Vicepresidenta de Uruguay: un componente clave para hacer frente a la multiplicidad de problemas que la población femenina regional enfrenta, consiste en la independencia económica de las mujeres
En materia de derechos de género, es necesario tener en cuenta la visión de las mujeres, lo mismo las urbana que las rurales.
La independencia económica de la población femenina constituye, en ese sentido, un aspecto clave, que está íntimamente ligado al empoderamiento en ese y en otros campos.
Exponente de esa línea de análisis, la vicepresidenta uruguaya, Beatriz Argimón, estima que, al respecto, existe una nueva agenda, que no está determinada por los partidos políticos.
“Cuando se habla de los derechos de las mujeres en el siglo 21, no basta con elevar el puño sino que hay que pensar lo que las mujeres quieren”, aseguró Argimón, durante una actividad llevada a cabo, en Buenos Aires, por la Embajada de Uruguay en Argentina, en el marco del Mes de la Mujer.
Ello implica, por igual, a “las de las ciudades, y las del interior profundo”, puntualizó, al impartir una conferencia sobre “Desafíos para la mujer en la política Latinoamericana”.
La vicepresidenta planteó que un componente clave para hacer frente a la multiplicidad de problemas que la población femenina regional enfrenta, consiste en lo que describió como “la independencia económica de las mujeres”.
Se trata, por una parte, de “darles la fortaleza de saber que pueden enfrentar su situación solas, independientemente de lo que la vida les depare”, comenzó a explicar.
Por otra parte, “tiene que ver con esas mujeres que quieren -solas o con sus parejas- ser mamás, pero sin embargo, saben que eso implica un retroceso en su vida profesional o en su vida laboral”, agregó.
Ante ello, “postergan la maternidad, y, de pronto, cuando (se) deciden, ya están en una edad donde aparecen problemas para concretar su maternidad”, siguió explicando Argimón, una defensora de los derechos de las mujeres.
En ese cuadro de situación, “hay una nueva agenda, que no dice ni de partidos políticos, ni de puños levantados”, dijo, a continuación.
“Hay un cambio, en la sociedad, que el sistema político debe asumir”, planteó la vicepresidenta, en modo de recomendación.
Sin embargo, reflexionó en el sentido de que “el sistema político siempre va más atrás que la realidad”.
Por tal razón es que “militamos por estos temas”, al evidenciar “fenómenos que realmente nos preocupan”.
Al respecto, subrayó el hecho de que “la pobreza de las mujeres es uno de los grandes problemas de nuestro continente”, ante lo cual, “por sobre todas las cosas, voy a seguir peleando por una mejor democracia”.
En declaraciones reproducidas, el 16 de marzo de 2021, en su sitio en Internet, por la entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), la vicepresidenta se refrió, en términos similares, en cuanto a atender la situación de la población femenina.
“Yo soy una convencida que visualizar a las mujeres en distintos lugares de decisión sirve por la batalla cultural”, lo cual “ya es un tema no menor”, planteó.
“Eso conlleva, por lo menos para mí, el tener una responsabilidad adicional”, agregó, en alusión a su desempeño de la vicepresidencia (2020-2025).
“Es que no tenés que olvidarte que también estás abriendo espacios a las que vienen y quieren (participar)”, señaló, para señalar que, “entonces, uno no puede perder de vista que ese también tiene que ser un cometido”.
“Muchas de las cosas que yo intento hacer tienen que ver con eso de que las mujeres tenemos una agenda diferente cuando llegamos, el no olvidarme de seguir ayudando a otras a abrir espacios en otros lugares donde también les es difícil”, precisó.
“Este lugar me permite seguir con el compromiso”, reafirmó, en referencia al cargo que desempeña.
Y aclaró, en calidad de advertencia, que, “en mi militancia por los derechos de las mujeres, a mí nunca me van a ver hacer discursos que fomenten el odio, pero tampoco voy a permitir que avancen los negacionistas o los que quieren que retrocedamos en nuestros derechos”.
