Las hermanas Boreá, Mandeí, y Maytá son las líderes de la comunidad indígena juma, en el sector sur del noroccidental estado brasileño de Amazonas, que parecía, hace tres décadas, destinada a extinguirse

Cuando el último hombre de la aldea murió, hace dos años, atrapado por la pandemia de Covid-19, que en ese momento golpeaba masivamente al planeta, la única familia del lugar perdió a su jefe, lo que determinó que una de sus tres hijas asumiera el liderazgo.

Al abordar, en un artículo que difundió el 4 de diciembre, lo ocurrido en esa comunidad, la agencia informativa estadounidense The Associated Press (AP) indicó que, “hasta hace poco, el pueblo juma parecía destinado a desaparecer como innumerables otras tribus amazónicas”, a causa de la persistente invasión, de personas no indígenas, en sus tierras ancestrales.

“A finales de la década de 1990, la última familia que quedaba estaba formada por tres hermanas -Boreá, Mandeí, y Maytá-, y su padre -Aruká, de unos 50 años-“, agregó.

“En 2021, Aruká murió de COVID-19 y provocó obituarios como el del The New York Times que decía que el ‘último hombre de su tribu’ había fallecido, lo que puso a los juma, una sociedad patriarcal, al borde de la extinción”, AP siguió narrando.

Sin embargo, Aruká y sus hijas venían consolidando una estrategia consistente en preparar a Mandeí, de modo que gradualmente asumiese el liderazgo, algo sin precedente en el contexto social patriarcal de las comunidades en la región amazónica, de acuerdo con lo señalado en la versión periodística.

Citada por la agencia informativa, Mandeí relató que, en ese proceso, “me interesé en intentar reunir más fuerzas”.

“Así que comencé a asumir el rol de líder, la primera mujer en hacerlo”, agregó.

“Mis hermanas y mi padre me animaron a asumir el cargo”, puntualizó.

Al respecto, AP indicó que “fue la primera mujer en convertirse en jefa en esta parte de la Amazonía”.

También indicó que, “en el brazo izquierdo, tiene el tatuaje del arco y la flecha de su padre”, precisando, a continuación, que “el arco y las flechas reales están en su casa, y son mostrados, con orgullo, a los visitantes”.

La agencia informó, asimismo, que ante la urgente necesidad de recuperar la densidad poblacional de su comunidad, “Mandeí y sus hermanas tomaron la decisión de casarse con hombres de otras tribus, y mantener el linaje de su pueblo a pesar de una tradición patrilineal”.

“Hoy, contra todo pronóstico, los juma se recuperan”, indicó el medio de comunicación, además de relatar que, “en su territorio, a dos horas de viaje en una embarcación desde la carretera más cercana, su aldea está llena de vida”.

“Niños de diferentes edades juegan en el río, la gente pesca con redes y cañas y regresa al agua los peces pequeños, las mujeres muelen yuca para hacer harina, manualmente, con lo que ahorran el escaso combustible para los generadores durante la noche, otros, salen a cazar”, según la versión periodística.

“A lo largo del día, la gente se reúne en una maloca elevada, o edificio común, diseñado al estilo tradicional juma, para comer, atender a sus guacamayas y loros, descansar en hamacas durante las horas más calurosas, triturar yuca y revisar mensajes de WhatsApp en sus celulares conectados a internet mediante una antena parabólica”, precisó el medio de comunicación.

En cuanto al liderazgo de Mandeí, AP informó que la indígena “ha sido jefa de los juma durante más de una década, y, recientemente, dejó el puesto a su hermana mayor, Boreá”.

Mandeí narró que, cuando comenzó a asumir la responsabilidad de dirigir a su comunidad, “como éramos pocos, la gente no nos reconocía, no nos respetaba”.

“Como éramos pocos, la gente no nos reconocía, no nos respetaba”, dijo.

“Nunca había habido una lideresa, y, entonces la gente vino a decirme: ‘No debiste haberlo asumido, porque eres mujer’”, siguió narrando, para subrayar que “me adapté, para buscar soluciones para nuestro pueblo”.

Mandeí señaló que no obstante haber logrado la salvación de su comunidad, le preocupa el hecho de los actuales 24 habitantes de su aldea “son, todavía muy pocos”, a lo que se suma el hecho de que aún “no hay suficientes hombres juma para aumentar la población”.

También dijo que las tres hermanas se esfuerzan, igualmente, por “transmitir las tradiciones de los juma a las generaciones siguientes”, y aseguró que “la mayor responsabilidad, que comparto con mis hermanas, es no perder la cultura juma, tal como nos la enseñó nuestro padre”.

Foto: André Cook