Asediada por el régimen del fundamentalista grupo islámico Talibán, la docente universitaria afgana Zainab Momeny, puso fin a la pesadilla de inseguridad personal en la que su vida se había convertido, en Afganistán, cuando llegó a Chile, convirtiéndose en la primera refugiada de la nación asiática, en el andino país sudamericano.
Lo hizo como culminación de un extenso y complejo viaje -por veces, altamente riesgoso- que comenzó en Kabul -la capital de Afganistán-, y culminó en Santiago -la capital chilena-.
La llegada a esa ciudad fue, para Momeny, el momento de liberación.
Tras la violenta toma del poder, el 15 de agosto, por parte de los talibanes, y en el contexto de violenta misoginia que caracteriza al grupo extremista, la docente pasó a ser objetivo de hostigamiento.
La amenaza de agresión sexual fue el componente mayor del asedio, de acuerdo con lo que Momeny narró, en Santiago, a la British Broadcasting Corporation (BBC).
“Empecé a recibir llamadas de desconocidos, a mi celular, diciendo que darían mi nombre a los talibanes”, narró, en las declaraciones que el medio de comunicación británico reprodujo el 1 de octubre.
“También, mensaje de texto: ‘te estamos buscando, te llevaremos a la fuerza y serás nuestra esposa’”, continuó relatando.
“Cambié tres veces mi número, y, aun así, seguían llegando las advertencias: ‘vayas donde vayas, te vamos a encontrar’”, agregó.
Al relatar lo vivido por la profesional, la BBC indicó que, “en mes y medio la vida de Zainab Momeny dio un vuelco”.
“Tras la llegada al poder del Talibán en Afganistán, pasó de ser una exitosa profesora a pensar en el suicidio”, y, “de vivir en la pacífica ciudad montañosa (centroriental) afgana de Bamiyán a escapar por tierra a (el limítrofe) Pakistán, para finalmente llegar a Chile como refugiada gracias a su hermana”, agregó.
La emisora hizo, así, alusión a Zahra, la hermana de Momeny, quien reside en Chile, vinculada a la no gubernamental Asociación Doctora Mamá.
Esta agrupación se define, en su sitio en Internet, como “una comunidad de madres, mujeres y médicas” que, creada en 2017, trabaja para “visibilizar las distintas dificultades que enfrentan las mujeres al compatibilizar el ejercicio de la medicina con sus distintos roles de género”.
Nacida en el también limítrofe Irán, Momeny llegó, en 2003 -a la edad de 15 años-, a Afganistán, el país de origen de sus padres -personas de clase media alta-, quienes, cuatro años después, la casaron con un hombre del que se divorció, según lo señalado por la BBC.
Con especialización universitaria en psicopedagogía, en Afganistán, y en psicología, en Chipre, al momento de la toma del poder por parte de los talibanes, enseñaba Comunicación sin Violencia, en la Universidad de Kabul.
El curso se refiere, principalmente, a “cómo proteger, a los niños, del abuso sexual”, según explicó la educadora.
La BBC indicó que, con la instalación del régimen talibán, “Zainab sintió la amenaza que suponía, también para ella, el retorno del radicalismo”, en particular “porque era una mujer que daba clases en la universidad y en una escuela construida por Estados Unidos”.
La emisora indicó, asimismo que, “Zainab, divorciada, sin hijos, universitaria y de la etnia hazara, perseguida durante décadas por los talibanes, era considerada una infiel”, y que, “por eso decidió huir”.
La hazara es una de las casi veinte etnias que habitan Afganistán, asentada en el central sector montañoso del país, y ha sido objeto de particular represión por parte de los
talibanes.
Se trata de la tercera comunidad étnica afgana, después de los pashtunes y los tayikos.
Bamiyán es un histórico centro cultural tradicional afgano, lo que, de acuerdo con la fundamentalista visión talibana, constituye antivalores.
Respecto a su situación en materia de seguridad personal, Momeny relató, a la emisora británica, que “estaba desesperada, tan llena de miedos e incertidumbres que dejaba una ventana abierta en el tercer piso de la casa donde me acogieron”, en Kabul.
Ello, porque, “si los talibanes querían llevarme, yo me lanzaría para quitarme la vida”,
aseguró.
De modo que, “antes de ser asesinada, violentada en mis derechos, tomada como botín de guerra, o que no me dejaran, nunca más, enseñar, tomé la decisión de abandonarlo todo, y cruzar la frontera, hacia Pakistán”, agregó.
De acuerdo con lo que dijo a la BBC, abordó, junto con seis amigos, un económico y deteriorado autobús, con destino a la sureña ciudad de Kandahar -paradójicamente, el lugar donde se originó el movimiento fundamentalista-, cercana a la frontera con Pakistán, país al que, superando dificultades y riesgos, logreó, el 18 de agosto, ingresar, clandestinamente, con sus amigos.
La profesora señaló que, para realizar ese desplazamiento, sin llamar la atención, “me puse un vestido largo, modesto, que me cubría hasta los tobillos”, y, “encima, un gran velo que me tapaba casi por completo, excepto los ojos”.
“Debajo, tenía puesto un pantalón, al que le había cosido, por dentro, un bolsillo, a la altura del muslo, para esconder mi pasaporte, el dinero, y mi celular”, agregó.
Durante esa parte del viaje, “pasamos nueve controles talibanes”, dijo.
En cada retén, “los hombres subían al bus con el rostro tapado, nos miraban directamente a los ojos, uno por uno, como tratando de reconocer a alguien”, siguió relatando, para
agregar que, “a los hombres, siempre los bajaban del bus, para un interrogatorio, y, las mujeres, nos quedábamos arriba”.
Entretanto, en Santiago, la hermana de Momeny mantenía contacto con la cancillería
Chilena, informando sobre el estatus migratorio irregular, de la docente, en Pakistán, indicó la BBC.
“La subsecretaria de relaciones exteriores chilena se puso en contacto con el embajador argentino en Pakistán, Leopoldo Sahores, quien puso en regla el estatus migratorio de la académica y la fue a buscar personalmente”, según la versión periodística.
Momeny indicó que el diplomático “me acompañó al aeropuerto, y estuvo conmigo hasta que partí rumbo a Dubai”, desde donde se trasladó a París, para llegar a la capital sudamericana.
La afectación psicológica, a causa del peligro que sorteó en Afganistán, no la abandona, según dijo.
“Me despierto, sobresaltada, y me digo: ‘tranquila, estás en Chile’”, expresó.
En contraste con la realidad afgana, “sé que mi futuro es luminoso, porque estoy decidida a que sea así, y no estoy sola”, reflexionó.
“Mi más bello sentimiento proviene del orgullo de ver qué gran mujer es mi hermana, y de la alegría del reencuentro, después de 14 años”, dijo, para agregar que “ella salvó mi vida del peor de los destinos”.
Ahora, “quiero ser la voz de las mujeres y niñas de mi país, ayudar a salvar las vidas de víctimas de guerra”, subrayó.
Al respecto, planteó que “pueden pensar que soy idealista, pero vi y sentí la amargura de un conflicto sin fin, la discriminación, y la extrema violencia”.
En declaraciones reproducidas por la agencia informativa española Efe, el 16 de agosto
-un día después de la irrupción talibana en Kabul-, una mujer identificada solamente como Khadija, aseguró que la instalación del régimen plantea una situación de terror, principalmente, para las mujeres.
“Los talibanes son como animales, no entienden el Corán”, expresó, a lo que se suma el hecho de que “no entienden qué es Afganistán”, algo que obedece a que “muchos, ni siquiera son de aquí”, además de que suelen padecer “delirios y problemas mentales”.
Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996) -tras la ocupación militar (1978-1992) por parte de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)-, el grupo Talibán estuvo, desde 1996 hasta 2001, en control de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio afgano.
La violenta administración talibana -caracterizada por las brutales violaciones a los derechos humanos, en particular de las mujeres y las niñas- fue derrocada en diciembre de 2001, cuando Afganistán fue escenario de una invasión militar, encabezada por Estados Unidos.
No obstante esa derrota, el movimiento se mantuvo, desde entonces, en resistencia armada.
Tras el retiro, hace algo más de un mes, de las tropas estadounidenses -las fuerzas extranjeras que mantenían la nueva ocupación en el país asiático-, la ofensiva talibana logró el objetivo de derrocar al gobierno del presidente (2014-2021) Mohammad Ashraf Ghani, cuando tomó el control de Kabul, el 15 de agosto de este año.