La crueldad de la represión de género que mantiene Afganistán es de tal naturaleza, que resulta imposible dimensionarla plenamente, denunció el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Al presentar, el 12 de setiembre, al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, un informe sobre la situación de las garantías fundamentales en el país ubicado en el centrosur asiático, el abogado austríaco Volker Türk, comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, aseguró que la situación general, en esa materia, es de colapso.

Víctimas principales de ese brutal contexto, son las mujeres y las niñas, planteó, al participar en el Diálogo Interactivo sobre Afganistán, llevado a cabo en el marco de la 54 Sesión del organismo mundial especializado.

De acuerdo con lo indicado, sobre la población femenina afgana, en el estudio de nueve secciones contenidas en 16 páginas, mujeres han sufrido violencia física, en retenes de seguridad, por no ceñirse a las estrictas disposiciones del régimen respecto a vestimenta.

En este caso, específicamente en lo que tiene que ver con el uso correcto del hijab -velo religioso que cubre la cabeza, el cuello, y los hombros, y que las mujeres, y niñas a partir de los siete años, están obligadas a llevar puesto-.

A manera de radiografía general, el funcionario aseguró que “los derechos humanos, en Afganistán, se encuentran en una situación de colapso que afecta gravemente a la vida de millones de mujeres, hombres, niñas y niños”.

“El país también se ha sumido en una grave crisis humanitaria y económica, en la que dos tercios de la población (nacional, estimada en algo más de 39 millones) necesitan actualmente ayuda”, precisó.

El peor cuadro de situación es el que incluye a la población femenina -lo mismo adulta que menor de edad-, destacó el comisionado.

“La dinámica impuesta por los talibanes, desde que tomaron el poder hace dos años, constituye un asalto sistemático a los derechos y libertades de la población, que se ceba especialmente en las mujeres y las niñas, y que las excluye de la mayoría de los aspectos de la vida pública y cotidiana”, agregó.

“El dramático nivel de opresión de las mujeres y niñas afganas, es de una crueldad inconmensurable”, denunció.

“Afganistán ha sentado un precedente devastador, al ser el único país del mundo donde se niega a mujeres y niñas el acceso a la educación secundaria y superior”, señaló, de inmediato, a manera de ejemplo.

“Las restricciones son cada vez más severas, y anulan las libertades fundamentales de las mujeres y las niñas, que se ven confinadas a las cuatro paredes de sus casas, a la invisibilidad”, siguió explicando.

“Este Consejo conoce ya la larga lista de restricciones y edictos misóginos”, agregó en alusión a las limitaciones que la teocracia musulmana impone a ese sector, que constituye un 49.5 por ciento de la población nacional.

Al enumerar algunas, mencionó: “prohibición permanente de la enseñanza secundaria y superior; obligación de llevar el hijab en lugares públicos, con castigos que se extienden a los familiares varones si no se cumple esta norma; prohibición del uso de parques, gimnasios, y baños públicos; prohibición del uso de salones de belleza; no viajar más de 78 km sin un mahram, o acompañante masculino; prohibición de trabajar para ONGs nacionales o internacionales, y ahora, las Naciones Unidas”.

Türk subrayó que “esta última prohibición es contraria a la Carta de las Naciones Unidas y a su principio fundamental de igualdad, lo que supone un obstáculo para los derechos humanos y para la respuesta humanitaria”.

“Las mujeres y niñas que se considere que incumplen con esta letanía de normas, se enfrentan a detenciones y encarcelamientos arbitrarios, a acoso e incluso a violencia física, al igual que sus familiares varones”, precisó el comisionado.

En más extenso detalle, la no gubernamental Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (Revolutionary Association of the Women of Afghanistan, Rawa) difundió, en agosto de 2021 -un año después de la instalación del misógino régimen talibán-, una lista de prohibiciones y castigos.

Fundada en 1977, como organización femenina independiente, Rawa se describe, en su sitio en Internet, como una agrupación que defiende los derechos humanos y la justicia social en el país.

Disposiciones discriminatorias

La nómina -que contiene disposiciones rayanas en lo ridículo- difundida por Rawa, y reproducida por medios de comunicación internacionales, consiste en:

“1. Completa prohibición del trabajo femenino fuera de sus hogares. Sólo unas pocas doctoras y enfermeras tienen permitido trabajar en algunos hospitales en Kabul.

  1. Completa prohibición de cualquier tipo de actividad de las mujeres fuera de casa a no ser que estén acompañadas de su ‘mahram’ -parentesco cercano masculino como padre, hermano o marido-.
    3. Prohibición de cerrar tratos con comerciantes masculinos.
    4. Prohibición de ser tratadas por doctores masculinos.
    5. Prohibición de estudiar en escuelas, universidades o cualquier otra institución educativa -los talibanes han convertido las escuelas femeninas, en seminarios religiosos-.
    6. Las mujeres han de llevar burka, que las cubre de la cabeza a los pies.
    7. Las mujeres que no vistan acorde con las reglas talibanas, o aquellas quienes no vayan acompañadas de su ‘mahram’, son sometidas a azotes, palizas, y abusos verbales
    8. Aquellas mujeres quienes no oculten sus tobillos, Azotes en público contra
    9. Lapidación pública contra las mujeres acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio.
    10. Prohibición del uso de maquillaje.
    11. Prohibición de hablar o estrechar las manos a varones que no sean su ‘mahram’.
    12. Prohibición de reír en voz alta.
  2. Prohibición de llevar zapatos de tacón, que pueden producir sonido al caminar -un varón no debe oír los pasos de una mujer-.
    14. Prohibición de montar en taxi sin su ‘mahram’.
    15. Prohibición de tener presencia en la radio, la televisión o reuniones públicas de cualquier tipo.
    16. Prohibición de practicar deportes o entrar en cualquier centro o club deportivo.
  3. Prohibición de montar en bicicleta o motocicletas, aunque sea con sus ‘mahram’.
  4. Prohibición de llevar indumentarias de colores vistosos. En términos de los talibán, se trata de ‘colores sexualmente atractivos’.
    19. Prohibición de reunirse con motivo de festividades o con propósitos recreativos.
    20. Prohibición de lavar ropa en los ríos o plazas públicas.
    21. Modificación de toda la nomenclatura de calles y plazas que incluyan la palabra ‘mujer’.
    22. Prohibición a las mujeres de asomarse a los balcones de sus pisos o casas.
    23. Opacidad obligatoria de todas las ventanas, para que las mujeres para que las mujeres no puedan ser vistas desde fuera de sus hogares.
    24. Prohibición a los sastres de tomar medidas a las mujeres y coser ropa femenina.
    25. Prohibición del acceso de las mujeres a los baños públicos.
    26. Prohibición a las mujeres y a los hombres de viajar en el mismo autobús. Los autobuses se dividen ahora en ‘sólo hombres’ o ‘sólo mujeres’.
    27. Prohibición de pantalones acampanados, aunque se lleven bajo el burka.
    28. Prohibición de fotografiar a mujeres.
    29. Prohibición de la existencia de imágenes de mujeres impresas en revistas y libros, o colgadas en los muros de casas y tiendas”.

¿Qué va a ser lo siguiente?

Durante su presentación en el Consejo de Derechos humanos, y ante los indetenibles atropellos a los derechos de las mujeres y las niñas, Türk preguntó:

“¿qué va a ser lo siguiente?”.

Al responder, advirtió que “cualquier perspectiva de un futuro estable y próspero, para Afganistán, depende de la participación de la mitad de la población”.

Por lo tanto, “negar, a las mujeres y las niñas, el derecho a participar en la vida cotidiana y pública, no solo les niega sus derechos humanos, sino que niega, a Afganistán, el beneficio de las contribuciones que ellas pueden ofrecer”, explicó, de inmediato.

En el informe, Türk señaló, en la quinta sección -“Políticas que afectan el disfrute de los derechos humanos”-, que, “desde que se apoderaron de Afganistán (…) las autoridades de facto han introducido una serie de edictos y pronunciamientos que, directamente, infringen los derechos humanos y las libertades fundamentales”.

“El impacto en las mujeres y las niñas -y en todos los aspectos de la vida- ha sido particularmente severo, con un alto número de medidas discriminatorias, anunciadas e implementadas, que les niegan participación en la vida pública, libertad de movimiento, salud, trabajo, educación, y lograr un adecuado nivel de vida, y, efectivamente, las confinan en el hogar”, explico.

“Además de las restricciones impuestas por las políticas mismas, su implementación ha implicado adicionales violaciones a derechos humanos”, denunció, además, en el texto.

“Frecuentemente, se documenta instancias de mujeres siendo hostigadas o golpeadas, en retenes (de seguridad) por no observas debidamente el (uso del) hijab islámico, según la interpretación de las autoridades de facto”, señaló.

También hizo mención de casos de mujeres a quienes “se ordenó que regresaran al hogar, desde el mercado, porque estaban haciendo compras sin un mahram”, indicó, a continuación, como otro ejemplo de la misógina de la dictadura ejercida por el terrorista grupo fundamentalista islámico Talibán (nombre que, en pashto -idioma el sur y el este afgano y el limítrofe norte paquistaní-, significa “estudiantes”).

Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996), el grupo estuvo, desde 1996 hasta 2001, en control de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio de Afganistán.

La violenta administración talibana -caracterizada por despiadadas violaciones a los derechos humanos, en particular de las mujeres y las niñas- fue derrocada en diciembre de 2001, cuando Afganistán fue escenario de una invasión militar internacional, encabezada por Estados Unidos.

No obstante esa derrota, el movimiento se mantuvo, desde entonces, en resistencia armada.

Tras el retiro, a mediados de 2021, de las tropas estadounidenses -las fuerzas extranjeras que mantenían la intervención-, la ofensiva talibana logró el objetivo de derrocar al gobierno del presidente (2014-2021) Mohammad Ashraf Ghani, cuando tomó, el 15 de agosto de 2021, el control de Kabul -por lo tanto, del país-.

En declaraciones reproducidas en 2022, por la Agence France Presse (AFP), algunas afganas cuestionaron las misóginas políticas impuestas por la teocracia, y refutaron la justificación religiosa esgrimida por el régimen de facto.

Al analizar la situación, la dirigente feminista Munesa Mubarez, denunció que la población femenina del país es rehén de la dictadura, y refutó el misticismo que el régimen pretende atribuir a las violaciones a las garantías fundamentales -específicamente, los derechos de las mujeres y las niñas-.

En ese sentido reflexionó que “estas restricciones, son como secuestrar a alguien: no cabe un enfoque religioso ni humanitario”.