Flor Rivera es oriunda de una comunidad rural en Nicaragua, desde donde se trasladó, con su padre, a Costa Rica, y, tras años de permanentes y considerables dificultades, logró establecer una cooperativa de producción artesanal de implementos para pesca camaronera, generando empleo para mujeres en precariedad socioeconómica.
Al relatar su compleja historia a Noticias ONU -la agencia informativa de Naciones Unidas-, la nicaragüense dijo que, habiendo padecido pobreza en su lugar de origen -una de ocho hermanas-, llegó, hace más de dos décadas, a la costera provincia de Puntarenas, en el oeste de Costa Rica.
Allí, se desempeñó, durante años, en diferentes pescaderías, limpiando camarón, según narró.
“Un trabajo para nada fácil, además de mal pago, en el que tuvo que sufrir discriminación y explotación laboral”, explicó Noticias ONU, en la nota informativa que, difunduida el 8 de marzo, tituló “El poder de las mujeres yace en su fuerza y determinación: la historia de Flor Rivera”.
“El camarón trae un ácido que lo suelta a medida que usted va trabajando. Entonces, si estás descabezando, la cabeza trae como una sierrita, y hay mujeres que se rompen todos los dedos, les quedan en carne viva como si se hubieran cortado con una Gillette (hoja de afeitar)”, expresó.
Esa actividad implica “una vida muy difícil, en medio de maltratos, muchas veces, en las pescaderías”, señaló, en alusión al ambiente machista imperante en esos centros de trabajo.
“Ellos maltratan a las mujeres, y el trabajo que uno hace”, continuó relatando, para agregar que, “si uno se cae, o se enferma, no hay como recurrir a una clínica, no hay nada de eso”.
“Era una vida muy difícil, pero a la vez era el medio que uno utilizaba para traer el alimento a su casa, y para sacar a sus hijos adelante”, reflexionó.
“Muchas veces, uno se quería venir temprano, porque tenía que recoger a sus hijos en la escuela, pero el dueño de la pescadería te decía: ‘si te vas, mañana no vengás a trabajar. No salen hasta que terminen, así sean 8 o 9 de la noche. Ustedes me dejan ese camarón porque yo lo necesito’, decían, y era obligado, porque si no, usted sabía que la castigaban una semana o varios días y no te llamaban”, agregó.
“Por la necesidad uno decidía quedarse, muchas veces pensando en que sus hijos estaban solos, y que llegaba la tarde noche y que uno todavía no podía irse”, dijo, asegurando, además, que “son situaciones muy difíciles”.
“Muchas veces deje a mi hija mayor con mi hija de añito y medio, que viniendo de la escuela la persona que me cuidaba la bebé se la pasaba, para que ella la cuidara el resto de la tarde para yo no pagar todo el día de cuido, porque no iba a ganar los suficiente para pagar a la persona que me cuidara la bebe y que me quedara para sobrevivir”, precisó.
En ese sentido, indicó que se ha hecho cargo, sola, del cuido de sus tres hijos, a causa de que el padre de los niños habitualmente ha trabajado fuera de Puntarenas.
“Él nunca ha estado en casa, siempre se iba a trabajar largo (lejos), a San José (la capital nacional), a (la norteña ciudad de) Liberia, a cualquier parte del país que hubiera trabajo y siempre permanecía yo sola”, indicó.
“Lo que él ganaba, al ser peón de construcción, apenas alcanzaba para pagar la luz y el agua, y algo de víveres. Entonces, yo siempre he estado sola, y sigo sola”, subrayó.
Luego de aproximadamente un año sin trabajo -tiempo en el que sobrevivió realizando trabajo de limpieza doméstica, al final de 2018, seis camaroneras -incluida Rivera- recibieron capacitación, de expertos estadounidenses, en la elaboración artesanal de señuelos para redes de pesca de camarón, indicó la agencia informativa.
Recibido el curso de una semana, las seis mujeres obtuvieron un espacio, para trabajar en su nueva habilidad, en una fábrica local de hielo, y, dada la brevedad de la capacitación, “empezamos a ver cómo era que hacíamos para que esos señuelos quedaran bien”, relató la nicaragüense
En tal contexto, el grupo decidió constituirse legalmente, para recibir apoyo de diferentes cooperantes, coyuntura en la cual crearon la Cooperativa Brujas del Mar, grupo de trabajo que las fundadoras ampliaron mediante la incorporación de otras camaroneras, según Noticias ONU.
Al explicar el origen del llamativo nombre de la cooperativa, Rivera narró que, “cuando uno va a la playa, si usted va y se sienta y deja que la brisa le toque, uno siente una paz y una tranquilidad y siente que esas olas vienen y van y muchas veces se llevan lo que uno no quiere tener”.
“El mar es algo tan bello que nos hicimos llamar brujas del mar, porque se supone que las sirenas eran las brujas del mar y las sirenas tenían algo mágico, y el mar tiene algo mágico para todas nosotras”, puntualizó.
Las “brujas” fueron golpeadas económicamente por la pandemia mundial de la Enfermedad Coronavirus 2019 (Coronavirus Disease 2019, Covid-19), lo que les significó, al igual que a millones de personas -principalmente, mujeres-, a nivel global, la pérdida de ingresos.
“Al venir la pandemia, cerraron las pocas pescaderías que traían camarones de laguna, para pelar o descabezar”, señaló Rivera.
“Por más de tres o cuatro meses (en 2020), no hubo un sólo movimiento de ir a ganarse algo”, lo que, “para mí, fue muy difícil”, agregó, a continuación.
“Empecé a hacer tortas de arroz de leche, las compañeras comenzaron a vender algunas cosas o haciendo rifas”, crítico marco de situación en el cual “siempre nos reuníamos -aunque sea una vez al mes, o cada quince (días)-, para ver que salía, a movilizarse a ver qué podíamos hacer”, siguió narrando.
No obstante el monumental obstáculo al que estaban enfrentadas, la nicaragüense y sus compañeras de cooperativa, formalizaron legalmente el grupo de trabajo.
“Decidimos, en medio de esa pandemia, hacer los trámites de la legalización de la cooperativa”, gestión que insumió, el año pasado, los meses de marzo -cuando la crisis sanitaria mundial golpeó a Costa Rica- a agosto, indicó.
Así, “nos constituimos como cooperativa, legalmente, y nació oficialmente Coope Brujas del Mar”, y, “desde entonces, hemos seguido ahí, siempre con la ilusión de fabricar y vender”, planteó, la actual gerenta de la agrupación con fuerte orientación de género.
Rivera dijo que elk objetivo del grupo consiste, en un contexto laboral marcado por el machismo y la desigual de género, en sus diversas manifestaciones -incluida la monetaria-, en “hacer realidad ese sueño, que ha sido para ese grupo de mujeres lo que nos mantiene, con la fe y la esperanza de poder llegar, un día, a obtener un salario digno, un beneficio para el sustento de nuestra familia”.