El pago por abusar sexualmente de una menor, fue algunas cervezas, en una brutal transacción llevada a cabo en Tanzania, país del sector central de la costa oriental africana, al cual la niña fue traficada desde la limítrofe y mediterránea Burundi.

La acción de trata de la que fue víctima, se concretó -como es el modus operandi de quienes incurren en ese delito-, mediante una engañosa oferta de trabajo.

La víctima -entonces, de 11 o 12 años de edad- fue rescatada, algún tiempo después, por una organización no gubernamental (Ong) tanzania, que la protegió hasta entregarla a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

A su vez, esta agencia vinculada con Naciones Unidas, la condujo de regreso, a Burundi, donde fue posible reunirla con su familia, agregó la agredida, al relatar su caso a Noticias ONU, la agencia informativa de la organización mundial.

“Mis padres se separaron antes de que yo naciera, y mi madre se volvió a casar estando embarazada de mí”, comenzó a narrar la ahora adolescente, identificada, por el medio internacional de comunicación, solamente como Elisabeth.

“Pero su nuevo esposo le dijo que me dejara con mis abuelos, porque yo no era su verdadera hija”, agregó.

“La vida era difícil, con mis abuelos, no había qué comer”, por lo que “decidí irme, y quedarme con un amigo”, expresó.

“Allí supe de una mujer, en el pueblo, que podría llevarme, a través de la frontera, hacia Tanzania, donde podría trabajar”, dijo, a continuación, además de detallar las condiciones de la supuesta oportunidad laboral, las que consistían en que “ahí no iba a ganar dinero, pero habría comida en la mesa, y una cama”.

Sin embargo, ya en Tanzania, “la mujer que me trajo de Burundi, empezó a pedirme que robara plátanos, de las propiedades de los vecinos, y me amenazó con echarme, si me negaba”, precisó Elisabeth.

En ese contexto, una familia le presentó otra presunta opción de trabajo, en la casa de un amigo.

Ese grupo “me presentó a un hombre, y me dijo que sería mi nuevo esposo”, algo a lo cual “me negué, y respondí que no había ido ahí para casarme”, continuó narrando a Noticias ONU.

“Se rieron, y me llevaron a un bar cercano”, dijo, a continuación, para aclarar que “fui con ellos porque no tenía adónde más ir, pero no bebí nada”.

De regreso, esa noche, del bar, la familia le presentó la posibilidad de pernoctar en la casa de un vecino.

“Cuando me negué, sugirieron que una de sus chicas me acompañara, pero era una trampa”, ya que “el hombre le pidió, a la chica, que le trajera una cerveza, y (al retirarse) ella cerró la puerta, desde afuera, dejándome sola con él”, agregó.

Una vez a solas, el vecino le afirmó que, “aunque te niegues a casarte conmigo, esta noche, ya pagué tu dote -en cervezas-“, afirmación a la cual la niña respondió: “no tengo edad para ser mujer”.

“Traté de luchar tan duro como pude, pero me debilité. Grité, pero nadie hizo nada”, expresó.

“La gente podía oír y saber lo que estaba pasando, pero lo ignoraron”, agregó.

“Finalmente, el hombre me dominó y luego me violó”, y, “después de violarme, me dijo que aún era una niña y me echó afuera para dormir”, puntualizó, al narrar detalles de la agresión.

“Tuve algo de dolor, después, pero pasó”, señaló.

Elisabeth indicó que, luego del brutal incidente, “iba, de casa en casa, quedándome con quien me acogiera”, y relató que “algunas personas rechazaron mi oferta de trabajo doméstico, porque era menor de edad”, mientras que otras le ofrecieron un exageradamente pago mensual, que, de todos modos, nunca recibió.

En determinado momento, algunas personas se comunicaron con una ONG local, que ayuda a menores en situación de abandono, y cuyo personal la contactó con la OIM, entidad que, a su vez la ayudó a reubicar a su familia en Burundi.

Elisabeth dijo, a Noticias ONU, que “esta es la primera vez que se lo cuento a alguien”, y aseguró que, “antes, tenía miedo de decirlo”.

“Ahora, tengo 16 años, demasiado mayor para entrar a la escuela primaria, pero estoy con lecciones de corte y confección hasta que tenga la edad para trabajar”, expresó, además de señalar que “espero ser buena en eso, y convertirme en una persona independiente con esta profesión”.