La prohibición viola las obligaciones de Afganistán en virtud de la legislación internacional sobre derechos humanos, e infringe el principio de no discriminación
La prohibición de que las afganas desempeñen labores para Naciones Unidas, en Afganistán, constituye una violación a los derechos de la población femenina, además de que impide que la organización mundial haga llegar asistencia humanitaria vital a la población.
Lo segundo, a raíz de que las trabajadoras constituyen la fuerza de tarea esencial para comunicarse con las personas destinatarias de la ayuda -principalmente las mujeres-.
Al transmitir la posición del secretario general de Naciones Unidas, el portugués António Guterres, sobre esa situación, el portavoz del funcionario, el francés Stéphane Dujarric, aseguró que la ilegal medida impuesta por la misógina dictadura religiosa afgana es, además, violatoria de legislación internacional en materia de derechos humanos.
La opinión de Guterres fue difundida un día después de conocerse la decisión del régimen.
El secretario general considera que “se trata de una violación de los derechos humanos fundamentales inalienables de las mujeres”, indicó Dujarric, el 5 de abril, durante la cotidiana conferencia de prensa que tiene lugar en la sede de la organización mundial, en la nororiental ciudad estadounidense de Nueva York.
“También viola las obligaciones de Afganistán en virtud de la legislación internacional sobre derechos humanos, e infringe el principio de no discriminación, que es un principio básico que sustenta la Carta de las Naciones Unidas”, aseguró.
“El personal femenino es esencial para las operaciones de las Naciones Unidas, incluida la prestación de asistencia vital”, precisó.
Por lo tanto, “la aplicación de esta decisión perjudicará al pueblo afgano, millones de personas que necesitan asistencia”, advirtió, a continuación.
La situación esbozada por Dujarric deriva de la arbitraria interpretación del Corán -el libro sagrado del Islam-, a partir de la cual los talibanes privan, brutalmente, a las mujeres, del ejercicio de los derechos humanos -lo que incluye severas limitaciones en lo que respecta a comunicación con hombres-.
Ello hace imprescindible la conexión entre las trabajadoras afganas de Naciones Unidas, y las mujeres y las niñas habitantes de las diferentes comunidades.
En tal contexto, Guterres “hace un llamamiento, a los talibanes, para que revoquen inmediatamente la decisión y anulen todas las medidas que restringen los derechos de las mujeres y las niñas al trabajo, la educación y la libertad de movimiento”, agregó Dujarric.
La dictadura religiosa se caracteriza por violar los derechos humanos, en general, y, con particular crueldad, las garantías fundamentales de la población femenina, lo que, entre otras arbitrarias políticaspatriarcales, impide, a las mujeres y a las niñas a partir de la edad 12 años, acceso a la educación, además de que las obliga a usar hijab –velo religioso que cubre la cabeza y los hombros-.
En declaraciones reproducidas, el 16 de agosto de 2021, por la agencia española informativa Efe, una afgana identificada -por razones de seguridad- solamente como Khadija, proporcionó, con particular precisión, una descripción del régimen teocrático afgano, incluida la arbitraria implementación que hace, lo mismo del Corán que de la Sharia -legislación islámica-.
“Los talibanes son como animales, no entienden el Corán”, dijo, entonces, Khadija, para agregar que “no entienden qué es Afganistán”, lo que, a su vez, resulta que, “muchos, ni siquiera son de aquí”, además de que suelen padecer “delirios y problemas mentales”.
Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996), el fundamentalismo Talibán estuvo, desde 1996 hasta 2001, en control de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio nacional.
La tiranía teocrática -que se caracteriza por despiadadas violaciones a los derechos humanos, en particular de la población femenina- fue derrocada en diciembre de 2001, por una invasión militar internacional, encabezada por Estados Unidos.
No obstante esa derrota, el movimiento se mantuvo, desde entonces, en resistencia armada contra la ocupación foránea.
Tras el retiro, a mediados de 2021, de las tropas estadounidenses -las fuerzas extranjeras que entonces mantenían la intervención-, la ofensiva talibana logró el objetivo de derrocar al gobierno del presidente (2014-2021) Mohammad Ashraf Ghani, cuando tomó, el 15 de agosto del año pasado, el control de Kabul, la capital nacional -por lo tanto, del país-.
En respuesta a preguntas de periodistas, durante la conferencia de prensa, Dujarric informó que el régimenhizo saber, respecto a la prohibición de trabajo femenino para Naciones Unidas, que “la orden se aplicaría a todo el país”.
“Para el secretario general, cualquier prohibición de este tipo es inaceptable y «francamente inconcebible”, indicó el vocero.
“Huelga decir -pero, desgraciadamente es necesario decirlo- que el personal femenino es esencial para que las Naciones Unidas presten asistencia vital”, subrayó, para agregar que “tales órdenes, como hemos visto hoy, violan los derechos fundamentales de las mujeres e infringen el principio de no discriminación”.
En alusión a la nueva decisión misógina del régimentalibán, Dujarric aseguró que, sin perjuicio de ello, seguiremos buscando todas las vías para garantizar que podemos llegar a las personas más vulnerables, especialmente mujeres y niñas”.
De acuerdo con datos oficiales, citados el 5 de abril por Noticias ONU -la agencia informativa de Naciones Unidas-, la organización mundial está llevando ayuda humanitaria a 23 millones de afganos -mujeres, hombres, y menores de edad-, en el país asiático cuya población total es de casi 40 millones.
El portavoz de Guterres indicó, en la conferencia de prensa del 4 de abril, que, “actualmente, la organización tiene a unas 4,000 personas trabajando en Afganistán, de las que unas 3, 300 son naturales del país”, sin precisar la proporción de mujeres.
Noticias ONU informó, también el 4 de abril, que la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (United Nations Assistance Mission in Afghanistan, UNAMA), “inicialmente (…) había anunciado que los talibanes habían prohibido trabajar, a sus empleadas, en la provincia oriental de Nangarhar”, fronteriza con Pakistán.
El medio de comunicación internacional citó, además, declaraciones formuladas, en marzo, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, por la jefa de Unama y representante especial de la organización mundial en Afganistán, la kirguisa Roza Isakovna Otunbayeva.
Respecto a las prohibiciones impuestas a la población femenina -entre otras, la limitación laboral-, la funcionaria internacional denunció que, “en un momento en que (Afganistán) necesita todo su capital humano para recuperarse de décadas de guerra, la mitad de sus potenciales médicos, científicos, periodistas, y políticos está encerrada en sus casas, sus sueños aplastados, y sus talentos confiscados”.
Al respecto, reflexionó que, bajo la teocracia talibana, Afganistán es “el país más represivo del mundo, (en cuanto a) los derechos de las mujeres”.