Las afganas merecen respeto y admiración, además de que, actualmente, generan preocupación por su vulnerabilidad en la caótica situación sociopolítica nacional que enfrentan, por lo que la comunidad internacional no debe olvidarlas, aseguró la subdirectora ejecutiva de la Entidad de las naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), Anita Bhatia.
En opinión de la defensora, esa situación debe constituirse, obligatoriamente, en un punto de alta prioridad, en una agenda de diálogo con el terrorista grupo musulmán gobernante Talibán, cuya política fundamentalista, basada sobre una interpretación extremista del Corán -el libro sagrado del Islam-, es brutalmente represiva contra la población femenina.
Se trata de un tema de interés mundial, reafirmó, en diálogo con la agencia informativa española Efe, la jerarca de ONU Mujeres, quien, simultáneamente, se desempeña como subsecretaria general de las Naciones Unidas.
Respecto al puente aéreo para el rescate de decenas de miles de personas -extranjeras y nacionales-, mediante su extracción de Afganistán, en aeronaves militares principalmente estadounidenses, Bhatia, una abogada oriunda de India, expresó que no es posible rescatar a todas las mujeres y las niñas, ya que constituyen 50 por ciento de la población del país surasiático -estimada en algo más de 37.5 millones-.
No es posible permitir que se pierda el progreso logrado, con esfuerzo, en materia de género, durante las dos décadas transcurridas desde la derrota militar sufrida por los talibanes, cuando gobernaban en aproximadamente dos tercios del territorio afgano.
“Yo siento mucho respeto, admiración, y miedo por las mujeres y las niñas en Afganistán”, expresó, para agregar, de inmediato, que “es muy necesario este mundo no las olvide”.
“Lamentablemente, en muchas partes del mundo, en el momento en el que hay un conflicto, las primeras víctimas son las mujeres, y, siempre, hay un impacto terrible para ellas”, reflexionó.
Por ello, “tenemos que seguir hablando, en voz alta, como comunidad internacional”, sobre esa crítica realidad nacional, subrayó, nuevamente,
“No es que podemos tener un acuerdo sobre una cosa y decir ‘ok, vamos a volver, a ese tema de los derechos de las mujeres, después’. No hay un después, no hay tiempo ni es correcto tener un después”, advirtió.
“Esto tiene que, sí o sí, ser parte fundamental de las cosas que negociemos desde el principio”, con los talibanes, subrayó.
Luego de reiterar su opinión de que “es necesario que no se las olvide, en un mundo en el que la gente pasa de una crisis a otra”, Bhatia planteó que “este tema pertenece al mundo, porque esa oscuridad (impuesta por el régimen talibán) es opuesta a eso por lo que nosotros hemos luchado por muchos años: la libertad y el acceso básico (de mujeres y niñas) a la educación”.
La experta internacional destacó, asimismo, la vulnerabilidad de la población femenina afgana -lo mismo la adulta que la menor de edad-, frente a un régimen brutalmente machista.
En ese sentido, hizo referencia a las redes de apoyo creadas, durante algunos años, por numerosas mujeres, ante lo que era la inminente salida militar extranjera, principalmente estadounidense, la que dio lugar al violento regreso de los talibanes, al poder.
Esa variante de estructura solidaria resulta insuficiente en contextos como el que Afganistán presenta, desde mediados de este mes, advirtió.
“Cuando tienes violencia, y tienes el peligro de perder tu vida, no importa qué nivel de organización tengas”, reflexionó la defensora.
Ello, porque “no es posible luchar contra tu propio gobierno, si éste tiene acceso a armamento, y no tiene temor en usar la violencia para implementar sus políticas”, aseguró, de inmediato.
En tal contexto, es fundamental que se dialogue con el régimen, y se logre “un acuerdo sobre cómo van a vivir las mujeres” quienes no sean extraídas, de Afganistán, vía el puente aéreo y, debido a ello, se vean obligadas a permanecer en el país, recomendó.
“No es posible sacar a la mitad de la población de un país, porque las mujeres y las niñas son el cincuenta por ciento”, agregó.
Las condiciones de vida de la población femenina afgana, en el marco del violentamente patriarcal gobierno de los talibanes, constituye un tema clave, ya que “no podemos perder un proceso de veinte años”.
“Si ellos no quieren discutir eso, no podemos discutir nada”, porque “eso tiene que ser fundamental”, precisó.
“Muchas mujeres y niñas temen volver a un período oscuro en su país, a no tener acceso a la educación”, expresó, en referencia al tiempo de dominio por parte del terrorista grupo fundamentalista.
“En ese tiempo, se restringió el movimiento (público) de mujeres sin un hombre, y tampoco podían trabajar”, señaló.
Al respecto, “los talibanes han dicho (ahora) que van a dar, a las mujeres, derechos dentro de la ley islámica (Sharia), pero hay que ver qué implica eso”.
En ese sentido, es necesario constatar que las afirmaciones políticas del régimen afgano de facto “coincidan con las realidades sobre el terreno”, según lo expresado por la defensora internacional.
También lo es el hecho de que “las mujeres continúen siendo lo que han sido durante tantas generaciones: una pieza importante para impulsar a sus comunidades, sus sociedades y a su país hacia el progreso”, planteó.
Surgido en 1994, en el marco de la guerra civil afgana (1992-1996), el movimiento estuvo en control, desde 1996, hasta 2001, de aproximadamente tres cuartas partes de los algo más de 652 mil kilómetros cuadrados que constituyen el territorio nacional.
La criminal administración talibana -caracterizada por las brutales violaciones a los derechos humanos, en particular de las mujeres y las niñas- fue derrocada en diciembre de 2001, cuando se llevó a cabo una invasión militar, a Afganistán, encabezada por Estados Unidos.
No obstante esa derrota, el movimiento se mantuvo, desde entonces, en resistencia armada y, tras el reciente retiro de las tropas estadounidenses -las fuerzas extranjeras que aun ocupaban militarmente a Afganistán-, la ofensiva talibana logró el objetivo de derrocar al gobierno del presidente (2014-2021) Mohammad Ashraf Ghani, cuando tomó el control de Kabul, el 15 de agosto de este año.
Coincidentemente con lo planteado por Bhatia, a Efe, el secretario general de las Naciones Unidas, el portugués António Guterres, expresó, entre otros conceptos, en una declaración que emitió el 16 de agosto, que “es esencial que los derechos, ganados con esfuerzo, de las mujeres y las niñas afganas sean protegidos”.
“Ellas están mirando hacia la comunidad internacional en procura de apoyo”, indicó.
“La misma comunidad internacional que les aseguró que las oportunidades se expandirían, la educación sería garantizada, las libertades se ampliarían, lo los derechos serían asegurados”, planteó, a continuación, en referencia al período de dos décadas durante el cual los talibanes no gobernaron.