La desinformación de género abarca campañas que presentan historias falsas sobre mujeres conocidas -periodistas, activistas, políticas- o incluyen amenazas, así como imágenes humillantes o con una carga sexual
La desinformación de género, en redes sociales, constituye un arma con la cual las tradicionales estructuras de poder se defienden de la amenaza que, para el patriarcal orden de cosas, plantean los liderazgos femeninos.
Se trata de una fácil manera de agredir y tratar de desalentar a las mujeres quienes rompen barreras discriminatorias en áreas tales como la política, la profesional, la del activismo.
Al estudiar el tema, en un reciente artículo de opinión difundido, el 15 de mayo, por la plataforma de información y análisis The Conversation, las expertas españolas Miren Gutiérrez y María Pilar Rodríguez denunciaron que esta variante de fake news apunta a estereotipar, a mujeres destacadas en algún área, como personas incompetentes.
Es un complejo instrumento que presenta una alta diversidad de manifestaciones, que constituyen múltiples formas de agresión misógina, según plantearon, en el texto que titularon “Ser mujer, política y recibir constante ataques machista en la red”.
“Nadie discute que las plataformas digitales ayudan a la movilización de quienes reclaman la igualdad de derechos”, plantearon Gutiérrez -investigadora en temas de datos- y Rodríguez -docente universitaria en Comunicación-.
“Pero también plantean retos importantes para la igualdad de las mujeres al alimentar los estereotipos, la discriminación y la violencia a través de la difusión de contenidos misóginos, sexistas o estereotipados”, precisaron las expertas, quienes se desempeñan en la Universidad de Deusto, en la ciudad de Bilbao -a su vez, localizada en el norteño y costero País Vasco (Euskadi) español, fronterizo con Francia-.
“La desinformación de género abarca campañas que presentan historias falsas sobre mujeres conocidas -periodistas, activistas, políticas- o incluyen amenazas, así como imágenes humillantes o con una carga sexual”, explicaron.
“El objetivo de estos ataques es presentar a las mujeres como poco confiables, poco inteligentes o demasiado sentimentales o libidinosas para ocupar un cargo y participar en la política”, puntualizaron, a continuación.
Al especificar la diversidad táctica que está implícita, las articulistas indicaron que “la desinformación de género adopta muchas formas”.
Entre otros ejemplos ilustrativos mencionaron la “porno de venganza: contenido sexual que se difunde sin consentimiento ni conocimiento de la víctima”, así como “creepshots, upskirting o voyeurismo digital: fotos o vídeos no consentidos y compartirlos”, además de “doxing o doxxing: publicación/manipulación de información privada sin consentimiento”.
También hicieron referencia a la “suplantación de identidad para amenazar o intimidar para desacreditar o dañar la reputación”, al “mobbing: movilizar e incitar a una masa de personas para intimidar o acosar a alguien mediante un despliegue hostil en las plataformas”.
Igualmente, mencionaron el “discurso de odio sexista: incitar a la violencia, publicar o difundir contenidos violentos consistentes en presentar a las mujeres como objetos sexuales o blancos de violencia”.
Específicamente en el caso de agresión de género en política, explicaron que ello consiste en “atacar la dignidad y libertad de mujeres políticas”.
“Sobre la base de narrativas sexistas, y caracterizada por las malas intenciones y coordinación, la desinformación de género distorsiona la imagen de las mujeres políticas y disuade a las mujeres de aspirar a carreras políticas”, plantearon.
En ese sentido, citando un estudio realizado entonces, las especialistas indicaron que la actividad proselitista con miras a las elecciones de 2020, en Estados Unidos, “cuentas consideradas de baja credibilidad, incluidos los bots y trolls, atacaron a las candidatas en las primarias presidenciales demócratas de EE. UU. más que sus contrapartes masculinas”.
Asimismo, “en Europa, políticos de derecha han utilizado narrativas de desinformación de género contra legisladoras progresistas, considerándolas no aptas para el poder”, agregaron.
“Y en España, la ministra Irene Montero ha sido el objetivo de numerosos ataques” de similar índole, especificaron.
“Ese patrón tiende a ser aún más pronunciado para las mujeres líderes políticas que pertenecen a grupos raciales, étnicos o religiosos”, aclararon, de inmediato.
“Pero también para aquellas que se pronuncian sobre temas feministas, como la vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris”, agregaron, en referencia a la ascendencia mestiza de la dirigente -cuya madre era oriunda de India, y su padre lo era de Jamaica-.
Harris se convirtió, el 20 de enero de 2021, en la primera mujer llegada a la vicepresidencia de Estados Unidos -para el cuatrienio que cierra en 2025-.
Gutiérrez y Rodríguez, advirtieron que la desinformación de género es particularmente riesgos en contextos de autoritarismo.
“Los ataques organizados contra las mujeres buscan obtener ganancias políticas, pero en regímenes autoritarios son tácticas para acallar las voces de la oposición, erosionar los procesos democráticos y silenciar las demandas de rendición de cuentas”, denunciaron.
“Una investigación demuestra que la participación política de las mujeres a menudo representa un desafío para las élites políticas antiliberales y autocráticas”, señalaron, si identificar la fuente de este dato.
“En países donde las mujeres se enfrentan a críticas abiertas del llamado machismo-populismo, la desinformación de género se utiliza para socavar la oposición y apoyar la noción de la política como un campo corrupto, cínico y violento, inadecuado para quienes no están dispuestas a jugar sucio”, explicaron.
“Una ola de líderes autoritarios utiliza la desinformación de género para rechazar el progreso logrado en los derechos de las mujeres, entre ellos el primer ministro indio, Narendra Modi, y el ex presidente brasileño Jair Bolsonaro”, agregaron.
Modi, señalado como un gobernante autoritario, responsable de violaciones a los derechos humanos, desempeña el segundo de, hasta ahora, dos mandatos consecutivos (2014-2019, 2019-2024).
Bolsonaro -un capitán retirado, defensor de la corrupta y brutal dictadura militar brasileña (1964-1985)-, quien ocupó, en 2019-2023, la presidencia, se caracteriza por ser un misógino agresor de género, de características personales machistas similares a las del ofensivo ex presidente estadounidense (2017-2021) Donald Trump.
En el caso de América Latina, la coordinadora de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) en Chile, María Inés Salamanca, denunció, el 22 de octubre de 2021, que la violencia de género, en el ámbito de la actividad política, presenta, en esta región, frecuencia ascendente.
La creciente presencia femenina en esa área del quehacer de las naciones es coincidente con la negativa actitud machista que predomina en el área, precisó Salamanca, en un artículo de opinión que, con el título “Erradicar la violencia contra las mujeres en política”, fue publicado, en esa fecha, por el diario chileno La tercera.
La discriminación -incluido el trato excluyente a causa de origen étnico- de que son objeto las mujeres quienes incursionan en el área política, es inadmisible, por lo que no debe naturalizarse, ni su gravedad debe minimizarse, de acuerdo con lo planteado por la experta.
“La violencia a las mujeres en política se está haciendo cada vez más frecuente, a la vez que ha aumentado la presencia de mujeres en espacios políticos en todo América Latina”, señaló.
“En países de la región abundan los casos de mujeres líderes en políticas y defensoras de derechos humanos que han vivido violencia política en todos los niveles”, denunció, para agregar que “no queremos que este tipo de violencia avance”.
“Este tipo de violencia atenta no solo contra la vida de las mujeres, sino que también contra el avance como sociedad a una democracia paritaria”, precisó, asimismo.
De modio que “no puede parecernos aceptable que se haga sentir a las mujeres que la esfera pública y política no es su lugar, que son ajenas, por el solo hecho de ser mujeres, o por sus orígenes, y que no cuentan con las capacidades para desempeñarse en un puesto de liderazgo”, planteó.
Salamanca se refirió, igualmente, a la violencia de género que tiene como espacio a las redes sociales, y también cuestionó la escasa atención crítica que esa expresión del machismo agresor recibe, panorama por el cual se declaró preocupada.
Al respecto, reflexionó en el sentido de que “resulta inquietante el poco cuestionamiento que recibe la violencia que se vuelca en estos espacios digitales, pues es un claro reflejo de su naturalización”.
Foto: Karolina Grabowska