La prohibición talibana de presencia femenina en oenegés es criminal, ya que son absolutamente fundamentales para las operaciones humanitarias y de necesidades básicas

Según el patriarcal esquema cultural y religioso enraizado en Afganistán, ninguna mujer tiene permitido establecer contacto con hombres ajenos a su entorno familiar inmediato.

El fundamentalista régimen teocrático de Afganistán debe revocar la reciente decisión de prohibir que mujeres trabajen en organizaciones no gubernamentales (ONG), plantearon doce países, la Unión Europea (UE), y un comité de Naciones Unidas, en declaraciones individuales.

Se trata de una decisión que, al imponer esa limitación de género, y dadas las características culturales y religiosas del país asiático, atenta contra la vida, en particular, de la población femenina afgana que, en el marco de la crisis socioeconómica y política nacional, masivamente depende de ayuda humanitaria, plantearon.

Según el patriarcal esquema cultural y religioso enraizado en Afganistán, ninguna mujer tiene permitido establecer contacto con hombres ajenos a su entorno familiar inmediato.

Por lo tanto, la más reciente decisión misógina de la dictadura incide, negativa y peligrosamente, en ámbitos tales como el de asistencia médica, que constituye un área clave en la cual el trabajo que lleva a cabo el personal sanitario femenino, en sus diferentes especializaciones, resulta imprescindible.

En el marco de los reprobatorios pronunciamientos internacionales, los ministros de relaciones exteriores de Alemania, Australia, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Noruega, Países Bajos, Reino Unido, y Suiza, emitieron, el 29 de diciembre, una declaración en la cual, en severos términos, condenaron la medida del régimen de facto -instalado, por la fuerza, el 15 de agosto de 2021-.

Los firmantes del texto se declararon “seriamente preocupados por la temeraria y peligrosa orden de los talibanes”.

Mediante la nueva agresión a la población femenina, “los talibanes siguen demostrando su desprecio por los derechos, las libertades, y el bienestar del pueblo afgano, especialmente las mujeres y las niñas”, plantearon.

“Las mujeres son absolutamente fundamentales para las operaciones humanitarias y de necesidades básicas”, subrayaron.

“A menos que participen en la prestación de ayuda en Afganistán, las ONG no podrán llegar a las personas más vulnerables del país”, contexto en el cual la decisión “pone en peligro la supervivencia de millones de afganos que dependen de la ayuda humanitaria”, advirtieron.

En términos coincidentes se expresó el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el español Josep Borell.

“La Unión Europea condena firmemente la reciente decisión de los talibanes de prohibir, a las mujeres, trabajar en ONG nacionales e internacionales”, planteó Borell, mediante un comunicado que su portavoz, Nabila Massrali, dio a conocer también el 29 de diciembre.

Se trata de “otra dura restricción a la capacidad de las mujeres afganas para ejercer sus derechos humanos y libertades fundamentales, y de una clara violación de los principios humanitarios”, aseguró el funcionario, quien también se desempeña como vicepresidente de la Comisión Europea -organismo regional que cumple tareas de Poder ejecutivo y Poder Legislativo del bloque integracionista-.

“Estamos evaluando la situación y el impacto que tendrá en nuestra ayuda sobre el terreno”, anunció, además.

Borell subrayó, asimismo, que “nuestra principal preocupación seguirá siendo el bienestar, los derechos, y las libertades del pueblo de Afganistán”.

La misógina decisión talibana fue también fuertemente cuestionada, un día antes, por el Comité Permanente Interagencias sobre Afganistán (Inter-Agency Standing Committee on Afghanistan, Iasc).

El Iasc destacó, igualmente, el hecho de que el trabajo del personal femenino de las oenegés acreditadas en el país es esencial para los sectores más vulnerables de la golpeada población afgana.

Creado mediante resolución que la Asamblea General de la organización mundial aprobó en 1991, el comité lleva a cabo acciones en áreas tales como protección contra abuso y explotación sexuales, respuesta a las necesidades expresadas por comunidades en crisis, cero tolerancia al racismo, entre otras.

Todos los aspectos de las tareas de ayuda tienen, en las trabajadoras de esas organizaciones, un componente imprescindible, aseguró el organismo especializado de Naciones Unidas, en un comunicado que, bajo el título “La participación de las mujeres en la implementación de ayuda debe continuar” (“Women’s participation in aid delivery must continue”), difundió el 28 de diciembre.

“La decisión de las autoridades de facto de Afganistán, de prohibir que mujeres trabajen en organizaciones humanitarias no gubernamentales, constituye un fuerte golpe a las comunidades vulnerables, a las mujeres, a los niños, y a todo el país,” planteó el Iasc.

“El personal femenino es clave para todos los aspectos de la respuesta humanitaria en Afganistán”, expresó, para, a continuación, precisar que, por ejemplo, “son maestras, expertas en nutrición, líderes de equipos, trabajadoras de salud comunitario, vacunadoras, enfermeras, médicos, y jefas de organizaciones”.

Un aspecto particularmente destacado consiste en que “tienen acceso a poblaciones que sus colegas hombres no pueden alcanzar, y son clave para salvaguardar a las comunidades a las que nosotros servimos”, precisó, además de explicar que “ellas salvan vidas”.

“Sus conocimientos profesionales son indispensables”, reafirmó el comité internacional, en el texto firmado por los principales funcionarios de veinte agencias especializadas del sistema de Naciones Unidas -entre quienes figura la directora ejecutiva de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), la jordana Sima Bahous.

Por lo tanto, “su participación en la prestación de ayuda, no es negociable, y debe continuar”, advirtió el Iasc.

“Prohibir la presencia de mujeres en el trabajo humanitario, tiene, para todos los afganos, inmediatas consecuencias que amenazan la vida”, aseguró, a continuación.

“Eso ocurre en un momento en que más de 28 millones de personas, en Afganistán, incluyendo a millones de mujeres y menores, quieren asistencia para sobrevivir, mientras el país lidia con el riesgo de condiciones de hambruna, mengua económica, pobreza enraizada, y un invierno brutal”, precisó el organismo internacional.

“Nos esforzaremos por continuar las actividades que salvan vidas (…) a menos que nos veamos impedidos, mientras evaluamos mejor el alcance, los parámetros, y las consecuencias de esta directiva”, puntualizó.

“Pero prevemos que muchas actividades tendrán que entrar en pausa, ya que, sin trabajadoras humanitarias, no podemos proporcionar asistencia humanitaria basada sobre principios”, planteó el comité, en tono de sombrío pronóstico, y como advertencia.

Dado el dramático cuadro de situación, “exhortamos, a las autoridades de facto, a reconsiderar y revertir esta directiva, y todas las directivas que prohíben, a las mujeres, acceso a escuelas, universidades, y la vida pública”, indicó, en referencia a la general política misógina implementada por el patriarcal y fundamentalista régimen talibán.

El Iasc aseguró, asimismo, que “ningún país puede darse el lujo de excluir a la mitad de su población”.

Foto: Ekrulila