Bien decía mi abuelita materna que el trabajo de la casa nunca termina. ¡Qué sabiduría!, si somos las primeras en levantarnos y las últimas en acostarnos

En el mes de las madres que recién se está estrenando, me hace mella aquellos comentarios que aún en este siglo se escuchan decir que la maternidad no es un trabajo; ¿Cómo va a serlo si se quedan en casa todo el día? ¡La expresión más soez para mis oídos!

Y es que quizá para muchos, es una simple función desvalorizada, cuando aún, no ha ni salido el sol y la mayoría de las mamás ya están levantadas.

Pero no culpemos del todo a esas personas que lo dicen, al final de cuentas algunas veces nosotras mismas tenemos el chip de decir que no trabajamos, cuando tenemos el trabajo más cansado del mundo, pero me atrevo a expresar que de los más hermosos, porque podemos estar cerca de los nuestros, viendo crecer a los hijos y no perdiéndonos de absolutamente nada de lo que sucede en el entorno y bueno, pues el tiempo no regresa, por lo que al estar en este puesto ya tenemos ganancia.

Bien decía mi abuelita materna que el trabajo de la casa nunca termina. ¡Qué sabiduría!, si somos las primeras en levantarnos y las últimas en acostarnos, después de no quitar ojo a los niños, alistarlos, educarlos, ocuparnos de los quehaceres del hogar, si da tiempo pasar la escoba, recoger juguetes, lavar ropa, correr para que el almuerzo esté listo, compartir con el compañero, hacer tareas con los chicos, jugar con ellos y un sinfín de actividades que no termino de mencionar.

¡Vaya trabajo! sin hora de entrada, sin tiempos de “break”, con el almuerzo frío, con reuniones hogarísticas y sin hora de salida.

Pero, sabían ustedes qué, según el Instituto Nacional de la Mujer (INAMU), en uno de sus informes presentados en el año 2019, informó del valor económico del trabajo doméstico no remunerado (TDNR), que para el 2017 estimó en 8,3 billones de colones en términos brutos, lo que equivale al 25,3% del Producto Interno Bruto (PIB) de Costa Rica. Esta cifra deja claro que las mujeres que trabajan en casa, aportan al país un significativo valor.

Por eso, no quiero victimizarlas mamás, quiero enaltecerlas y decirles que ante el mundo trabajan, no solo en casa, trabajan criando, educando, trabajan más que nadie y aunque económicamente no reciban un centavo, la sonrisa de los hijos y estar al tanto y compartir con la familia, es el mejor cheque que se pueda recibir.

Por eso mamá, a pata cruzada solo para tomarte una copa de vino y que la gente diga lo que quiera.  ¡Feliz día de la madre!

 

Katherine Nuñez Cascante

Periodista y Emprendedora

www.enloszapatosdemama.com