La investigación presenta diferentes tipos de estrategias de los hombres que someten a sus parejas y exparejas a su control, a través del dinero
Aunque muchos países firmaron la Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer «convención de belem do para» y otros tratados con similares objetivos, como el Convenio de Estambul, la violencia económica parece ser desapercibida por los gobiernos, incluso por los ciudadanos.
Según el estudio de Inmaculada Domínguez, investigadora de la Universidad de Extremadura y miembro del Instituto Polibienestar, publicado en el diario digital Público, hay tres manifestaciones claras de la violencia económica:
- El «control» de las cuentas, limitando el uso del dinero por parte de las mujeres
- La «explotación» económica, que supone que ella lleva un sueldo a casa, pero no dispone de él, mientras su pareja decide en qué se lo gasta
- El «sabotaje» laboral, que frena a las mujeres para que puedan generar sus propios recursos
Con el apoyo económico de la Unión Europea y el respaldo de las Asociaciones Clara Vive como la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas Carmen García Castellón, el estudio contempló la realización de entrevistas personales para conocer las historias de vida de 20 mujeres que han sufrido violencia económica, misma que se extiende hasta la expareja.
La línea de investigación del estudio de Domínguez se aplica en casos de mujeres que no habían sufrido violencia en pareja, pero que, al divorciarse, su relación se convierte en un infierno y es fue cuando empieza el abuso económico.
La investigadora comenta, que no se trata de exparejas que no puedan pagar una pensión por su situación económica, sino que, aun teniendo capacidad, prefieren mantener a su exesposa en tensión. A veces, esta violencia se manifiesta en gestos sutiles que no llegan a judicializarse. «Si tienen que pagarle el día 1, esperan hasta el 10 para que ella esté pendiente y les llame».
Sostiene el estudio que la violencia económica se extiende incluso cuando la relación sentimental con el maltratador se ha acabado, especialmente, cuando hay hijos en común. Si la violencia física termina con el abandono de la víctima del domicilio, la económica se prolonga a través del pago de pensiones alimentarias, de la hipoteca o de los gastos de los niños. Las exparejas no pasan la pensión o dilatan los procesos judiciales. A veces incluso interponen múltiples procesos para intentar arruinar a la víctima, les dicen que van a contratar a los mejores abogados para hundirlas.
Explica Domínguez que como la vivienda es una preocupación recurrente entre las mujeres, ésta se convierte en un mecanismo de chantaje, porque si tienen hijos, ella se queda en la casa familiar, pero la hipoteca la pagan a medias, y a veces ellos no pagan o lo hacen tarde, como maniobra de quebrar la seguridad de ellas.
Empoderamiento e independencia económica
Si bien es cierto que los gobiernos deben legislar para impedir las artimañas que se usan para ejercer la violencia económica contra las mujeres, también es necesario la concientización de las mujeres en empoderamiento e independencia económica.
Organizaciones como la CEPAL, impulsan la autonomía económica de las mujeres, que se explica como la capacidad de generar ingresos y recursos propios a partir del acceso al trabajo remunerado, en igualdad de condiciones que los hombres. Considera el uso del tiempo y la contribución de las mujeres a la economía.
El empoderamiento implica, según la ONU, que las mujeres participen plenamente en todos los sectores y a todos los niveles de la actividad económica para construir economías fuertes, establecer sociedades más estables y justas, alcanzar los objetivos de desarrollo, sostenibilidad y derechos humanos y mejorar la calidad de vida.
“La visión de ONU Mujeres sobre el empoderamiento económico se sustenta en tres criterios básicos y que se arraigan firmemente en la realización de los derechos económicos de las mujeres: transformación, participación e impacto. Las mujeres han de poder transformar sus propias vidas así como sus comunidades y sociedades y los mercados o actividades económicas en las que participan; han de poder participar en los procesos y espacios que afectan su independencia económica (mercado laboral, mercados de productos y servicios y los eslabonamientos globales de dichos mercados); y han de poder tener impacto dentro de sus hogares, en la comunidad y sobre la legislación y políticas (incluyendo los presupuestos públicos) que afectan su autonomía económica”, informa ONUMujeres, en América Latina y el Caribe.
Así como pueden haber hombres que apliquen mecanismos para que las mujeres sean dependientes de ellos, ejerciendo violencia económica, también existen acciones que impiden o mitigan que una separación empobrezca a las mujeres y la subordine al control machista, como lo son el empoderamiento desde temprana edad y la independencia económica.
Fuente: https://www.publico.es/sociedad/violencia-economica-dinero-arma-control-machista.html