
La manera específicamente cruel en que fue cometido, el fin de semana, el femicidio de una joven, en la capital de México, está generando la promoción de nueva legislación, en el parlamento de ese país.
Íngrid Escamilla, de 26 años, fue asesinada, el 9 de febrero, en un apartamento en el norteño distrito capitalino de Gustavo A. Madero, por su pareja, a quien se ha identificado únicamente como Érick Francisco «N», de 46 años.
En el marco de una discusión, el agresor no solamente apuñaló a la víctima sino que, luego la desmembró, la evisceró, y la desolló, echando partes del cuerpo en el inodoro de la vivienda y en una cloaca pública, de acuerdo con versiones periodísticas locales e internacionales.
El victimario cometió el crimen en presencia de su hijo, un adolescente de 14 años, quien padece autismo, según las mismas fuentes.
Dos días después, el Senado mexicano aprobó, con 112 votos a favor –frente a una abstención- una reforma a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
La modificación apunta, en términos generales, a ampliar la protección a las víctimas de violencia de género.
Por un parte, prevé que las víctimas de violencia física, laboral, psicológica, y sexual tengan, a nivel nacional, acceso a medidas de protección inmediata, principalmente para impedir que los agresores tengan contacto con las agredidas.
Las disposiciones incluyen las opciones de urgente ubicación, de las víctimas, en instalaciones de refugio temporal, o de auxilio y vigilancia domiciliarios, además de la emisión de órdenes judiciales de protección con vigencia de hasta 30 días.
La reforma pasa, ahora, a debate y votación en la Cámara de Diputados.
Durante el debate en el Senado, en alusión al asesinato de Escamilla, la opositora Verónica Delgadillo dijo que ese tipo de crimen es “la expresión máxima de la violencia” de género, mientras que su colega Nancy de la Sierra, aseguró que, “lo que sucede con el feminicidio, en el país, es lamentable”.
De acuerdo con datos oficiales, los femicidios registrados el año pasado, a nivel nacional, llegaron a 976, mientras que, en el caso de la Ciudad de México (CDMX), los femicidios de los que se tiene denuncia fueron, en el mismo período, 68, aunque organizaciones de sociedad civil aseguran que ambas cifras representan subregistros.
Según las mismas fuentes, 2018 marcó un promedio diario de 10 mujeres asesinadas, más de 40 por ciento de las cuales estuvo constituido por víctimas de sus respectivas parejas.
La notoria crueldad del femicidio de Escamilla, sumada al hecho de que un video con la confesión del asesino así como fotos del estado en que dejó a la víctima fueron filtrados a medios de comunicación sensacionalistas y a redes sociales, ha generado conmoción e indignación en México.
Uno de esos medios, el periódico tabloide Pásala -caracterizado por ese manejo de información policial-, tituló, al día siguiente del asesinato, en su portada, que “La culpa la tuvo Cupido”, en alusión al hecho de que el crimen fue perpetrado días antes de la conmemoración de San Valentín.
El título fue, además, acompañado por una foto que ilustra claramente la mutilación que sufrió la víctima.
Respecto al inescrupuloso manejo del caso, por esos medios, el mexicano Museo Memoria y Tolerancia (MYT) declaró, en la red social Twitter, que “el cuerpo violentado de Ingrid Escamilla fue expuesto en los medios y en las redes sociales, el sexismo la revictimizó y justificó al agresor. Las víctimas de violencia machista necesitan justicia y el actuar ético de los medios y la sociedad”.
Por su parte, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) advirtió que “México enfrenta un tremendo reto con respecto a la violencia contra las mujeres”, por lo que “exhortamos a los medios a trabajar con rigor y profesionalismo”.
En cuanto al ensañamiento con el cual la joven fue asesinada, la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, expresó, dos días después del hecho, que “cuando el odio llega a los límites como el de (el caso de) Ingrid Escamilla, es indignante”.
Por su parte, en declaraciones reproducidas el 12 de febrero por la agencia informativa argentina Infobae, dos psicólogas analizaron el perfil que es común a los femicidas.
En opinión de Feggy Ostrosky, quien se desempeña en la estadounidense Universidad Northwestern y en la local Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), las mujeres deben aprender a identificar lo que define como las señales de alerta, y debe alejarse de parejas con esas características.
“Son manipuladores, groseros y altaneros. En general hay gente que tiende a manipular a los demás para obtener su propio beneficio”, comenzó a explicar.
“Si observas bien, te puedes dar cuenta en pequeñas acciones, como que le grite al mesero, puede ser un síntoma, cuando tratan mal a alguien que está sirviéndole, se consideran superiores y pretenden mantener un control según su perspectiva”, agregó.
“Entre otros factores estas personas tienden a corregir a otros, requieren atención continua, que los alaben o atiendan”, puntualizó, para señalar que “la insensibilidad ante los demás es un síntoma muy claro, expresiones como ‘pobre’, ‘retrasado’, etcétera. No tienen sentimientos de culpa o arrepentimiento”.
Ostrosky destacó, además, la incidencia de los celos en la comisión de los femicidios.
“Hay gente que asesina porque piensa que su pareja le fue infiel y eso no lo soportan, y entonces las parten en cachitos (pedacitos) porque tiene esta parte muy biológica, muy íntima”, planteó.
Ese tipo de agresión también “tiene que ver con cómo estamos educados de que la mujer es un objeto de reproducción y es un objeto sexual y lo ves muy claro, cuando dicen: ‘la violaron porque traía la falta corta’, tiene que ver con una desigualdad, pero hay que cambiarlo, tiene que ver con factores sociales, con la concepción de quién es el hombre, el macho, y la mujer es un objeto para satisfacer al hombre”, aseguró.
Al respecto, Miriam González Juárez, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y docente del Centro de Estudios Superiores de Ciencias Jurídicas y Criminológicas, reveló otros rasgos que presentan los femicidas.
“No necesariamente el sujeto se muestra agresivo al comenzar una relación, pues la mayoría de este tipo de personalidades al inicio son muy amables y seductores, aunque también antisociales y narcisistas”, indicó.
“Conforme avanza la relación con este tipo de sujetos, llega el momento en que la víctima va cediendo terreno a su victimario hasta que éste toma el control total de la persona, a lo que se le conoce como proceso de anulación”, lo que conduce a la plena dependencia, de la víctima, respecto al agresor, explicó.
Al mencionar, también, la combinación de celos y agresión de género, la experta aseguró que “se trata de una violencia incontrolable”, y agregó que quienes “responden con excesiva violencia ante cualquier situación que ponga en riesgo su instinto de ‘superioridad’, son propensos a cometer este delito”.