La música es revitalización y debería formar parte consciente y activa de nuestras vidas

Todos somos musicales. Cada persona posee en su interior el don de la música. Es algo intrínseco a nuestra naturaleza. La música nos ha rodeado y alimentado desde el momento en que fuimos concebidos: desde los sonidos que nos llegaron a través de los líquidos amnióticos durante el embarazo de nuestra madre hasta los rítmicos latidos de nuestro propio corazón. La música y el ritmo son en sí vida.

Hay que participar en la música como hicimos de niños. Esto no significa limitarse a escucharla o utilizarla para llenar vacíos de silencio en nuestras vidas. Debemos aprender de ella a partir de una perspectiva completamente nueva. Tenemos que damos cuenta de que la música encierra todas las maravillas y la clave de los milagros de la vida. La música conlleva todos los principios vitales: naturales y espirituales. La verdadera música nos allanará el proceso del cambio y el desarrollo.

Es un hecho comprobado que el niño responde al sonido incluso en el útero. Ahora la tierra es nuestra madre nuestro útero (metafóricamente) y tenemos que aprender a trabajar con los sonidos de la tierra con mucha más creatividad que en el pasado. Nadie tiene que poseer un «don» para sacar provecho del trabajo con el sonido sanador. Los músicos son excepcionales, pero solamente poseen el «don» en el sentido de que reciben el citado don, que está al alcance de todos, de forma voluntaria y total disposición. Ellos han tomado lo que forma parte de todos nosotros, lo que se ofrece a todos nosotros, y lo han enaltecido y se lo han hecho suyo. Aunque nosotros no podamos ser músicos, ¡todos podemos ser musicales!

Las consecuencias de una elevada conciencia y la comunicación divina viven en la música. Cuando se interpreta, la música continúa vibrando en el campo de la energía más allá de nosotros mucho después de que el sonido actual se haya desvanecido de la conciencia audible. Fijémonos como a menudo oímos una melodía por la mañana, y zumba en nuestros oídos o la continuamos oyendo durante el resto del día. Este fenómeno dice mucho sobre los efectos espirituales y continuos de la música. Incluso nos plantea que la posibilidad de comunicar con lo invisible es inconmensurable.

La sociedad moderna considera la música en dos sentidos, como una forma de arte y como un producto comercial. La música debe considerarse de una tercera manera: como un poder de la fuerza universal. Es una fuerza que se trataba con gran respeto en los tiempos antiguos. Se reconocía que la emisión de sonido era una mediación externa y audible de la transformación interna, que la música era una relación de un tono con otro y que toda la vida era la relación de una persona con otra.

Reproducido de “La curación por la música” de Ted Andrews

Foto: Tirachard Kumtanom