Colombianas y migrantes venezolanas partición, en cinco provincias de Colombia, en una estrategia que las empodera, capacitándolas para combatir la violencia machista y la desigualdad de género en materia económica

Colombianas y migrantes venezolanas partición, en cinco provincias de Colombia, en una estrategia que las empodera, capacitándolas para combatir la violencia machista y la desigualdad de género en materia económica.

Casi veinte mil mujeres de ambos países, asentadas en el norte caribeño y en el sur fronterizo con ecuador, se han constituido en una red que fomenta la integración de un alto número de venezolanas quienes huyen de la crisis socioeconómica y política que hace casi una década golpea a la fronteriza Venezuela, y a las habitantes de las comunidades de acogida.

La amplia comunidad, que comprende a ocho municipios, trabaja por la integración socioeconómica de sus integrantes.

Lo anterior, como resultado de la iniciativa “Más allá de las banderas somos mujeres”, implementada por la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) y el Buró de Población, Refugiados, y Migración (Bureau of Population, Refugees, and Migration (PRM) de estados Unidos.

De acuerdo con la definición que aparece en su sitio en Internet, ONU Mujeres constituye la agencia especializada de la organización global que, “como defensora mundial de mujeres y niñas (…) fue establecida para acelerar el progreso que conllevará a mejorar las condiciones de vida de las mujeres y para responder a las necesidades que enfrentan en el mundo”.

Por su parte, el PRM indica que la misión que cumple “es la de proporcionar protección, aliviar el sufrimiento y resolver la difícil situación de personas perseguidas y desarraigadas en el mundo”.

Ello, “trabajando con otros gobiernos y socios internacionales, compartiendo la carga de proporcionar asistencia vital, y procurando soluciones duraderas mediante el trabajo con sistemas multilaterales, para construir asociaciones globales, asegurar el cumplimiento de las normas y los estándares internacionales, y promover las mejores prácticas en respuesta humanitaria”.

Las beneficiarias -lo mismo venezolanas que colombianas- habitan, en el norte caribeño, en las ciudades de Riohacha y Maicao (en la provincia de La Guajira), Santa Marta (Magdalena), Barranquilla y Soledad (Atlántico), Cartagena (Bolívar), y, en el sur junto a Ecuador, en Pasto e Ipiales (Nariño).

Al informar, el 4 de noviembre, sobre la iniciativa lanzada en 2020, el diario colombiano El Espectador, indicó que “más de 16,000 mujeres de la costa caribe y Nariño participaron en una estrategia para fortalecer sus liderazgos, combatir las violencias de género y ganar autonomía económica”.

“Tanto nacionales como del vecino país saben que no están solas y que juntas pueden llegar lejos”, aseguró el medio de comunicación.

El periódico aseguró que las participantes “están trabajando para frenar la discriminación y las violencias basadas en género, acompañar y capacitar a quienes han sido víctimas y fomentar emprendimientos que les permitan crecer personal y profesionalmente”.

Al hacerlo, logran, además de los otros objetivos centrales, “la incidencia y el liderazgo de las mujeres venezolanas y colombianas en las ciudades donde se encuentran, para aportar al crecimiento de sus proyectos de vida y de los territorios que habitan”, indicó el diario cuya edición impresa tiene cobertura nacional.

“Todo esto a través de espacios de formación, capacitaciones, talleres, charlas y ferias de negocio”, precisó.

En ese sentido, destacó los casos de las venezolanas Ebony Araque y Marielena Zambrano -quienes se asentaron, en el norte caribeño-, y de la colombiana Verónica Rojas -residente en el sur-, “buscando un mejor futuro para ellas, sus hijos y familias”.

“Aunque a estas tres mujeres las separan kilómetros de distancia, hay algo en común que las mantiene unidas: una red de mujeres para trabajar por la integración socioeconómica de mujeres migrantes y de comunidades de acogida”, señaló El Espectador.

Las tres, y las que habitan las demás ciudades -lo mismo inmigrantes que colombianas- “están trabajando para frenar la discriminación y las violencias basadas en género, acompañar y capacitar a quienes han sido víctimas, y fomentar emprendimientos que les permitan crecer personal y profesionalmente”, agregó.

Citada -al igual que las dos venezolanas y la colombiana-, por el Espectador, la representante de ONU Mujeres en Colombia, la española Bibiana Aído, dijo que las inmigrantes y las nacionales colombianas “impulsan iniciativas innovadoras, y son agentes de cambio en sus comunidades”.

Sobre este punto, Araque relató, al periódico, que, “a nosotras, nos capacitan , de esos espacios apoyamos a otras, y lo vamos replicando”, y precisó, a continuación, que “las vamos empoderando, para que se adueñen de lo que les estamos enseñando”.

“Es un trabajo en conjunto, de recordarles que no están solas sino acompañadas”, subrayó, además de reflexionar que “es lo más bonito de este trabajo social con las mujeres”.

En referencia a los programas de información y prevención contra la violencia de género -en todas sus manifestaciones-, en su comunidad, dijo que se trata de “acciones de incidencia (…) para frenar estos hechos”.

“Arrancamos con un plan de incidencia política, para que las mujeres cabezas de hogar entren a inclusión laboral, y procesos de estudios para su autonomía económica, porque muchas veces, al no tener esto, son violentadas”, comenzó a explicar al respecto.

“Buscamos cómo mitigar el desempleo de ellas, fortalecer sus habilidades en un emprendimiento, o impulsar los que tenían”, siguió planteando.

En ese sentido, informó, a manera de ejemplo, que más de seiscientas venezolanas y colombianas han participado en esos espacios de apoyo, empoderándose del “uso de herramientas tecnológicas, y el acceso a la información, para la prevención de violencias”.

Asimismo, “más de 160, recibieron orientación sociojurídica, en casos de violencias basadas en género, y más de mil, participaron en espacios de sensibilización”, agregó.

Estos programas han tenido participación de hombres, como beneficiarios, “porque también ellos deben recibir esta información, y capacitaciones, para entender las implicaciones de muchos de sus comportamientos”, aclaró.

Al respecto, precisó precisar que, entre otros factores a atender, en el caso de la población masculina, hay que trabajar en “la salud mental de los hombres”.

Ello, a causa de que, “desde otras experiencias, también han sido víctimas de diferentes tipos de violencia”, dijo.

“Y, debido a los procesos culturales, el trámite emocional de ellos es diferente”, razón por la cual “es importante brindar estos espacios”, señaló.

El Espectador incluyo, detalladamente, en su nota informativa, una de las historias de éxito derivadas de la iniciativa.

Al narrar su experiencia, Marielena Zambrano, una jefa de hogar quien llegó en 2019, a Colombia, dijo que, como beneficiaria de “Más allá de las banderas somos mujeres”, creó, en 2021, un emprendimiento, en el rubro de alimentación, denominado Snack Integral.

Zambrano explicó que su microempresa es productora de “alimentos saludables para personas con condiciones específicas de salud, no sólo por encargo sino, también, para cafeterías, bufés, y celebraciones”.

En los dos años transcurridos desde que echó a andar Snack Integral, el proyecto se ha consolidado, lo que, entre otros aspectos favorables, le permite, actualmente, dar trabajo “a cinco mujeres, entre colombianas y venezolanas”.

Además, entre sus objetivos prioritarios figura el de establecer “una megamarca de comida saludable en la capital del Magdalena”, según dijo, en alusión a Santa Marta, la ciudad donde está radicada.

En relación con la incidencia que “Más allá de las banderas” ha tenido en su drástico cambio de realidad, reflexionó que, “la Marielena que llegó aquí, sin visión, sin expectativas, y sin saber qué hacer, es muy diferente a la de ahora”.

“Luego de haberme encontrado con este proyecto, me siento capaz de coordinar acciones a favor de otras mujeres, de activar rutas de atención para quienes han sido violentadas, y crear alianzas”, dijo, a continuación.

“Todo esto, me ha servido para construir una base, en mi vida, donde puedo parame, sin tambalear, y tener equilibrio”, agregó.

Zambrano dijo, asimismo, que integra un grupo de beneficiarias de la iniciativa quienes crearon la Red caribe de Mujeres colombo-Venezolanas, integrada por unas cuarenta habitantes de esa zona.

El objetivo central de la estructura se centra en “fortalecer la comunicación”, entre las participantes, “en la denuncia, el acompañamiento, y la información sobre rutas de atención a violencias basadas en género, y procesos sociales”, puntualizó.

Por su parte, la colombiana -nariñense rural- Verónica Rojas, relató que su emprendimiento familiar -denominado Arteliv-, produce utensilios culinarios de madera.

Rojas dijo que, haber participado en “Más allá de las banderas”, le significó trasladar Arteliv -microempresa que fundó hace dos décadas-, del patrio de su casa, al local -de su propiedad- donde ahora opera un taller by mantiene una bodega.

“A mí, me sirvieron mucho, estos talleres y capacitaciones, porque nos fortalecieron la autoestima, el empoderamiento femenino, económico, y empresarial, para nosotras poder sacar adelante a nuestros emprendimientos y familias”, relató, a El Espectador.

Rojas es participante en los encuentros de negocios que, en el marco de la iniciativa, tienen lugar anualmente -hasta ahora, tres fueron llevados a cabo-, para que las mujeres expongan sus respectivas producciones, den a conocer sus respectivos emprendimientos, concreten alianzas comerciales, y logren vínculos para fortalecer la implementación de esos proyectos.

“Con el paso de las ferias (los encuentros), nos hemos visto más fortalecidas, capaces, y hemos podido perder el miedo a hacer negocios”, aseguró.

En ese sentido, subrayó que, “ahora, estamos más seguras, hemos cerrado negocios, alianzas, y articulaciones, no solo entre nosotras, sino también con otros emprendimientos”, y aseguro que, “entonces, sí, ha habido mucho cambio”.