La sociedad del cuidado contrarresta la precarización de los empleos de cuidados, produce más bienestar y permite una recuperación transformadora con igualdad y sostenibilidad
Entre los principales efectos de la pandemia de Covid-19, estallada hace algo más de dos años, se destaca el aumento en la demanda de trabajo de cuido, la que, a su vez, ha significado una sobrecarga, para la población femenina -lo mismo adultas que menores de edad-, en materia de trabajo doméstico no remunerado.
Por lo tanto, la recuperación respecto a esa emergencia sanitaria -que implica un proceso de tránsito hacia el establecimiento de lo que ha dado en conocerse como la sociedad del cuidado-, debe implementarse con enfoque de género.
Al formular algo más de medio centenar de acuerdos, al cierre de la Decimoquinta Conferencia Regional de la Mujer de América Latina y el Caribe, llevada a cabo del 7 al 11 de noviembre en Buenos Aires, los gobiernos participantes se comprometieron a la generación de normas en ese sentido.
Durante la sesión de clausura de la reunión -organizada por la Conferencia Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)-, la uruguaya María Noel Vaeza, en representación de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), subrayó la necesidad de corregir las históricas desigualdades que afectan a la población femenina.
En el penúltimo de los ocho considerando del Compromiso de Buenos Aires -la declaración de cierre de la conferencia-, los participantes en el encuentro denunciaron “los efectos nocivos y sin precedentes de la pandemia (…) que ha tenido un impacto negativo en la población mundial y desproporcionadamente fuerte sobre las mujeres, las adolescentes y las niñas”.
Esto, “al profundizar los nudos estructurales de la desigualdad de género y provocar una pérdida masiva de empleo, así como un aumento de la informalidad y de la deserción escolar”, agregaron.
A causa de ello, se ha evidenciado “un incremento de la demanda de cuidados y de la sobrecarga del trabajo de cuidados de las mujeres, las adolescentes y las niñas, entre otras
consecuencias”, indicaron, para precisar que, tal cuadro de situación, “ha puesto de relieve el papel decisivo del trabajo de cuidados remunerado y no remunerado para la sostenibilidad de la vida”.
Al respecto, en el cuarto de los 54 acuerdos que son parte del compromiso contenido en nueve páginas, los participantes en las deliberaciones coincidieron en “reconocer que las mujeres, las adolescentes y las niñas en toda su diversidad y a lo largo de su ciclo de vida enfrentan formas múltiples e interrelacionadas de discriminación”. Por tal razón, “es necesario respetar y valorar la diversidad de situaciones y condiciones en que se encuentran y visibilizar el hecho de que afrontan barreras que obstaculizan su autonomía y el ejercicio de sus derechos”, plantearon.
Igualmente, “es preciso adoptar estrategias interseccionales que respondan a sus necesidades específicas, prestando particular atención a la feminización de la pobreza en la región”, recomendaron, a continuación.
Se debe “reconocer también que la injusta distribución del uso del tiempo y la actual organización social de los cuidados afectan de manera desproporcionada a las mujeres”, aseguraron.
Al respecto, precisaron que esa machista asignación de tareas, profundamente enraizada en sociedades patriarcales, afecta, con particular fuerza, a sectores específicos.
Se trata de mujeres quienes “viven en contextos de pobreza, a las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres mayores, y a las mujeres indígenas, afrodescendientes, rurales, con discapacidad, privadas de la libertad, que viven con VIH, migrantes y refugiadas, así como a las personas LGBTI+, entre otras”, detallaron.
Ante tal cuadro de situación, los autores del compromiso acordaron “reiterar el llamado a impulsar planes de recuperación con acciones afirmativas para el logro de la igualdad sustantiva”, las que describieron como iniciativas “que promuevan los sistemas integrales de cuidado, el trabajo decente y la plena, significativa e igualitaria participación de las mujeres en posiciones de liderazgo en sectores estratégicos de la economía”.
La idea consiste en “lograr una recuperación transformadora con igualdad de género orientada a la sostenibilidad de la vida y para transitar hacia la sociedad del cuidado”, explicaron.
En una Nota Informativa que difundió en su sitio en Internet, la Cepal señaló la necesidad de revertir lo que definió como la desigualdad estructural que afecta a mujeres y niñas de la región.
Para ello, “es urgente transitar hacia un estilo de desarrollo que no deje a nadie afuera”, señaló, de inmediato, en el texto que, titulado “La sociedad del cuidado, un horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género”, emitió el 3 de noviembre -cuatro días antes de que iniciara la conferencia regional.
En ese sentido, la comisión -creada en 1948, por el Consejo Económico y Social de las naciones Unidas, y con sede en Santiago, la capital de Chile- formuló “un llamado a transitar hacia la sociedad del cuidado”.
Se trata de “una organización societal que pone en el centro la sostenibilidad de la vida, que protege al planeta y que garantiza los derechos de quienes requieren cuidados, de quienes cuidan”, entre otros conceptos.
“La sociedad del cuidado contrarresta la precarización de los empleos de cuidados y visibiliza los efectos multiplicadores de la economía del cuidado, no sólo produce más bienestar, sino que permite una recuperación transformadora con igualdad y sostenibilidad”, explicó.
Al participar en el cierre de la conferencia realizada en Buenos Aires, la directora regional de ONU Mujeres para las Américas y el caribe, la uruguaya María-Noel Vaeza, aseguró que el encuentro “ha significado un impulso sin precedentes a un nuevo modelo de desarrollo que estamos promoviendo desde organizaciones feministas y de mujeres, organismos internacionales y parlamentos: la sociedad del cuidado”.
Vaeza también dijo que “confiamos en que los Estados y el sector privado se sigan sumando a este gran esfuerzo para corregir desigualdades históricas, ayudar a cuidar el planeta y, finalmente, hacer crecer las oportunidades para toda la sociedad, y especialmente las mujeres”.
Foto: Pavel Danilyuk