Casi 1 de cada 10 niñas latinoamericanas deja de ir a la escuela por la falta de acceso a productos sanitarios e higiene menstrual
La pobreza menstrual es la falta de acceso a productos sanitarios, educación sobre higiene menstrual, baños, jabón, instalaciones de lavado de manos y, o, gestión de los desechos, para cuidar la higiene y, por tanto, la salud durante el periodo menstrual de las niñas y mujeres.
Las mujeres y las jóvenes que menstrúan son muchas veces excluidas de actividades básicas en todo el mundo, unido a la vergüenza cultural asociada a la menstruación, lo cual impiden que vayan a la escuela y trabajen todos los días. Por ejemplo, en Nepal, por las mujeres que menstrúan son consideradas impuras por su comunidad y son desterradas a chozas durante sus ciclos.
Según datos de UNICEF, (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en inglés), a nivel mundial, 2,3 millones de personas viven sin servicios básicos de saneamiento y en los países en desarrollo, solo el 27% de las personas tienen instalaciones adecuadas para lavarse las manos en sus hogares. No poder usar estas instalaciones hace que sea más difícil para las mujeres y las jóvenes manejar sus períodos de manera segura y con dignidad.
Esta situación ha obligado a que países como Estados Unidos, haya aprobado leyes que obligan a las escuelas a proporcionar productos menstruales a las estudiantes, considerándolos esenciales, sin embargo, según UNICEF, aún hay mucho trabajo por hacer.
«Satisfacer las necesidades de higiene de todas las adolescentes es un tema fundamental de derechos humanos, dignidad y salud pública», dijo Sanjay Wijesekera, ex Jefe de Agua, Saneamiento e Higiene de UNICEF.
Un ejemplo de la indiferencia hacia este problema, es que hasta el 2018, las prisiones federales de los Estados Unidos brindaron productos menstruales de manera gratuita, y se logró por las acciones de grupos de activistas que se movilizaron para presionar a diferentes instituciones gubernamentales para erradicar la pobreza menstrual en este país.
Los productos menstruales tienen que verse como una necesidad de salud, que apoya políticas que protegen a las estudiantes que menstrúan y financie productos menstruales en los baños escolares.
«Satisfacer las necesidades de higiene de todas las adolescentes es un tema fundamental de derechos humanos, dignidad y salud pública», dijo Sanjay Wijesekera, ex Jefe de Agua, Saneamiento e Higiene de UNICEF.
La higiene menstrual inadecuada afecta a distintas poblaciones en el mundo desarrollado y en desarrollo, y las mujeres que viven en la pobreza son especialmente vulnerables. No contar con agua, productos e instalaciones en centros públicos como los educativos, hace que sea más difícil para las mujeres y las jóvenes manejar sus períodos de manera segura y con dignidad.