En muchas ocasiones el género condiciona de forma directa las experiencias que vive una persona, ya que dependiendo de su género la sociedad le impondrá roles que podría exponerla a afectar su salud mental
La depresión se ha convertido en la primera causa mundial de discapacidad, según la Organización Mundial de la Salud, OMS, que calcula que afecta a más de 300 millones de personas, dos veces más común entre las mujeres que entre los hombres, con el doble de posibilidades de sufrir un trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Las mujeres son las principales víctimas de violencia sexual y/o de maltrato, hechos que hacen aumentar mucho las probabilidades de desarrollar este trastorno.
La OMS, sostiene que el género determina de manera fundamental la salud mental y también las enfermedades mentales. Por lo tanto, la salud mental constituye un problema en sí mismo cuando en la misma proporción es estigmatizada, descrita y explicada a partir de roles culturales fijos donde existen responsabilidades y oportunidades específicas para cada sexo.
Desde el año 2005 la OMS afirma que la violencia contra las mujeres se considera un problema mundial de salud pública. En el caso de las mujeres con enfermedad mental las cifras se incrementan de forma considerable.
A continuación, algunos datos del estudio sobre violencia contra las mujeres con enfermedad mental realizado por Fedeafes:
- 3 de cada 4 mujeres con enfermedad mental grave han sufrido en algún momento de su vida violencia en el ámbito familiar o de la pareja.
- Alrededor del 80% de las mujeres con enfermedad mental grave que han estado en pareja han sufrido violencia en algún momento de su vida adulta.
- El riesgo que tiene una mujer con enfermedad mental de sufrir violencia en la pareja se multiplica entre 2 y 4 veces cuando se tiene una enfermedad mental grave.
- El 26% de las mujeres con enfermedad mental grave han sufrido violencia sexual en la infancia.
- El 42% de las mujeres con enfermedad mental grave que están viviendo violencia en la pareja no la identifican como tal.
En el caso de la salud mental existen algunas creencias que conforman los estereotipos sociales de género que aprendemos y mantenemos en nuestro medio social, familiar y cultural que mediatizan la atención y son un problema debido a que complican la búsqueda de apoyo social, medicación, expresión emocional o el tratamiento temprano de enfermedades mentales.
Por ejemplo, es común identificar y asumir sin más los roles con los que interactúan hombres y mujeres en términos de creencias y con respecto a la connotación social que se tiene de la feminidad como característica de subordinación, emocionalidad, entrega, pasividad, seducción; mientras que la masculinidad presupone poder, propiedad, potencia hace que las consecuencias en términos de salud mental se vean afectado.
Según este modelo tradicional, las mujeres tienden a acudir más veces y antes a los servicios generales y también manifiestan más quejas psicosociales debido al rol de cuidadora derivada de estrés crónico, problemas de ansiedad y depresión en donde existe el estereotipo de que las mujeres se quejan demasiado, porque son más débiles y probablemente no estén realmente enfermas.
La OMS sostiene que en muchas ocasiones el género condiciona de forma directa las experiencias que vive una persona. Dependiendo de su género la sociedad le impondrá unos roles u otros y podría verse expuesta a un tipo distinto de experiencias que puedan afectar su salud mental.
El organismo apunta a que los episodios depresivos, la ansiedad generalizada, la agorafobia (miedo a estar en lugares de donde es difícil escapar o disponer de ayuda), el trastorno del pánico, los trastornos que provocan síntomas físicos (como las taquicardias o el dolor de cabeza), la hipocondría está significativamente relacionadas a los roles de género, entre otros factores de riesgo.
Foto: MART PRODUCTION