Deborah Suc, es la primera mujer de la etnia indígena poqomchí, graduada en ingeniería agrónoma -con maestría en formulación y evaluación de proyectos
Deborah Suc ha tenido éxito en romper barrerasimpuestas por el patriarcado guatemalteco: es la primera mujer de la etnia indígena poqomchí,graduada en ingeniería agrónoma -con maestría en formulación y evaluación de proyectos-, quien se desempeña como técnica de campo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas.
El haber superado los discriminatorios obstáculos -por etnia y por género- profundamente enraizados en la sociedad de Guatemala, permiten, a Suc, desarrollar labor social, de reafirmación identitaria, en su comunidad de origen lo mismo que en la q’eqchí.
El pueblo poqomchí está asentado principalmente en el norteño departamento (provincia) de Alta Verapaz, mientras que el q’eqchí habita mayormente en los departamentos de Alta Verapaz y Petén -el segundo, limítrofe lo mismo con Belice que con México-.
Al relatar la historia de Suc, en un artículo que difundió el 8 de agosto, Noticias ONU
-la agencia informativa de Naciones Unidas- indicó que, al observarla desempeñarse profesionalmente, con el PMA, “sus propios paisanos se sorprenden de que sea uno de los suyos”.
El medio de comunicación señaló, asimismo, que la ingeniera agrónoma “trabaja en la implementación de las actividades de resiliencia en comunidades indígenas” de ambas etnias mayas, y que desempeña su labor en el sector de San Cristóbal, en Alta Verapaz.
Citada en el artículo de Noticias ONU, la profesional indígena señaló que uno de los principales impactosde su desempeño en esas poblaciones radica en que escucha a las personas con quienes interactúa.
“Muchas de las personas con las que trabajamos solo esperan un poco de atención, a alguien para conversar y ser escuchadas”, reflexionó.
“Cuando era niña, creía que sólo siendo médica podía ayudar a las personas, pero hoy sé que como ingeniera agrónoma también puedo transmitir mis conocimientos”, agregó.
Esto incluye la concientización de que es posible derribar las machistas barreras de género.
“Por ejemplo, que las mujeres pueden trabajar la tierra como los hombres”, indicó.
“Ahora me doy cuenta de que, con lo que hago, contribuyo a disminuir la pobreza y el hambre en las familias, porque les doy ideas, y las personas van cambiando sus comportamientos (tradicionales)”, agregó.
En ese sentido, expresó que “me gusta trabajar directamente con las personas beneficiarias, dar un taller, liderar una reunión, o capacitar a las familias, porque es el espacio para conocerlas, visitar los hogares, y que puedan contar cómo se sienten”.
“Uno piensa que va a enseñarle a las personas, pero, al trabajar directamente, uno aprende de ellas, también”, planteó.
Suc se refirió, asimismo, a su historia personal en materia de discriminación.
“Recuerdo que cuando estudié en la universidad, me hacían bromas muy pesadas”, por su doble condición de mujer e indígena.
Además, “cuando llego a algunos lugares con mi traje (el atuendo típico de su etnia), se me quedan viendo con expresión despectiva”, agregó, a continuación.
“En una ocasión, mientras esperaba para empezar un taller en una institución de gobierno relacionada con la educación, una persona se me acercó para entregarme los trastes (vajilla) sucios, porque pensó que era la persona de limpieza”, y “se sorprendió mucho, cuando se dio cuenta que yo iba a facilitar el taller”.
La profesional aseguró que, si bien la discriminación la golpeaba considerablemente, hasta hace cierto tiempo, ha superado el denigrante fenómeno social mediante la valoración de su identidad étnica.
Al respecto, aseguró que, “antes, me afectaba mucho la forma en que me veían, pero, ahora, ya no me tomo el tiempo de ponerle atención, porque me siento muy orgullosa de ser quien soy, de la mamá y el papá que tengo, de la persona que soy ahora”.
Foto: Noticias ONU, Nelson Pacheco