Luego de eliminar el Ministerio de Asuntos de la Mujer, el régimen fundamentalista islámico talibán, violentamente instalado en Afganistán, elevó su fanática misoginia a un nuevo nivel, al crear el Ministerio de Invitación, Orientación de la Invitación, Orientación, Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio.

No conforme con ambas cosas, convirtió su machista ofensa, en una nueva agresión de género, ya que convirtió, el edificio de la eliminada cartera, en sede de la nueva entidad, institución que tiene características de temible policía religiosa.

Al informar sobre la creación de la nueva autoridad, específicamente en lo que tiene que ver con su centro de operación, medios de comunicación internacionales destacaron, el 18 de setiembre, la realización de una manifestación de protesta, por parte de mujeres, en Kabul -la capital nacional-, frente al edificio de la nueva entidad represiva.

La medida del régimen tiene antecedente en el quinquenio (1996-2001) durante el cual el movimiento extremista religioso Talibán mantuvo el control en aproximadamente dos tercios del territorio nacional -estimado en algo más de 655 mil kilómetros cuadrados-, cuando el grupo extremista puso en operación a una represiva fuerza policial de la fe.

Entre otros actos de brutalidad patriarcal, las tropas de ese contingente de naturaleza paramilitar, castigaban, públicamente, a las mujeres quienes circulasen por vía pública sin cubrir, completamente, su cuerpo.

Las agresiones a las que eran sometidas las víctimas, incluían azotes, de acuerdo con registros de la época.

El gobierno talibán interino instalado el 7 de setiembre -veintitrés días después de que el grupo fundamentalista tomó violento control del país asiático- actuó gradual -aunque aceleradamente- en la implementación de políticas lesivas de la población femenina y violatorias de sus derechos.

Así, la eliminación del Ministerio de Asuntos de la Mujer fue anunciada el 17 de setiembre, y fue seguida, de inmediato, por la información oficial sobre la creación de la nueva autoridad en materia de fe, de acuerdo con las versiones periodísticas.

El reemplazo del rótulo, en el exterior del inmueble, ocurrió en la misma fecha -un viernes, día de oración en el Islam-, según las mismas fuentes.

Todo ello generó la casi simultánea realización de una protesta, por parte de aproximadamente cuarenta mujeres, frente al local ministerial.

El plantón -que no fue objeto de la habitualmente brutal represión talibana sino de una acción algo menos agresiva-, se llevó a cabo para expresar repudio a esas medidas, lo mismo que contra la prohibición de que niñas asistan a establecimientos de enseñanza secundaria lo mismo que a madrasas (escuelas de religión).

También rechazaron la decisión de separar, mediante cortinas instaladas en las aulas universitaria, a alumnos y alumnas.

Algunas de las manifestantes portaron pancartas en las que se leía consignas tales como “una sociedad en la que las mujeres no son activas es una sociedad muerta”.

El día en que se desarrollaron esos acontecimientos, la directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la estadounidense Henrietta Fore, dijo que el hecho de que en Afganistán se prive a niñas, del derecho de acceder a la educación, es motivo de honda preocupación.

Resulta esencial que las niñas de toda edad puedan regresar a clase, luego del cierre de escuelas, a nivel nacional, debido a la pandemia del nuevo coronavirus, estallada en 2020, a nivel mundial, señaló Fore, una experta en salud pública, citada en una nota informativa que Noticias ONU, la agencia informativa de la organización mundial, difundió el 17 de septiembre.

El medio de comunicación indicó, al hacer alusión a versiones periodísticas internacionales, que el régimen del movimiento fundamentalista islámico Talibán anunció la reapertura de los centros de enseñanza secundaria, refiriéndose, “únicamente al regreso de los niños, sin mencionar una fecha de regreso para las niñas”.

“Las niñas no pueden ni deben quedarse atrás”, señaló, como advertencia, la titular de Unicef, para agregar, a continuación, que “es fundamental que todas las niñas, incluidas las mayores, puedan reanudar su educación, sin más demoras”.

“Y, para eso, también necesitamos maestras que enseñen”, aclaró.

Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996), el grupo Talibán estuvo, desde 1996 hasta 2001, en control de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio afgano.

La violenta administración talibana -caracterizada por las brutales violaciones a los derechos humanos, en particular de las mujeres y las niñas- fue derrocada en diciembre de 2001, cuando Afganistán fue escenario de una invasión militar, encabezada por Estados Unidos.

No obstante esa derrota, el movimiento se mantuvo, desde entonces, en resistencia armada.

Tras el reciente retiro de las tropas estadounidenses -las fuerzas extranjeras que mantenían la ocupación en el país asiático-, la ofensiva talibana logró el objetivo de derrocar al gobierno del presidente (2014-2021) Mohammad Ashraf Ghani, cuando tomó el control de Kabul, el 15 de agosto de este año.