Con la llegada de la pandemia, aprendimos que las oficinas no son necesarias si tenemos los espacios en casa, en las condiciones requeridas para cumplir con el trabajo, y las especificidades requeridas por el empleador.
La pandemia del Covid 19 que nos sorprendió en marzo 2020 nos ha enseñado muchas cosas. Aprendimos que la tecnología no es un lujo sino una necesidad; que la conectividad no debe ser un privilegio sino un derecho; y que la educación virtual debe mejorar para todos los niños y jóvenes.
Aprendimos que las oficinas no son necesarias si tenemos los espacios en casa, en las condiciones requeridas para cumplir con el trabajo, y las especificidades requeridas por el empleador.
También no enseñó que no todos los empleos son teletrabajables, y que la autoregulación y la responsabilidad son fundamentales para lograr los objetivos deseados. Además, los entornos familiares se hicieron más complejos. Los hogares se convirtieron en oficinas, en escuelas, colegios, centros de entretenimiento y gimnasios; además de dormitorios y comedores. Los padres de familia empezamos a ser un poco más “educadores”, y los chicos un poco más colaboradores.
Y sin lugar a dudas, la pandemia nos reforzó la enorme importancia de promover nuevas formas de jornadas laborales. No se trata de eliminar las existentes, ni de cambiarlas; se trata de entender que el mundo cambió y que necesitamos promover algunas otras nuevas modalidades de jornadas que nos permitan trabajar para empresas formales, y lograr una mejor conciliación de trabajo y familia. Se trata de trabajar las mismas horas, pero acumuladas de formas que nos permitan disfrutar mejor de nuestras familias sin descuidar el trabajo. Se trata de aprovechar cuando hay trabajo (que cada día parece más un lujo que un derecho), y por qué no; se trata de incentivar la productividad.
La pandemia nos deja como enseñanza que los profesionales para ejercer no se deben trasladar hasta San José, que pueden llevar progreso a sus comunidades si viven, trabajan y consumen ahí. También la modalidad virtual nos demuestra que Costa Rica tiene mucho que hacer para mejorar sus niveles de conectividad, que las municipalidades son esenciales en la cadena de valor de una empresa y una comunidad, y que la familia es esencial para salir airoso de esta pandemia.
En este sentido, esperamos que el proyecto de jornadas excepcionales sea aprobado en los próximos días; y que nos permitan acumular la jornada de manera que podamos cumplir mejor con nuestros roles de familia y trabajo. No es para todos, sino para aquellos empleos que por su naturaleza lo permitan. Hacerlo, mejorará la competitividad del país pues somos una economía muy de servicios, podría abrir más fuentes de empleo y promover la formalidad; tan necesaria en estos momentos, en particular para mujeres y jóvenes.
Además, de las jornadas acumulativas, es deseable que Costa Rica legisle hacia la modalidad de trabajo virtual, que permitirá que las personas con responsabilidad de cuido puedan aprovechar las horas “libres” en actividades formales que permitan generar nuevas fuentes de empleo.
La empatía es fundamental para promover estos cambios, además, de la productividad. Comprender la realidad del entorno empresarial, y de las familias es la mejor forma de buscar la conciliación entre trabajo y familia; y espero que la Asamblea Legislativa como lo ha hecho en estos años, actúe con celeridad y responsabilidad, y apruebe esta iniciativa que nos da más opciones para promover la formalidad.
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Shirley Saborío Marchena
Socia Directora
Saborío Consultores