La misógina teocracia afgana abrió un nuevo frente en su desquiciada represión de género: los taxis. Como resultado, cada vez menos mujeres viajan en las ciudades

Los prestadores de ese medio de transporte de pasajeros, quienes ofrecen el servicio a mujeres desprovistas de burka -prenda religiosa femenina que cubre, completamente, el cuerpo de quien la usa-, son severamente castigados -lo que incluye agresión física y decomiso de vehículo-.

Según versiones periodísticas internacionales sobre el tema, conocidas el 31 de julio, la nueva restricción impuesta por la dictadura del fundamentalista movimiento islámico Talibán, está incidiendo en la reducción del número de pasajeras de taxis.

Al informar sobre la situación, el medio de compunción Deutsche Welle (DW) indicó-en alusión al obligatorio uso de hijab (velo que cubre la cabeza, hasta los hombros)- que “un pañuelo en la cabeza no es suficiente: los talibanes están castigando a los taxistas por transportar mujeres que no se cubran con burkas”.

“Como resultado, cada vez menos mujeres viajan en las ciudades”, indicó, a continuación.

En la nota informativa que tituló “Afganistán: ¿no más taxis para mujeres sin burkas?”, la plataforma informativa alemana citó el testimonio que obtuvo de un transportista, en la ciudad de Herat, capital de la occidental provincia de igual nombre, a su vez, limítrofe con Irán y Turkmenistán

Al respecto, indicó que Fereydun, conductor de mototaxi -motocicleta adaptada para trasladar a varias personas- “ya no transporta mujeres”, porque, “si llevara a mujeres que no tuvieran todo el cuerpo cubierto, los talibanes lo golpearían, y le confiscarían su vehículo, le contó a DW”, según la versión periodística.

“Ya ha tenido que presenciar humillaciones de mujeres”, agregó.

“Los talibanes lo han detenido varias veces, y han sacado, del vehículo, a mujeres que no llevaban burkas, para maldecirlas y gritarles”, relató el medio de comunicación, para precisar que “Fereydun dijo que también ha sido castigado”.

Al dar a conocer su caso, “Mirza, un taxista de Kabul (la capital nacional), también lo confirmó, en una entrevista con DW”.

“Los talibanes le habían dicho, varias veces, que, a las mujeres sin velo o burkas, no se les permitía viajar en taxis, de lo contrario, lo castigarían y confiscarían su vehículo”.

De acuerdo con lo informado por el mismo medio de comunicación, citando a personas a quienes describió como testigos presenciales, el Ministerio de la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio está desplegando efectivos policiales, en las mayores ciudades afganas, para detectar a mujeres quienes, ignorando el riguroso código talibán de vestimenta, se desplacen en taxis.

El ministerio “decretó que los conductores de mototaxis y otros vehículos de pasajeros ya no pueden transportar mujeres que no lleven hiyab dentro de las ciudades”, según la versión periodística, que no precisó la fecha de la disposición.

En declaraciones a medios de comunicación, Akif Mohajer, portavoz ministerial, detalló la dimensión de la desproporcionada medida.

“Cuando viajan, las mujeres deben ir acompañadas de un hombre” (mahram, familiar masculino), afirmó.

“Cuando viajan dentro de la ciudad, no se permite que ningún hombre se siente junto a ellas, y deben usar un hijab completo”, afirmó, sin describir la prenda a la que hizo alusión.

DW también citó a Dina, a quien identificó solamente como “una mujer de Herat”, quien “dijo que la habían sacado de mototaxis, varias veces, y la habían insultado, por llevar un abrigo largo y un pañuelo en la cabeza en lugar de cubrirse todo el cuerpo.

Recuento de restricciones

Por su parte, Maryam Marof Arwin, activista afgana de derechos humanos -particularmente de las mujeres y los niños-, dijo al medio, que, “con las restricciones recientes, los talibanes han demostrado que se apegan a las políticas que implementaron en su primer período en el poder, excepto que ahora están eliminando sistemática y específicamente a las mujeres de la sociedad”.

Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996), el fundamentalista movimiento armado estuvo, desde 1996 hasta 2001, en control de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio nacional.

La tiranía religiosa -que se caracteriza por despiadadas violaciones a los derechos humanos, en particular las garantías fundamentales de la población femenina- fue vencida, en diciembre de 2001, por una invasión militar internacional, liderada y mayoritariamente constituida por Estados Unidos.

No obstante esa derrota, el grupo se mantuvo, desde entonces, en inclaudicable -y brutal- resistencia armada contra la ocupación foránea.

Tras el retiro, a mediados de 2021, de las tropas estadounidenses -las fuerzas extranjeras que entonces mantenían la intervención militar-, la ofensiva talibana logró el objetivo de derrocar al gobierno del presidente (2014-2021) Mohammad Ashraf Ghani, cuando tomó, el 15 de agosto de 2021, el control de Kabul -por lo tanto, del país-.

Entre las restricciones más recientemente impuestas, a las cuales Arwin se refirió, figura el cierre de los salones de belleza.

Al anunciar, el 4 de julio, a medios de comunicación, nueva la ilegítima medida, el vocero del Ministerio de la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, Mohammad Sadiq Akif Mahajir, informó que la clausura de esos establecimientos comerciales fue comunicada, por escrito, a las autoridades municipales a nivel nacional.

De acuerdo con lo señalado por la agencia informativa española Efe, “en la misiva, el todopoderoso ministerio fundamentalista instruyó a las autoridades de Kabul y demás provincias afganas a concluir con las actividades en los centros de belleza para mujeres a lo largo de este mes, y una vez pasado el plazo (25 de julio), ‘estarán prohibidas’ en el país”.

El medio de comunicación español precisó, asimismo, que “la medida fue ejecutada tras la orden del líder supremo de los talibanes (…) Mawlawi Haibatullah Akhundzada”.

La misógina acción se suma a las numerosas violaciones a los derechos de la población femenina -lo mismo adulta que menor de edad- que el régimen musulmán viene implementando desde que tomó el poder, en 2021.

Entre esas acciones figuran el cierre del acceso a la educación secundaria y superior, la limitación a desplazarse, en áreas públicas, sin el acompañamiento de un mahram (familiar hombre), el uso obligatorio del hijab, y, desde abril de 2023, la prohibición de trabajar, en Afganistán, para Naciones Unidas.

En reacción al cierre de salones de belleza, decenas de mujeres realizaron una pacífica protesta, en un sector capitalino donde se ubican varios de los clausurados establecimientos comerciales.

La manifestación de repudio, fue brutalmente reprimida por efectivos de seguridad de la dictadura.

Citada por medios de comunicación internacionales, una participante en la protesta denunció que “las fuerzas de seguridad de los talibanes ejercieron violencia contra nosotras: abrieron fuego, nos echaron agua, golpearon a las niñas y se llevaron sus teléfonos”.

Los medios también citaron una declaración, que, sobre esa agresión, la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (United Nations Assistance Mission in Afghanistan, Unama) difundió en la red social Twitter.

“Los informes sobre la represión de una protesta pacífica de mujeres contra la prohibición de los salones de belleza, la última negación de los derechos de las mujeres en Afganistán, son profundamente preocupantes”, denunció.

Las afganas tienen derecho a expresar sus opiniones sin violencia”, agregó la misión, creada, hace algo más de un año, por el Consejo de Seguridad d la organización mundial.

En declaraciones reproducidas el 4 de julio, por el medio de comunicación British Broadcasting Corporation (BBC), una afgana quien habló a condición de anonimato, se refirió a la clausura, ese día, de los salones de belleza.

“Están violando los derechos de las mujeres”, y, “con esta decisión, están privando ahora, a las mujeres, de servir a otras mujeres”, agregó, para, a continuación, relatar que, “cuando escuché la noticia, me quedé, completamente, en shock”.

“El (régimen) talibán le está quitando los derechos humanos más básicos a las mujeres afganas”, denunció, asimismo.

“Pareciera que los talibanes no tienen otro plan político que enfocarse en los cuerpos de las mujeres”, reflexionó, para denunciar que “están tratando de eliminar, a las mujeres, de todos los niveles de la vida pública”.

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