Ahora podemos dejar de lado a Blancanieves y a la Bella Durmiente para poder relatarles a nuestras hijas sobre Hipatia o Ada Lovelace, historias no menos entretenidas pero sí mucho más provechosas.
Muchas mujeres crecieron escuchando cuentos e historias, viendo caricaturas o películas, en las cuales eran recurrentes ciertos elementos: damiselas desdichadas en espera de la liberación de su tormento; liberación que casi siempre resultaba ser un hombre guapo con dinero que la rescataba de la pobreza, o bien, presentaban una malvada madrastra empeñada en hacerle la vida imposible a sus hijastros e hijastras.
Mientras el tiempo pasaba, las niñas iban asimilando todas estas historias que poco a poco se transformaban en conceptos preestablecidos de “objetivos en la vida”, o más bien diría yo, no-objetivos. ¿Se puede culpar a alguien de todo esto? Sí, a todo aquel que replique estos modelos en la actualidad, sin embargo yo no culparía a entidades como Disney, por ejemplo, que inocentemente sólo se proponía en hacer versiones de cuentos de la cultura y el folklor popular para niños y niñas, además, por lo menos ha intentado cambiar los mensajes de sus programas en los últimos años. Tampoco podría culpar a los hermanos Grimm (Rapunzel, la Cenicienta, Blancanieves) o a Christian Andersen (la Sirenita), los cuales escribieron los famosos cuentos en una época distinta (siglo XVIII-XIX) en donde no se pensaba importante dotar a la mujer de mayores responsabilidades en el ámbito social y público, sino que persistía el modelo ideal de ser buena madre y buena esposa. Cabe resaltar que los cuentos originales de los autores anteriormente citados no son tan bobos como sus versiones de Disney, siendo más crudos además de presentar moralejas que van más allá del género de sus protagonistas.
Afortunadamente los tiempos cambian y la mujer ha ido ocupando progresivamente el lugar que le había sido negado desde hace milenios. Pero así como cambian los paradigmas, las leyes y las aspiraciones, de la misma manera se transforma todo lo demás, en este caso los cuentos de hadas, que bien direccionados ayudan a formar un nuevo punto de partida para hacer crecer a las niñas con ideas más realistas e independientes acerca de su futuro.
Aquí entra el libro que ha causado sensación en el mundo occidental: “Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes”, el cual fue mi excusa para poder abordar el tema de los cuentos infantiles.
Sus autoras, las italianas Elena Favilli y Francesa Cavallo, lograron sacar adelante su proyecto por medio del crowdfunding con más que excelentes resultados. En éste se encuentran las breves historias de 100 mujeres ejemplares que se desenvolvieron en distintos campos de acción, explicadas de manera simple para niñas y niños. Desde científicas hasta actrices; desde políticas hasta artistas, el libro recoge sus actitudes, metas y luchas que podrán inspirar a las pequeñas a no querer ser salvadas por príncipes ridículos, sino a convertirse ellas mismas en vehículos de su propia salvación.
Otra gran característica del libro es que cada mujer viene acompañada de una ilustración que recrea su apariencia, desarrolladas por alrededor de 60 ilustradoras provenientes de distintos países del mundo, en otras palabras, no se trata sólo un libro, sino un proyecto integral.
Por lo tanto, si nuestras hijas llegan a nosotrxs en las noches diciendo que no pueden dormir y que les contemos un cuento, podemos dejar de lado a Blancanieves y a la Bella Durmiente para poder relatarles acerca de Hipatia o de Ada Lovelace, historias no menos entretenidas pero sí mucho más provechosas.
“Nadie tiene derecho a decirme qué puedo lograr o qué no puedo lograr”.
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Amna Al Haddad
(Sí, ella sale en el libro).