reacciones de la ciudadanía a la propuesta de la diputada Paola Vega para añadir el artículo 158 al Código Penal. Hablamos de que en todas las esferas, en todos los estratos, lo que abundan son críticas desagradables a la propuesta, juicios anticipados a quienes se atrevieran a denunciar y los más variados (y desagradables) insultos hacia la diputada, algo que ya se ha convertido en una costumbre para los fanáticos conservadores de este país.
¿De qué trata este artículo 158?
El proyecto pretende adicionar un artículo al Código Penal, bajo el cual se penalice la práctica de remover o dañar el profiláctico durante una relación sexual, sin el consentimiento de todas las partes involucradas en dicha relación.
Se trata de una forma de empezar a llamar a las cosas por su nombre, alejándonos de esa costumbre de tratar siempre a los actos que violentan la autonomía de las mujeres como algo inocente.
El “stealthing” (que en español significa “en sigilo”, “secretamente”) es una práctica que ha ganado mucha popularidad en años recientes, especialmente entre hombres jóvenes heterosexuales. Si bien su nombre sugiere algo inocente, una “travesura”, esta práctica, que aún no tiene un nombre en español, representa un grave peligro para quienes se vean involucrados en ella, tanto quien lleva a cabo el acto como quien ve sus derechos violentados por este.
El stealthing es simple y llanamente violación. No hay más adorno y no podemos permitirnos esconderlo tras palabras suavizantes. Por este motivo, el proyecto que propone la penalización del mismo, lo categoriza como “violación adyacente”. Una pareja (por ejemplo) acuerdan tener relaciones sexuales, con uso de preservativo. Durante el acto sexual, aprovechando un cambio de posición o un descuido similar, el hombre se remueve o rompe el profiláctico. Estamos hablando de que las condiciones iniciales bajo las que se consintió la relación sexual acaban de cambiar, sin el consentimiento de una de las partes. Se convierte en una relación sexual no consentida.
Dicho de una manera más sencilla: ese hombre que decidió removerse el profiláctico acaba de violentar toda autonomía de la mujer (u hombre) con quien mantiene relaciones sexuales. Acaba de desestimar el derecho de esa otra persona de decidir sobre su cuerpo. Es un irrespeto total a la dignidad, y las mayores afectadas con esta práctica son las mujeres, pues los casos denunciados en relaciones homosexuales son muy pocos.
¿Es esta una ley sin precedentes?
El alboroto que este proyecto de ley ha causado en el país es inconcebible: parece ser que nuestra ciudadanía considera completamente descabellada la idea de que el cuerpo de la mujer debe ser respetado en todo momento, incluso durante el acto sexual.
Es importante mencionar que en al menos dos estados de Estados Unidos ya esta ley es una realidad. También existe legislación contra esta práctica en Singapur, Suiza, España, Alemania, entre otros. En algunos países han sido lo suficientemente civilizados para entender que esta es otra forma de abuso sexual, por lo tanto se penaliza bajo dicha ley. En Alemania, en el 2018, un policía fue condenado por esta práctica en un juicio que acaparó bastante la atención de medios de comunicación de varias partes del mundo.
Pero en Costa Rica desde que salió a la luz dicho proyecto, ha sido demonizado, ridiculizado y atacado por personas que simplemente se niegan a entender que las condiciones de una relación consensuada no pueden cambiar sin la aprobación de todas las partes, al menos no sin que esto signifique una agresión a los derechos de las partes no enteradas.
Hemos visto a renombrados penalistas y constitucionalistas dar su opinión en contra. Incluso desde Casa Presidencial se ha dado a entender que el proyecto no es muy relevante en comparación con temas de reactivación económica. Es que debemos entender, lo primordial es que se levante la economía del país, esa que cae mayormente en manos de varones, porque total, no es tan relevante determinar qué tan a menudo se está irrespetando y violando la autonomía de las mujeres sobre sus propios cuerpos.
Es preocupante que algunos periódicos nacionales hayan tomado en cuenta opiniones de hombres heterosexuales solamente. Siendo este un tema que afecta mayormente a mujeres, caemos en la misma historia de siempre: hombres decidiendo sobre nuestros cuerpos. Claro, a ellos no les parecerá tan grave el asunto, ya que aunque tengan relaciones sexuales ocasionales, las probabilidades de que se vean afectados por este tipo de abuso son muy pocas.
Y así vamos acercándonos a los principales argumentos de quienes consideran que este proyecto “no tiene ni pies ni cabeza”:
- Las penas son desproporcionadas: Efectivamente la diputada propone penas de cárcel que van de los 9 a los 17 años. Claro, es muchísimo tiempo para alguien cuyo único delito fue irrespetar el cuerpo de otra persona e incluso poner en riesgo la salud e integridad físicas y mentales de esta. La mujer que se expone a un embarazo, una enfermedad de transmisión sexual o un trauma psicológico que incluye baja autoestima, ansiedad y depresión, esa mujer puede lidiar con eso los años que sea necesario. Nadie toma en cuenta estos daños a la hora de juzgar como “desproporcionada” la pena. Esto sin tomar en cuenta que la enfermedad contagiada por dicha práctica sea SIDA por ejemplo, la cual acabaría con la vida de la personas afectada; o que los problemas psicológicos la lleven al suicidio.
- Ya existen penas en el Código Penal para aquellas personas que contagien ETS a otras: Pero no estamos hablando del simple hecho de transmitir una enfermedad. Son situaciones distintas si yo tengo relaciones sexuales con una persona sin uso de profilácticos porque creo que esa persona está sana, que si yo exijo el uso de preservativo en una relación sexual porque no confío en nadie cuando se trata de mi salud, y esta persona decide que le excita la “travesurilla” de quitarse el condón… SIN DECÍRMELO.
- El embarazo, tanto Constitucionalmente como en el ámbito internacional, no se considera un perjuicio: Lo siento. Claramente es difícil de concebir semejante aseveración. Seguramente tendría que haber estudiado leyes para entender este punto: desde el deterioro que significa un embarazo en el cuerpo de una mujer, pasando por los riesgos a los que se expone la mujer gestante, hasta los daños psicológicos que (comprobado) se sufren a raíz de un embarazo no deseado. Todo esto no implica un perjuicio o un daño. O sea, que si un hombre decidió quitarse el profiláctico sin mi consentimiento y por este motivo yo quedo embarazada, debo asumir la situación de la manera más positiva, a la manera de la tía Chavelita que tuvo todos los hijos que Dios le quiso dar: “un hijo siempre es una bendición”.
- El artículo puede prestarse para denuncias por venganza: Las famosísimas denuncias falsas. Esas que no representan ni el 0,20% de todas las denuncias por agresiones sexuales, pero que igual son más populares y más consideradas que cualquiera del resto de denuncias verdaderas. Y tal como hemos visto que reacciona la gente en el país ante cualquier tipo de denuncia por violación, echándole la culpa a la víctima, ridiculizándola o asumiendo que busca un beneficio económico, no una reivindicación de sus derechos violentados. Defendiendo y justificando al agresor. Aún así, hay quienes están seguros que la mayoría de mujeres estamos dispuestas a enfrentarnos a este escarnio público, sin más motivo que una venganza. Incluso afirman los detractores del proyecto que sería imposible probar que ocurrió dicha agresión: porque exámenes psicológicos, perfil del acusado y testimonios de la víctima ante profesionales, esas no son cosas accesibles en un juicio.
En fin, podemos ver un escenario bastante conocido para las mujeres, y que nos confirma lo que dijera hace bastantes años ya nuestra querida Simone de Beauvoir: un clima de caos político y económico, con múltiples escándalos por corrupción y medidas económicas para solventar la crisis que pueden estar golpeando a los más necesitados. Los religiosos, preocupados por perder fieles, entran en la batalla poniendo todos sus dogmas y creencias como único manual de guía para llevar al país. Y mientras allá todos pelean por su economía, política o religión, a nosotras nos mandan a callar cuando queremos más protección para nuestros cuerpos, cada día más irrespetados.
Y recordemos también que desafortunadamente, el famoso principio de inocencia que tanto aman los letrados en leyes, ha sido manoseado y tergiversado, a tal punto que hoy en día siempre podemos esperar que quien comete una agresión tenga el beneficio de la duda, pero la persona agredida, violentada, esa obtiene el perjuicio de dicha duda.