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Brecha de género en la agricultura causa pobreza e inseguridad alimentaria

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Cerrar brecha de género agrícola rescataría a 45 millones de personas atrapadas en inseguridad alimentaria. A nivel mundial las mujeres ganan 82 centavos frente a cada dólar que ganan los hombres

Si fuese posible cerrar la brecha de género en el sector agrícola mundial -incluida la desigualdad salarial-, más de cuarenta millones de personasdejarían de estar en situación de inseguridad alimentaria.

Ambas revelaciones están contenidas en el más reciente informe de la Organización de las naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) –“La situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios. Panorama General”-.

Citado, el 13 de abril, por Noticias ONU -la agencia informativa de Naciones Unidas-, el director del Departamento de Transformación Rural Inclusiva e Igualdad de Género de la FAO, Benjamin Davis, señaló que la desigualdad, en el caso de América Latina, es doblemente discriminatoria en el caso de las mujeres indígenas -por causa de género y de etnicidad-.

Entre los datos más impactantes presentados, en el informe, los autores del estudio señalaron que las trabajadoras agrícolas asalariadas -a nivel mundial- ganan 82 centavos frente a cada dólar que ganan los hombres.

En materia de inequidad Davis planteó que “las mujeres (…) participan en todas las dimensiones que forman parte de los sistemas agroalimentarios”.

Pero, “en general, las mujeres tienen un trabajo más informal, es más precario, a tiempo parcial, de escasa cualificación, y es más laborioso, y, finalmente, peor pagado”, agregó.

Otro elemento de la desigualdad es la mayor carga como cuidadoras no remuneradas, y el trabajo doméstico, que, a nivel mundial, es tres veces más alto para las mujeres”, planteó, a continuación, para agregar que “ahí es donde está la desigualdad”.

También existe inequidad en el ámbito salarial, indicó el funcionario, a Noticias ONU.

La razón no solo está ligada a la segregación ocupacional y la precariedad de las condiciones laborales antes mencionada”, ya que “otra razón es la discriminación a la que se enfrentan las mujeres: simplemente les pagan menos, por el mismo trabajo”, planteó.

Y eso es muy común, en muchos contextos”, señaló, a continuación.

Davis abordó, asimismo, el caso de América Latina, región respecto a la cual explicó que presenta características similares a las globales, y particularidades propias.

En el contexto de esta zona,la brecha de género es más importante en el proceso de transformación de la producción agrícola en productos de consumo”, señaló.

Ello, “debido al nivel de desarrollo de la región, y al número de empleos en los sectores secundario y terciario”, agregó, a consumación.

En el continente latinoamericano, la situación es bastante parecida, diría, al escenario que he descrito en términos a globales, en el sentido de que hay mucha desigualdad, en las condiciones de empleo, para las mujeres en América Latina”, precisó.

Esto es así, “en términos de la informalidad y la naturaleza precaria (del empleo), y siendo menospagado”, planteó.

La diferencia sería que, en los países en América Latina, la agricultura juega un papel menor en las economías”, señaló.

“Entonces, hay menos mujeres, en términos porcentuales, que están trabajando en el sector agropecuario”, indicó, de inmediato.

A nivel de la vulnerabilidad que, en términos generales, presenta la población indígena, las mujeresestán en situación particularmente precaria.

“Sufren una doble discriminación, por ser indígenas y por ser mujeres”, dijo el funcionario de la FAO.

Y esto tiene implicaciones muy importantes, para la vida de ellas y de sus familias”, advirtió.

Al presentar, en el informe, el “Panorama General” dela situación, los autores del documento de 16 páginas indicaron que es necesario fomentar la igualdad de género en el sector agroalimentario, a nivel mundial.

En tal sentido, explicaron que “los sistemas agroalimentarios, además de ser una importante fuente de empleo para las mujeres en el mundo, en muchos países constituyen una fuente de sustento más importante para estas que para los hombres”.

Así pues, empoderar a las mujeres y cerrar la brecha de género en los sistemas agroalimentarios mejora el bienestar de las mujeres y sus hogares, lo cual significa reducir el hambre, impulsar la generación de ingresos y fortalecer la resiliencia” de ese componente de la población femenina, agregaron, a manera de recomendación.

En opinión de los expertos internacionales, “la participación igualitaria de las mujeres en los sistemas agroalimentarios puede transformar los resultados individuales y globales”.

Sin embargo, la inequidad persiste, y es agudizada por las tareas –obviamente, no remuneradas- que losenraizados conceptos patriarcales imponen lo mismo a adultas que a niñas y adolescentes.

Pese a la importancia que revisten los sistemas agroalimentarios para los medios de vida de las mujeres y el bienestar de sus familias, estas tienden a desempeñar funciones que se consideran secundarias y a tener peores condiciones laborales que las de los hombres”, plantearon.

Tales condiciones implican que las trabajadoras del sector se desempeñan en condiciones que son, simultáneamente, “irregulares, informales, a tiempo parcial, de escasa cualificación, laboriosas y, por lo tanto, precarias”, destacaron.

Por si lo anterior fuese poco, “las mujeres tienen, además, una mayor carga como cuidadoras no remuneradas, lo que limita sus oportunidades de educación y empleo, indicaron los especialistas.

Esto les ocurre tanto a las que trabajan en la producción agrícola primaria, cuyos salarios y productividad son sistemáticamente más bajos que los de los hombres, como a las que trabajan en los segmentos no agrícolas de los sistemas agroalimentarios, donde su labor se desarrolla fundamentalmente en las posiciones de nivel inferior”, aseguraron, además.

De acuerdo con las líneas de análisis contenidas en el estudio, las normas y reglas sociales discriminatorias que perjudican a las mujeres y las niñas constituyen la base de la desigualdad de género y tardan en cambiar”.

Componente clave de ese cuadro de situación, “las actitudes hacia el trabajo de las mujeres fuera del hogar, la aceptabilidad de la violencia de género y otras normas que afectan a los medios de vida de las mujeres en los sistemas agroalimentarios siguen siendo peligrosamente restrictivas en gran parte del mundo”, explicaron.

De acuerdo con lo señalado en el análisis, en el esfuerzo hacia la igualdad de género, “hay tres elementos decisivos para avanzar”.

Por una parte, “para hacer el seguimiento de los avances en materia de igualdad de género en los sistemas agroalimentarios, evaluarlos y acelerarlos, es primordial recopilar y utilizar datos de alta calidad desglosados por sexo, edad y otras formas de diferenciación social y económica, y realizar una investigación cualitativa y cuantitativa rigurosa sobre las cuestiones de género”, plantearon los autores.

Además, “las intervenciones localizadas que abordan múltiples desigualdades y de las que se ha demostrado que cierran la brecha de género y empoderan a las mujeres en los sistemas agroalimentarios deben ampliarse con cautela”, indicaron, en la segunda recomendación.

Aunque colaborar con las comunidades por medio de enfoques transformadores en materia de género no deja de ser imprescindible, también es preciso que los gobiernos, el sector privado y las organizaciones internacionales y de la sociedad civil se esfuercen por inducir cambios positivos en las normas de género y en el acceso de las mujeres a los recursos en la debida escala”, preciaron.

Lo anterior, “a través de políticas nacionales, campañas y programas integrados de grandes dimensiones”, aclararon.

Par completar el panorama de acciones exitosas, las intervenciones se deben diseñar con idea de suprimir las desigualdades de género y empoderar a las mujeres”.

La probabilidad de que las intervenciones cierren la brecha de género en los sistemas agroalimentarios y produzcan mejoras positivas y duraderas en el bienestar de las mujeres es mayor cuando se integran medidas explícitas a favor de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres”, precisaron.

Igualmente, y, en la medida de lo posible, en dichas intervenciones habría que utilizar enfoques transformadores en los planos comunitario y nacional para abordar las normas y actitudes de género de carácter discriminatorio”, sugirieron.

En la visión de los expertos, “hacerlo, puede impulsar mejoras importantes en los ingresos y la resiliencia”.

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