Los terroristas islámicos sienten pánico con la idea de morir a manos de una mujer, pues creen que si esto llega a suceder, su alma irá al infierno.
–
“Es fácil ser valiente desde lejos”
Esopo
¿Qué es lo que le queda por hacer a una persona que representa una minoría en su país; un país que ni siquiera es suyo, por cierto. Una persona proveniente de un pueblo sin nación pues desde hace más de 60 años las grandes potencias no han podido decidir sobre las fronteras legales de sus tierras, por lo que este pueblo continúa habitando en un Estado en donde las leyes mantienen fuerte relación con una religión extremadamente patriarcal. Sumándole a esto, que esa persona sea mujer. Y se podría añadir que ella –a causa de todo lo anterior– sea considerada por algunos extremistas, un objeto de venta en los mercados negros por su calidad de “ser inferior”?
Tal vez la respuesta no nos suene tan atractiva debido a la particularidad pacífica de nuestro país, pero la respuesta sería luchar… hasta la muerte. De hecho, para algunas personas, esto es preferible al destino final que afrontan muchas mujeres kurdas en la actualidad.
Kurdistán
Como referí anteriormente, Kurdistán no es un país, es una región histórica preponderantemente montañosa y sin acceso al mar, dividida entre los límites de Turquía, Iraq, Irán y Siria. La historia del pueblo kurdo inicia “oficialmente” en la misma región, alrededor del 1000 a.C. Algunos historiadores los identifican con un pueblo medo o de su influencia. Esta población ha vivido toda su historia bajo el yugo de distintos imperios, como el Otomano, en el que tuvieron periodos tanto pacíficos como turbulentos.
La religión predominante de los kurdos es el islam, aunque varios de sus pobladores aún practican el yazidismo, su religión –digamos– original; una fe monoteísta preislámica de carácter sincretista que posee influencia de doctrinas como el zoroastrismo de los persas, el judaísmo y el maniqueísmo.
Cuando el Imperio Otomano se disolvió aproximadamente en 1922, como consecuencia de haber escogido el bando de los perdedores durante la Primera Guerra Mundial, todo su territorio se dividió en distintos países, siendo Turquía su actual vestigio principal. Entre los diversos tratados que redactaron los vencedores, en donde se estipulaban las nuevas fronteras del mundo, nacieron oficialmente varios países como Armenia, y de hecho Kurdistán iba a ser uno de ellos. No obstante, debido a la falta de compromiso de los países poderosos, sumado a la negativa de naciones como Iraq y Turquía, y añadiéndole la insatisfacción del pueblo kurdo con respecto a las pocas tierras que recibirían, los artículos del tratado referentes a Kurdistán nunca fueron ratificados.
El polémico Estado Islámico
El más o menos reciente y autoproclamado Estado Islámico, también conocido como E.I., Daesh, y (tal vez) con más popularidad mediática, ISIS, se ha instalado en distintos territorios a lo largo de Iraq y Siria, amenazando la paz mundial mediante ideales con una base doctrinal de carácter extremista, de islamismo suní fundamentalista. Tal vez para intentar «comprender» sus acciones es importante destacar que, cuando una masa de personas rigen sus actos de acuerdo a ideales vestidos de dogmas religiosos, que a la larga se transforman en fanatismo, están cediendo su razonamiento y su vida a cambio de una recompensa ‘elevada’. El líder maneja la recompensa, en este caso el E.I.; por lo que la voluntad de estas personas se vuelve increiblemente maleable. A pesar de que parte de la información sobre esta organización terrorista es bastante ambigua, desde sus objetivos y modos de operar (a veces burdos y hasta convenientes para sus presuntos opositores), hasta sobre la proveniencia de sus fondos de financiación, lo que no se puede negar es el impacto atroz que le han hecho sufrir a varias comunidades como los kurdos, especialmente a las mujeres, las cuales muchas han sido secuestradas, vendidas, explotadas y violadas.
Un punto interesante de la cuestión kurdos-estado islámico-religión es que, al parecer y debido a lo anteriormente anotado, los terroristas islámicos sienten pánico con la idea de morir a manos de una mujer, pues creen que si esto llega a suceder su alma irá al infierno. No es preciso saber en cuál versículo del Corán se basan para llegar a esta conclusión, pero sin duda es una creencia de la que la población kurda podrá sacar provecho; de hecho se dice que los extremistas, al ver que tendrán que luchar contra mujeres bien armadas, salen huyendo.
Women fighters of Kobane © free kurdistan
Las guerreras
Son muchos los jóvenes kurdos que se unieron en la lucha contra el E.I., y esto incluye a las féminas. Actualmente existen batallones integrados totalmente por mujeres; también hay campos de entrenamiento en donde ellas –la mayoría menores a 30 años de edad– son preparadas durante 3 meses para luchar. Estas jóvenes se han mostrado muy entusiastas y se unen por voluntad propia a las fuerzas armadas conocidas como YPJ (Yekineyen Parastina Jine) o YPG, como se puede apreciar en el documental “Mujeres kurdas: en guerra contra el ISIS”, en donde una de ellas, cuya edad difícilmente llega a los 20, comenta: “para mí, liberar a las mujeres de la esclavitud era más importante que estudiar; no sé qué ocurrirá después de la guerra, yo tengo un sueño como todos, me gustaría ser profesora (…)”. Todo este contexto ha hecho reflexionar a las kurdas acerca del papel de la mujer en la sociedad, no sólo en el ámbito de la guerra, sino también sobre el papel “tradicional” al que una mujer debe someterse a diario; de hecho muchas de ellas afirman que, de acabar la situación de conflicto, no volverán a la “esclavitud”, haciendo alusión a las tareas comunes del hogar y crianza.
Estos grupos femeninos han logrado cosechar varias victorias contra el E.I. hasta el punto de haberlos desplazado casi por completo del norte de Iraq. También, en el 2015 las fuerzas femeninas y masculinas kurdas lograron dispersar del poblado de Kobane a los combatientes del E.I., permitiéndole a los kurdos crear un “corredor” de asistencia que pudiera integrar el poblado liberado con otros cantones kurdos.
A pesar de que estas mujeres parecen estar luchando por los suyos y su libertad, no crean que reciben apoyo internacional. Estas agrupaciones con poco armamento y limitada preparación son consideradas por las listas de Estados Unidos y la Unión Europea como terroristas por su condición de guerrilla, y no poseen financiación alguna de los mismos.
Las luchas de objetivo incierto continúan en el medio oriente. Las mujeres kurdas ya han dejado constancia de que preferirán la muerte antes de ser presa de los extremistas o de dejar sus tierras a disposición de estos extraños personajes. Sobre el porvenir, Ángel García de la organización Mensajeros de la Paz, comenta: “es una guerra… casi más de doctrina, casi más de fanatismo… es una guerra que va seguir durando mucho porque hay algunos que a lo que no tienen miedo es a morir, y los que no tienen miedo a morir, ganan”.