El pleno potencial de las mujeres debe aprovecharse para la recuperación socioeconómica mundial tras la actual pandemia global generada por el nuevo coronavirus, causante de la Enfermedad Coronavirus 2019 (Coronavirus Disease 2019, Covid-19), de acuerdo con la sugerencia formulada, por dos organizaciones internacionales femeninas, al Grupo de Veinte (W20) -países desarrollados y en desarrollo-.

Favorecer ese potencial constituye un medio eficaz para lograr una sólida recuperación luego de la destructiva emergencia sanitaria que, formalmente desde marzo, golpea a millones de personas, plantearon, en una declaración conjunta, la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), y Women 20 (W20) -la red transnacional femenina de influencia en la toma de decisiones del G20-.

“El aprovechamiento de todo el potencial de las mujeres es crucial para la recuperación económica”, señalaron, en la extensa declaración, dirigida a los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales del G20, que titularon “Las mujeres como fuerza motriz de la recuperación económica y la resiliencia durante la pandemia de COVID-19 y después de esta”.

“Favorecer el potencial de las mujeres de manera plena e igualitaria con los hombres promueve el crecimiento sostenible, equilibrado e inclusivo; mejora la representación de las mujeres en las instituciones y los resultados de desarrollo intergeneracionales; y, en consecuencia, además amortigua los efectos de las crisis”, agregaron.

“Esto asegurará una RECONSTRUCCIÓN MEJOR después de COVID-19 y el cumplimiento de los compromisos asumidos por el G20 en materia de igualdad de género, aceleración de la implementación de la Plataforma de Acción de Beijing, y consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030”, aseguraron.

Las organizaciones hicieron así referencia, en el primer caso, a la plataforma de seis capítulos, contenidos en 138 páginas, aprobada, junto con la Declaración de Beijing, durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, llevada a cabo del 4 al 15 de setiembre de 1995, en Beijing, la capital china.

En el primero de sus 361 artículos, la plataforma se define como “un programa encaminado a crear condiciones necesarias para la potenciación del papel de la mujer en la sociedad”.

También señala que su propósito central consiste en “acelerar la aplicación” de estrategias “orientadas hacia el futuro para el adelanto de la mujer1y eliminar todos los obstáculos que dificultan la participación activa de la mujer en todas las esferas de la vida pública y privada”.

Ello, “mediante una participación plena y en pie de igualdad en el proceso de adopción de decisiones en las esferas económica, social, cultural y política”, lo que “también supone el establecimiento del principio de que mujeres y hombres deben compartir el poder y las responsabilidades en el hogar, en el lugar de trabajo y, a nivel más amplio, en la comunidad nacional e internacional”, agrega.

Por su parte, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, contiene los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que consisten en 17 objetivos establecidos para cumplirse, a más tardar, para 2030.

El quinto de los ODS se refiere, específicamente, a “Igualdad de Género”, y apunta a poner fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas”, señalando, entre otros planteamientos, que ello no solamente constituye un derecho humano básico sino que es crucial para el desarrollo sostenible.

“Se ha demostrado una y otra vez que empoderar a las mujeres y niñas tiene un efecto multiplicador y ayuda a promover el crecimiento económico y el desarrollo a nivel mundial”, según lo indicado en ese punto.

Al referirse, en la declaración conjunta, al impacto socioeconómico de la actual pandemia global del coronavirus, ONU Mujeres y W20 hicieron referencia a lo actuado por el G20 al respecto.

“Las economías del G20 han introducido un paquete de apoyo de choque de 9 billones de dólares con el ánimo de proteger a los hogares y las empresas y facilitar la recuperación”, indicaron.

Sin embargo, “es crucial que estos esfuerzos sustanciales tengan en cuenta las funciones, contribuciones y restricciones económicas específicas de las mujeres, y que aprovechen al máximo esta oportunidad para situar a las mujeres en el centro del diseño de las inversiones en aras de una recuperación sostenible”, advirtieron.

En ese sentido, precisaron que la emergencia sanitaria mundial ha generado una recesión global masiva, que hace prever crecimiento económico negativo, para este año, de -4.9 por ciento, además de la pérdida de aproximadamente 14 por ciento en materia de horas laborales -equivalente a alrededor de 400 millones de puestos de trabajo de jornada completa- para este año.

También puntualizaron que aproximadamente 527 millones de mujeres desempeñan tareas en lo que describieron como “los cuatro sectores más afectados” por la emergencia: los servicios de alojamiento y alimentación; las actividades inmobiliarias, empresariales y administrativas; la manufactura; y el comercio mayorista y minorista, “que no son adecuados para el trabajo a distancia”.

Las dos organizaciones aludieron así a la modalidad laboral también conocida como teletrabajo, enmarcada en el aislamiento social -una de las principales medidas que la mayoría de los gobiernos viene implementando para tratar de controlar la propagación del virus-.

“Esto representa el 41% del empleo femenino total frente al 35% del empleo masculino total. De las 740 millones de mujeres que trabajan en la economía informal, un 42% pertenece a estos sectores, frente al 32% de hombres”, indicaron.

“Las mujeres representan el 70% del personal sanitario mundial, y se encuentran en primera línea de la respuesta”, agregaron, a continuación.

ONU Mujeres y W20 también señalaron las brechas y la violencia de género que las mujeres enfrentan, en los ámbitos lo mismo del hogar que laboral, situaciones que se han agudizado con la pandemia.

“Además, han aumentado los riesgos para la salud que afrontan las trabajadoras y los trabajadores sanitarios”, lo mismo que, en el caso del sector femenino, “el trabajo de cuidados remunerado y no remunerado”, a lo que se suma “la violencia contra las mujeres a raíz de COVID-19 y los confinamientos”, agregaron.

Las entidades firmantes de la declaración hicieron así referencia al hecho de que, a causa del necesario distanciamiento social, las víctimas -o en riesgo de serlo- de la violencia de género están obligadas a convivir 24/7 con los agresores, lo que, al mismo tiempo, impide o dificulta la pronta búsqueda de protección.

Al ahondar en la contribución de las mujeres a la economía mundial, precisaron que aportan 37 por ciento del producto interno bruto (PIB) global, y que “todos los tipos de trabajo de cuidados que realizan las mujeres, incluido el no remunerado, generan 11 billones de dólares en todo el mundo”, lo que representa “9% del PIB mundial”.

Resultado de la situación expuesta, ONU Mujeres y W20 instaron, a los destinatarios de su declaración, “a que lideren y coordinen iniciativas mundiales”

Se trata de promover, entre otras acciones, “los exámenes con perspectiva de género de los efectos de la crisis, los paquetes de recuperación y los planes en todo el mundo, con atención especial a las mujeres y niñas más afectadas, a fin de orientar las prioridades de la inversión”.

Además, impulsar “una mayor inversión en la presupuestación con perspectiva de género a escala mundial con vistas a garantizar que las políticas fiscales promuevan la igualdad de género en la recuperación a corto y largo plazo mediante leyes que la incorporen al diseño de las políticas fiscales y los procesos de gestión financiera y presupuestaria”.

Asimismo, los exhortaron “a invertir en las prioridades inmediatas y a largo plazo de las mujeres”, lo que, entre otros aspectos, implica “toma de decisiones y gobernanza inclusivas”, así como “empleo e iniciativa empresarial sostenibles”, además de “redes de protección social ampliadas y accesibles”.

Igualmente, se trata de establecer “sistemas de atención de la salud y servicios de violencia de género inclusivos, sostenibles y de calidad”.

Respecto al último punto, explicaron que es necesario “garantizar la seguridad física, emocional y socioeconómica de todas las trabajadoras sanitarias y cuidadoras”, además de “proporcionar servicios de salud materna, sexual y reproductiva, y de cuidado del VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana), especialmente a las mujeres más excluidas, en entornos donde las infecciones están controladas”.

También se requiere “designar la respuesta a la violencia contra las mujeres y las niñas como un servicio esencial a largo plazo”, y “prestar servicios de prevención y protección, como de denuncia, refugio, salud y justicia acelerada para las sobrevivientes de la violencia de género”.

Según datos de la estadounidense Universidad Johns Hopkins, al 15 de julio, a nivel mundial, el total de casos de Covid-19 llegó a casi 13.5 millones, con Estados Unidos encabezando la lista, al haber llegado a casi 3.5 millones, seguido por Brasil, con algo más de 1.9 millones, e India, con 936,181.

En el ámbito latinoamericano, Brasil está en el primer lugar, seguido por Perú (337,751), y Chile (321,205), mientras que, en Centroamérica, la lista es encabezada por Panamá (48,096), con Guatemala (32,074) en segundo lugar, seguidas por Honduras (29,106), El Salvador (10,645), Costa Rica (8,986), Nicaragua (3,147), y Belice (39).