Una nota informativa referida a la política laboral de la dictadura fue la causa del bloqueo al medio Entekhab y la detención de las periodistas Bagheriy Mohammadi por los delitos de colusión y conspiración

En un nuevo ataque a los derechos humanos -en este caso a la libertad de expresión-, la dictadura religiosa de Irán bloqueó el sitio de un periódico digital de ese país, ilegal acción que incluyó la detención, bajo cargos flagrantemente fabricados, de dos mujeres periodistas integrantes del medio de comunicación.

Se trata del diario Entekhab (Opción, en farsi, o persa) -allegado al sector reformista (menos conservador) del régimen musulmán-, y de las reporteras Negin Bagheri y Elnaz Mohammadi.

De acuerdo con versiones periodísticas lo mismo locales que internacionales, y por Entekhab, el bloqueo -equivalente a clausura- del medio, por tiempo no especificado, se concretó la noche del 4 de setiembre, según disposición de la gubernamental Cámara de Supervisión de la Prensa.

“El acceso en Internet a entekhab.ir fue bloqueado hace unos momentos tras una orden de la Cámara de Supervisión de la Prensa, del Gobierno, para prohibir la página”, denunció, el periódico, en la red social X (la antigua Twitter).

Citado en diferentes versiones periodísticas que, a su vez, reprodujeron declaraciones que formuló a la plataforma informativa independiente en inglés Iran Front Page, Mostafa Faghihi, director de Entekhab, la acción del régimen respondió a una nota informativa referida a la política laboral de la dictadura.

Sin embargo, según la progubernamental agencia informativa local Fars, se trató de un comentario editorial que el periódico difundió con el título “La subasta de la marca de Irán: ¿por qué se ha debilitado tanto la política exterior de Irán?”.

Simultáneamente a la clausura del medio de comunicación, Bagheri y Mohammadi fueron detenidas, habiéndoseles tipificado, arbitrariamente, los delitos de colusión y conspiración, e impuesto, respectivamente, la pena de tres años de prisión.

No obstante, debido a que se aplicó suspensión parcial de sentencia, las dos presas políticas permanecerán un mes, en prisión, explicó el abogado de ambas víctimas, Amir Raisian.

Según el jurista, “el período restante de la condena estará suspendido, durante cinco años”, tiempo durante el cual estarán obligadas a “recibir cursos de ética profesional, y no podrán abandonar el país”.

De acuerdo con las versiones periodísticas, Mohammadi es hermana de la también periodista Elaheh Mohammadi -quien, igualmente, se desempeñó en Entekhab-, detenida el 29 de setiembre del año pasado.

Elaheh Mohammadi fue arrestada tras haber dado cobertura informativa al funeral de la iraní Mahsa (Jina) Amini, de 23 años, asesinada a golpes mientras se hallaba en custodia de la represora Gasht-e Ershad(Policía Guía, o Policía Orientadora) -fuerza de seguridad de cumplimiento de la fe, popularmente conocida como “policía de la moral”-.

Amini fue detenida el 16 de setiembre de 2022, en Teherán -la capital nacional-, acusada de haber llevado incorrectamente puesto el hijab -velo religioso femenino que cubre la cabeza y los hombros de quienes lo portan-.

El uso correcto de esta prenda es obligatorio, para las mujeres -y las niñas, a partir de la edad de siete años-, según la respectiva ley impuesta, en 1983, por la teocracia instalada hace 44 años, y su propósito específico es el de cubrir el cabello -que, según la costumbre musulmana, las mujeres mantienen largo-.

La dictadura determinó que esa prenda debe usarse ajustada a la cabeza, de modo que, no hacerlo, implica brutal sanción -empezando por la detención, por parte de la “policía de la moral”-.

El asesinato de Amini generó inmediatas y masivas manifestaciones, en Teherán y otras ciudades a nivel nacional, cuyo propósito inicial fue el repudio a la misógina política del régimen, que es violatoria de los derechos de las mujeres.

Durante las marchas, numerosas participantes quemaron hijabs, además de que se cortaron el pelo, al tiempo que convirtieron la consigna “mujer, vida, libertad” en expresión distintiva de las protestas.

Las marchas pasaron, durante los meses siguientes, a tener apoyo y participación de hombres, y se enfocaron en la condena a las violaciones que el régimen mantiene contra los derechos humanos en general –destacando las garantías de la población femenina-.

No obstante su naturaleza pacífica, las nacionalmente viralizadas manifestaciones fueron brutalmente reprimidas -con saldo de aproximadamente 500 víctimas fatales, alrededor de 20 mil personas detenidas, así como varios hombres enjuiciados y ahorcados por haberlas respaldado-.

La clausura de Entekhab, y la detención de Bagheri y Elnaz Mohammadi, ocurrieron doce días antes de cumplirse el primer año desde el asesinato de Amini.

Ambos arrestos elevaron a por lo menos 17 el número de comunicadoras detenidas en Irán, luego del crimen -en un total global, de momento, de unos 98 periodistas y bloqueros arrestados-, según versiones periodísticas.

Inmediatamente antes que las dos reporteras de Entekhab, la periodista Nazila Maroufian, fue arrestada por mostrarse, públicamente, sin el velo, de acuerdo con lo señalado por la agencia informativa oficina Iran News Agency (Irna).

Asimismo, otras tres profesionales de la comunicación fueron capturadas, también en relación con el caso de Amini.

Se trata de Melika Hashemi, Saideh Shafiei, y Mehrnoosh Zareie, cuyos respectivos arrestos ocurrieron en el lapso de 48 horas.

Las detenciones de comunicadoras iraníes por parte de la dictadura comenzaron seis días después del asesinato de Amini.

La víctima inicial de esa represión selectiva fue Niloufar Hamedi, la primera periodista quien publicó una fotografía de la joven, a quien el régimen arrestó el 22 de setiembre de 2022.

En términos generales, oenegés internacionales defensoras de las garantías fundamentales -incluida Human Rights Watch (HRW), con sede en la nororiental ciudad estadounidense de Nueva York– estiman que la teocracia iraní ha detenido, desde el inicio de las manifestaciones, a aproximadamente 20 mil personas.

Y, ahora, la demencialmente misógina dictadura iraníestá convirtiendo, a la tecnología electrónica, en arma de represión contra la población femenina que se niega a acatar la estricta legislación en materia de vestimenta -específicamente, desafiando el obligatorio uso del hijab.

En tal contexto, más de un millón de mujeres han recibido, en el lapso de dos meses, amenazantes mensajes de texto sobre su conducta, denunció, el 26 de julio, Amnistía Internacional (AI).

Simultáneamente, el régimen está difundiendo videos que muestran represión contra mujeres desafiantes, lo mismo que contra personas quienes tratan de impedir la detención policial de las víctimas, agregó la oenegé con sede en Londres, en el extenso comunicado que, sobre el tema, difundió entonces en su sitio en Internet.

Citada en el texto de 16 párrafos, la secretaria general de AI, la francesa Agnès Callamard, destacó el hecho de que el régimen cuenta, ahora, con una nueva armapara fortalecer su ya brutal represión de género.

“La represión actual se ve intensificada por tecnologías de vigilancia masiva, capaces de identificar a las mujeres que no llevan velo en sus automóviles y espacios peatonales”, denunció.

“La intensificación de la represión contra quienes no llevan el velo es un reflejo del deplorable desprecio, de las autoridades iraníes, a la dignidad humana, y (a) los derechos de las mujeres y las niñas a la autonomía, la intimidad y la libertad de expresión, de religión y de creencias”, planteó.

En la visión de Callamard, “también subraya su intento desesperado de reafirmar su dominación y su poder sobre quienes se atrevieron a alzarse contra decenios de opresión y desigualdad durante la rebelión ‘Mujer, Vida, Libertad’”.

Foto: Bruno Massao