
La violencia que caracteriza al sector norte de la región centroamericana golpea, particularmente, a uno de los más vulnerables sectores poblacionales: las mujeres.
Considerado como una de las regiones más violentas a nivel mundial, el Triángulo Norte de Centroamérica –El Salvador, Guatemala, Honduras- constituye un entorno de alto riesgo para la población femenina –lo mismo mujeres que niñas y adolescentes-, un sector altamente vulnerable en contextos nacionales –desde lo doméstico hasta lo laboral, pasando por el ámbito público- caracterizados por la agresión machista.
En materia de femicidios –el más alto grado de agresión de género-, según datos recogidos en 2018 por la Comisión económica para América Latina (Cepal), Honduras se ubica en primer lugar, con 235, seguida de cerca por El Salvador, con 232, y, a mayor distancia, Guatemala, con 172.
Marcando un notorio contraste, en el extremo sur del istmo centroamericano, para el mismo período, Costa Rica contabiliza 24, y Panamá registra 20.
En un plano intermedio, Nicaragua –cuya violenta crisis sociopolítica estalladas hace algo más de un año y medio es marco de agresión de género- presentó, el año pasado, 26 femicidios enmarcados en esa dramática situación nacional, de acuerdo con estimaciones de la organización local de derechos humanos Católicas por el Derecho a Decidir.
Según la agrupación no gubernamental, la violencia machista enmarcada en la crisis elevó el promedio mensual de mujeres víctimas fatales de la represión policial y paramilitar antiopositora, de 4.75 en 2018 a 5.5 para el período enero-agosto de este año.
Al respecto, y enfocándose, a manera de ejemplo, en El Salvador, Richard Barathe, director del Centro Regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en América Latina, planteó, en un artículo de opinión en el diario español El País, que la seguridad nacional, en términos generales, depende, en buena medida, de que las mujeres estén seguras y puedan desarrollar su potencial.
La expectativa de vida de las mujeres salvadoreñas es de 75 años; podemos decir entonces que la mitad de la vida de María ha sido profundamente marcada por las violencias que viven las mujeres en el norte de Centroamérica, una región azotada desde hace dos décadas por la violencia letal sin ser una región en guerra.
“Cuando se habla de violencia en la zona norte de Centroamérica, se asume como un problema de hombres jóvenes pues solamente el 11% de las víctimas de muertes violentas son mujeres. Pero (…) las mujeres de esta región viven cotidianamente otras violencias que las afectan de manera diferenciada por el hecho de ser mujeres, violencias que no son letales, las víctimas sobreviven, pero siguen sometidas a esas agresiones de forma reincidente, múltiple y simultánea en el continuum de sus vidas, con impactos en las familias y comunidades, en su economía y sostenibilidad, en sus capacidades para el desarrollo”, indicó.
Respecto a El Salvador, precisó que un 93 por ciento de las víctimas de delitos sexuales está constituido por mujeres, de las cuales, las menores de edad representan alrededor de 43.5 por ciento.
“También sabemos que la violencia intrafamiliar está presente durante toda la adultez de una mujer, también que una mujer entre los 12 y los 50 años corre alto riesgo de desaparecer”, y que, en el mismo país, “3,591 mujeres han sido asesinadas entre 2010 y 2017; y entre 2010 y 2016, otras 2,669 mujeres fueron reportadas como desaparecidas; de estas, el 43,6 % era menor de edad”, agregó.
La violencia de género en el Triángulo Norte incide en el masivo movimiento de migrantes indocumentados –incluidos niños y mujeres- desde esa región –caracterizada, además de violencia, por críticos índices socioeconómicos- hacia Estados Unidos –pasando por México-.
“La migración es un fenómeno que también caracteriza a esta región del mundo, y los datos indican que la violencia contra las mujeres es un factor importante a ser considerado”, señaló Barathe.
“Al analizar los datos de retornados —migrantes detenidos en tránsito que fueron enviados de regreso a su lugar de origen— sabemos que el 26 % son mujeres, y que 3 de cada 10 manifiestan haber migrado por la violencia, frente al 18% de los hombres que alegan ese motivo”, agregó.
En opinión del funcionario de Naciones Unidas, en términos generales, “es crucial conocer la violencia contra las mujeres como un elemento esencial de la seguridad ciudadana”, por lo que “abordarla es un paso clave para construir sociedades más cohesionadas y pacíficas”.
Es particularmente importante “abordar la violencia social con un enfoque especial” en las mujeres que la sufren, componente que “debe estar en los fundamentos de las políticas públicas de seguridad ciudadana que tengan como objetivo erradicar todo tipo de violencia”, señaló, para agregar que las mujeres “la viven cotidianamente (…) en sus hogares, en las plazas, en las calles es un problema de seguridad para las comunidades y las naciones”.
En ese sentido advirtió que “ninguna nación estará segura a menos que las mujeres puedan vivir de manera segura y desarrollar todo su potencial”.
Por su parte, al abordar la violencia de género en términos amplios, en un artículo de opinión publicado en redes sociales, ONU Mujeres –la agencia de Naciones Unidas que promueve la igualdad de género y el empoderamiento femenino- advirtió sobre el grado de afectación que, en el tiempo, ese tipo de agresión tiene en sus víctimas.
Bajo el título “El impacto de una violación tiene efectos devastadores en varias generaciones”, la agencia especializada aseguró que “la violación, la violencia sexual y el maltrato son fenómenos que afectan a mujeres y niñas de manera generalizada”, y precisó que “una de cada tres la ha sufrido en algún momento de su vida”.
Casos de agresión de género “ocurren todos los días en todo el mundo y en todas partes: desde las instalaciones universitarias hasta los conflictos armados, las agresiones sexuales contra las mujeres y las niñas son tantas y tan cotidianas que no se pueden ignorar o silenciar”, señaló ONU Mujeres, y agregó que “una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida”.
El artículo de la agencia especializada fue publicado para marcar el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, conmemoración anual vigente desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas la aprobó, en febrero de 2000, mediante resolución.
La fecha homenajea a María teresa, Minerva y Patria Mirabal, tres hermanas asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por orden del entonces dictador militar dominicano (1942-1952) Rafael Leónidas “El Jefe” Trujillo.
Conocidas como “Las Mariposas”, las hermanas fueron permanentes participantes en la oposición a la dictadura trujillista, actividad por la cual Trujillo ordenó, en mayo de 1960, su detención y tortura –lo mismo que para sus respectivos esposos-, además de su enjuiciamiento, para ponerlas en libertad, tres meses después.
Tras dos fallidos intentos, días antes, Las Mariposas fueron emboscadas cuando, a bordo de un automóvil, regresaban de una visita a sus esposos, quienes permanecían en prisión.
Efectivos del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) interceptaron el vehículo, secuestraron a las mujeres, y en, en el interior de una casa cercana, las ahorcaron, junto al chofer del automóvil.