Mariliana durante la visita al Vaticano

Las razones por las cuales una mujer se ve obligada a incursionar en el comercio sexual son múltiples, pero, cuando decide abandonar esa actividad, está dando el primer paso en un camino que no tiene vuelta atrás.

Se trata de una decisión difícil, pero que significa su rescate como persona, la consolidación de su autoestima, el rescate de la ganas de vivir, de acuerdo con lo expresado, a Petra, por Mariliana Morales, fundadora y directora de la Fundación Rahab, una organización sin fines de lucro que, desde 1997, trabaja, en Costa Rica, atendiendo lo mismo a víctimas de trata con fines sexuales y a mujeres quienes se desempeñan en el comercio sexual, que a sus familias.

“Si usted me pregunta: ‘se puede salir de la prostitución?’”, planteó Morales, para agregar que “por supuesto que, sí, se puede”.

“Es difícil?”, preguntó, y, a continuación respondió que “sí, claro que es difícil, porque tienen todo en contra, en ese momento”, además del estigma impuesto por la sociedad.

“Pero, una vez que vienen a Fundación Rahab, y pasan por un proceso donde ellas se valoran como seres humanos, ya se les quita esa mancha, de la frente”, luego de que “dicen, al principio: ‘es que parece que, donde caminamos, todos nos ven, estamos marcadas’”, agregó Morales, cuya organización ha atendido, en algo más de dos décadas, a aproximadamente tres mil víctimas –menores de edad, adolescentes, y adultas-.

“Es una decisión irreversible, pero, muchas veces, para que tomen esa decisión, han tenido que ser acompañadas, en un tiempo, mientras se restauran y vuelven a creer en el ser humano, y vuelven a creer en ellas mismas”, porque “el punto es que ellas vuelvan a sentirse dignas -decir: ‘si yo ya no soy basura (…) yo soy una joya preciosa, y tengo que empezar por valorarme yo’-, ahí empieza ese cambio”, explicó.

Los testimonios de vida que estas mujeres han dado a la fundación, son, al mismo tiempo, relatos de situaciones socioeconómicas –y de abuso- extremadamente críticas, y muestras de tenaz voluntad de superación, indicó.

Algunos de esos relatos fueron conocidos, hace tres años, en el Vaticano, en el marco de las actividades internacionales que la fundación lleva a cabo, las que incluyen charlas impartidas por Morales, en diferentes foros especializados.

Capacitación sobre empoderamiento

Cumplido el proceso de rescate, logran superar la marginación social, “porque han tomado su valor como seres humanos, como realmente son, con el propósito con el que vinieron al mundo, no con el propósito de otros, desalmados –o desalmadas, porque hay de todo, madres, también-, de los dos lados, que las han deformado, y que les han robado los sueños, les han robado las ganas de vivir”, aseguró.

Sobre este último punto, preguntó, a manera de reflexión: “quién va a querer vivir así, en hambre, en necesidad, en miseria, en pobreza, y en abuso constante de todo tipo? Y, de qué manera puede, un ser humano, recobrar las ganas de vivir? Porque ahí está el punto: de qué manera?”

“Es sintiéndose un ser humano digno”, respondió, hablando con el apasionamiento que le genera el trabajo social que viene realizando.

“O sea, todos los seres humanos pasamos por etapas duras, pasamos por épocas negras que, a veces, no le vemos la salida, independientemente del país de donde vengamos o de la condición social en la que estemos”, planteó.

En este sentido, Morales aseguró que, en el comercio sexual, incursionan mujeres de todos los estratos socioeconómicos.

“Esto no es solamente para decir ‘ah, esto es para la gente pobre’”, porque “esto le toca a todo mundo”, indicó.

“Aquí, nos han llegado, incluso, mujeres que han nacido –como ellas han dicho-, en cuna de oro, y lo hemos comprobado que así ha sido”, y todas cayeron “al mismo hueco de la prostitución”, lo mismo “la que no sabe leer y escribir, o la que hablaba tres idiomas y (estudiaba) en colegio privado”, relató la experta, y reafirmó que, “aquí, nos ha llegado de todo”.

También explicó que, uno de los componentes cruciales que definen tales realidades, se encuentra en las carenciales situaciones –familiares, económicas, de violencia diversa- de las que procuran salir.

“El alto porcentaje viene de condiciones de abuso en todas las áreas -sexual, patrimonial, también-, por ser mujer”, sin perjuicio del origen socioeconómico, además de que son numerosos los casos en los cuales las víctimas “se ven obligadas y desesperadas de que tienen que alimentar los hijos, y los padres enfermos, y se tienen que tirar a la prostitución”, explicó.

De acuerdo con el Informe de Trata de Personas que el Departamento de Estado estadounidense emitió para 2018, el gobierno de Costa Rica, que “mantuvo los esfuerzos de protección a las víctimas”, ese año “identificó 34 víctimas de trata -24 de trata sexual, nueve de trabajo forzado, y uno de ambos: trata sexual y trabajo forzado- bajo la ley especializada contra la trata, en comparación con 17 víctimas de trata en el 2016 -12 de trata sexual de personas y cinco de trabajo forzado- y tres víctimas de trata sexual en 2015”.

Respecto a las mujeres quienes llegan a la fundación, Morales -cuya organización se encuentra ubicada en el centro de la capital costarricense, en un sector donde abundan los lugares en los cuales se desarrolla el comercio sexual- dijo que lo hacen por decisión propia, y en condición de alta vulnerabilidad.

“Cuando ellas llegan aquí, llegan totalmente quebrantadas, desesperanzadas, y, muchas, han intentado suicidarse, varias veces -no lo han logrado, muchas, gracias a Dios-, y, cuando llegan acá, no hay un proyecto de vida”, de modo que “lo que tienen es grandes necesidades, a nivel material, a nivel físico –porque vienen enfermos-, pero a nivel emocional y espiritual también”, expresó.

Ante esos dramáticos cuadros de situación, es necesario determinar, entre tantas carencias, cuál es el aspecto que requiere atención prioritaria, en cada caso específico, indicó.

Por ejemplo, se determina si se trata de riesgo en materia de seguridad personal –para buscar un alojamiento-, o si es un caso de salud dañada –para estabilizar a la víctima-, precisó Morales, quien agregó que, superada la emergencia inmediata, el proceso siguiente consiste en un acompañamiento para que cada víctima determine un proyecto de vida.

“Primero que nada, es buscarle que ella empiece a sentirle sentido a la vida, que empiece a sentirle el gusto”, y, “cuando ellas logran, ya, estabilizarse emocionalmente, pueden empezar a pensar, mejor, qué quieren para su vida”, agregó.

Capacitación laboral. Curso impartido por chefs de hoteles de 5 estrellas

Por lo general, la aspiración radica en obtener trabajo, para lo cual se inicia un proceso que permite, a cada mujer, precisar qué tipo de trabajo o qué capacitación prefiere para desempeñarse laboralmente.

“Por ahí, entonces, es donde empieza a cambiar su vida, es a qué se van a dedicar –aunque nunca tuvieron la oportunidad de hacerlo”, y, “aquí, lo que les devolvemos es lo que la vida no les dio, las oportunidades que nunca tuvieron, les devolvemos las ganas de vivir, las ganas de soñar, y se convierten en líderes”, aseguró.

En este sentido, Morales relató casos de mujeres quienes llegaron, a la fundación, en calidad de víctimas y que, habiendo superado esa situación, ahora se desempeñan como parte del personal de la organización.

Ello, “porque no solamente están sobreviviendo: se convierten en líderes”, son “mujeres que han tenido unas experiencias tremendas, y, ahora, son líderes –que cualquiera se levanta, con esos testimonios-”, expresó.

“Entonces, que si es difícil?”, volvió a preguntar, para reafirmar que “claro que es difícil, pero, de que sí se puede, sí se puede”.

Porque, “cuando la mujer decide salir adelante, y dice ‘hasta aquí’, es todo lo que ocupa para dar ese paso”, a continuación de lo cual “empiezan a venir –yo les llamo- las bendiciones, porque cuando, ya, ella ha tomado esa decisión, yo siento que, ya, ella lo externó y lo sacó al planeta, dijo: ‘ya! Hasta aquí!’, su ser interior dijo: ya no más!’”, subrayó, con énfasis.

“En ese instante, hay un cambio, hay una ruptura, en la mente, a nivel espiritual también, empiezan a creer (…) en que, realmente, vas a poder salir adelante, que hay un Dios que no mira cómo se llama tu religión”, aseguró.

En cuanto a la tarea social que desempeña, Morales reflexionó que “le podemos llamar trabajo, pero es una obra”, y agregó que, “para mí, es mi propósito de vida”.

“Pero le tengo que decir que, esto, no se me ocurrió a mí”, planteó, cual confesión, sino que, hace dos décadas, “Dios tenía gran sorpresa, para mí” –crear la Fundación Rahab-.