Existen muchas situaciones que llevan a una mujer a sentirse sola, las más comunes son las rupturas amorosas o la falta de atención por parte de sus parejas.
“Carmen”-como la llamaremos en este ejemplo- es una mujer casada y tiene un hijo. Su esposo trabaja en horario nocturno y, en las mañanas cuando llega a la casa, duerme todo el día, dedicando únicamente su día libre para actividades familiares.
Ella, comenzó a sentir un vacío que no lograba llenar con nada, al punto de culpar a su marido por el estilo de vida que la familia tenía y por el suyo en ese momento. Esa carga, la absorbía día a día, fue ahí cuando se dio cuenta que necesitaba ayuda.
Durante su proceso terapéutico, se da cuenta que el sentir era únicamente suyo y que no se lo había manifestado a su esposo ni a otra persona, por miedo a agravar su situación.
Uno de los pasos más importantes, fue reconocer y aceptar que su soledad ella misma la había creado. Además, tomó la decisión de hablar con su marido sobre cómo se sentía y así sobrellevar la situación juntos, entendiendo que la vida hay que afrontarla y que podría desarrollar su creatividad para hacer un estilo de vida diferente.
Por ejemplo, propuso a su esposo que dediquen una vez cada 15 días para salir solos y fortalecer aquel primer amor como cuando eran novios.
En el caso de “Carmen”, la soledad se estaba convirtiendo en su enemiga, pero una vez que habló con un profesional en el tema, supo que no todo era malo y canalizó ese sentimiento en algo positivo para su vida.
Según la Dra. Maricel Umaña Picado, psicóloga, existen muchas situaciones que llevan a una mujer a sentirse sola; las más comunes son las rupturas amorosas o la falta de atención por parte de sus parejas, las cuales provocan una serie de sentimientos como rencor, tristeza o desilusión.
Además, explica que cada mujer vive de forma distinta las situaciones que enfrentan y el vacío que pueden generar esas mismas en su diario vivir; sin embargo, es importante mencionar algunos tipos de soledad que experimenta el género femenino:
- Soledad por algún duelo.
- Soledad por rechazo o discriminación.
- Soledad por no tener un cuerpo esbelto o no poder vestir a la moda.
- Soledad por abandono en la niñez.
- Soledad interna por no poder expresar los sentimientos.
- Soledad por timidez.
- Soledad por legado cultural; una mujer a los 30 años no debería estar sola porque “la dejó el tren”.
“Las mujeres por lo general vivimos intensamente nuestros sentimientos. En el caso de la soledad, solemos verla como un estado depresivo, una especie de vacío que no logramos llenar y que persiste diariamente, sin que podamos tomar el control de lo que le sucede”, detalló Umaña.
Uno de los consejos de la especialista, es siempre hablar de la situación que como mujer se está viviendo y la forma en como le está afectando, ya sea con un profesional en el tema, familiar o amiga de confianza, con el objetivo de lograr un desahogo y evitar situaciones de mayor riesgo.
Creciendo en soledad
Así como la soledad tiene su lado negativo, están aquellas mujeres que han logrado canalizarla de forma positiva, con el fin de lograr un conocimiento propio más profundo y alcanzar una mayor independencia emocional, personal y profesional.
Por ejemplo, existen casos en que la mujer se siente cómoda viviendo sola, mas no teniendo una vida solitaria, ya que convive normalmente con su familia, amigos o compañeros; ésta es aquella que usualmente se enfoca en tener independencia y éxito laboral.
También están las mujeres como el caso de “Carmen”, que han logrado superar etapas de soledad, tras un proceso de sanación interior y se han convertido en personas fuertes, emocional y personalmente.
Para la especialista, se debe aprender a disfrutar la soledad en todas las etapas de la vida aunque suene contradictorio, sin importar si dichas circunstancias son positivas o negativas; y así, poder conectarse con el “yo interno” y descubrirse o reinventarse para hacerle frente a la vida.
Entre las prácticas que pueden ayudar en este proceso, está la realización de nuevas actividades, como practicar un deporte; desarrollar habilidades como la pintura o cocina, aprender un idioma nuevo o simplemente reencontrarse con aquellas personas queridas con las que se perdió el contacto en algún momento.
“Si queremos sacarle provecho a la soledad, lo mejor es verla como una introspección, al punto de prestarle atención a nuestras debilidades y transformarlas en fortalezas, para el conocimiento, desarrollo y crecimiento”, finalizó la Dra. Umaña.
Dra. Maricel Umaña Picado, psicóloga