Muchas personas que intentan reducir el azúcar o iniciar un ayuno intermitente experimentan síntomas de “abstinencia”; su cuerpo está adaptado a depender de picos glucémicos constantes como fuente principal de energía

Desde el punto de vista neurobiológico y nutricional, el azúcar especialmente la sacarosa y la fructosa presente en alimentos ultraprocesados activa el sistema de recompensa del cerebro de forma muy similar a las sustancias adictivas. Al consumirla, se libera dopamina, un neurotransmisor asociado al placer y la motivación, lo que genera una sensación inmediata de bienestar. Sin embargo, este pico de dopamina va seguido de una caída abrupta en los niveles de glucosa en sangre, lo que provoca síntomas como ansiedad, irritabilidad, fatiga, antojos intensos y dificultad para concentrarse.

Estos efectos no son solo psicológicos: tienen una base fisiológica sólida. El consumo crónico de azúcar procesada altera la sensibilidad a la insulina, promueve la inflamación sistémica y puede interferir con procesos metabólicos clave, como la cetogénesis la producción de cuerpos cetónicos a partir de grasas, que ocurre durante el ayuno o en dietas bajas en carbohidratos. Por eso, muchas personas que intentan reducir el azúcar o iniciar un ayuno intermitente experimentan síntomas de “abstinencia”; su cuerpo está adaptado a depender de picos glucémicos constantes como fuente principal de energía.

Al igual que con otras adicciones, como el tabaco o el alcohol, los primeros días especialmente la primera semana suelen ser los más desafiantes desde el punto de vista metabólico y emocional. Pero una vez que el organismo se reajusta y comienza a utilizar grasas como combustible principal (entrando en cetosis o simplemente estabilizando la glucemia), muchas personas reportan una notable mejora en su energía, claridad mental, estabilidad emocional y control del apetito.

Desde la dietética y la nutrición, recomiendo reducir progresivamente el azúcar añadido especialmente el oculto en productos industrializados y reemplazarlo con fuentes de carbohidratos complejos, fibra, proteínas y grasas saludables, que ayudan a regular el apetito y mantener la saciedad. Los expertos sugieren limitar el consumo de azúcares libres a menos del 10 % de la ingesta calórica total diaria, y preferiblemente por debajo del 5 % para obtener beneficios adicionales para la salud.

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