Las protestas que están avanzando en su octava semana consecutiva en Irán, se han constituido en un movimiento que empieza a presentar características de revolución no armada

La intensidad de las manifestaciones, a nivel nacional, contra la política misógina  de la dictadura teocrática musulmana de Irán -protestas que están avanzando en su octava semana consecutiva-, se han constituido en un movimiento que empieza a presentar características de revolución no armada.

Sin perjuicio de la represión, las detenciones, y los procesos judiciales contra quienes son víctimas de arresto, las marchas -inicialmente, de participación casi exclusivamente femenina, ahora, con apoyo de la población masculina- respaldan exigencias que van más allá de la eliminación de las leyes tradicionalmente machistas, ahora reclamando mayor libertad en términos generales.

Ello, como complemento de la reivindicación base, sintetizada en la consigna central: ‘Mujer, Vida, Libertad’.

La dictadura religiosa que se instaló en 1979, en el país de Asia occidental, está, a partir de la iniciativa de las iraníes, en cuestionamiento.

La insurrección, inicialmente de género, inició como inmediata reacción al asesinato, el 16 de setiembre, de Mahsa Amini, de 23 años, luego de su detención, en Teherán -la capital nacional-, por efectivos de la Gasht-e Ershad (Policía Guía, o Policía Orientadora) -fuerza de seguridad de control de la fe, popularmente conocida como “policía de la moral” -.

Según los agentes involucrados en el arresto, Amini violó la estricta Ley sobre Hijab y Castidad, al llevar inadecuadamente puesto el así denominado velo religioso que cubre la cabeza, hasta los hombros, de quienes lo usan, ya que no le ocultaba, completamente, el cabello.

La aplicación de esa legislación es responsabilidad de la Sede para el Ordenamiento del Bien y la Prohibición del Mal -algo así como un ministerio de la moralidad-, y la severidad en la aplicación de esa ley fue fortalecida, en agosto, mediante decreto del severamente cuestionado presidente Iraní, Ebrahim Raisi.

El asesinato de Amini, mientras estaba en custodia policial, viralizó las marchas por parte de mujeres -principalmente jóvenes, incluidas adolescentes-, y con participación de hombres, a nivel nacional.

Las protestas -que se mantienen en decenas de ciudades incluida Teherán- han incluido, como signos más visibles de insurrección de género, la reiterada remoción y quema de hijabs, lo mismo que el corte de pelo, por parte de numerosas participantes.

La dictadura religiosa impone, mediante represión, su arbitraria interpretación de la legislación y las costumbres islámicas, violando las garantías fundamentales, en general, y con particular ensañamiento, los derechos de la población femenina.

En declaraciones reproducidas el 6 de noviembre, por la Corporación Radiotelevisión Española (Rtve), Sahim Hoseini y Nilufar Saberi, activistas iraníes de los derechos humanos exiliadas en España, plantearon que, en su país de origen, la misoginia es ley, contexto en el cual impera un sistema de supresión de garantías fundamentales principalmente respecto a las mujeres.

Hosseini -una mercadóloga, madre de un niño, radicada hace nueve años en el país europeo-, planteó que el contexto misógino iraní “es cerrado”, y constituye un represivo sistema social que no se limita al obligatorio uso del hijab.

Las mujeres “no tenemos libertad de expresión”, aseguró, para agregar, a manera de ejemplo, que, “si mi amiga está en prisión, no puedo hacer nada”.

“Si no hay derechos humanos, qué puedes hacer por la gente que está en cárcel, por abogados, por deportistas, por mujeres jóvenes que están en prisión?”, preguntó, en modo de reflexión.

“Las redes están siendo su escape”, ya que, “desde hace unos años, muchas mujeres subían sus vídeos, con la cabeza descubierta, a Internet”, en el contexto de una campaña por el respeto a los derechos de la población femenina.

Por su parte, Saberi denunció que, en Irán, “la discriminación contra la mujer, está legislada”, y que ello es causa del “elevado número de suicidios, entre mujeres, ante la incapacidad de salir de situaciones de maltrato”.

También reveló el carácter cruelmente invasivo del espionaje llevado a cabo, por la dictadura, a nivel de población general -en particular en el contexto familiar-.

“Hacen que los niños sean espías de su propia familia”, además de que “tenemos que tener cuidado, con los vecinos, de lo que decimos”, ya que, “por miedo de que se les considere cómplices, ellos pueden informar si hay alguien que habla mal del régimen”, relató.

También citada por Rtve, Maribel Tellado, quien integra Amnistía Internacional, presentó una visión general de la misoginia imperante en Irán.

“La obligación de llevar velo, es sólo la más visible de un total sistema represivo de tutela masculino, en el cual las mujeres tienen menos derechos en relación al matrimonio, la custodia de los hijos, el derecho al trabajo, y un sin fin de aspectos de su vida”.

Al precisar estos conceptos, Tellado hizo alusión, a manera de ejemplo, al matrimonio infantil.

“Tiene unas cifras espeluznantes, está permitido que las niñas se casen con 13 años, pero, si tienen permiso judicial, puede ser, incluso, antes”, explicó.

En ese sentido, Hoseini reflexionó, en calidad de denuncia: “es como vender a las hijas”.

Foto: Estoymhrb