
En un hecho sin precedente en Argentina, las fuerzas policiales de tres de las 23 provincias son dirigidas por mujeres.
Las comisarias Norma Morales, Emilce Chimenti, y Liliana Zárate -jefas, respectivamente, en Salta, Santa Fe, y Córdoba- plantean que su llegada a cargos de máxima responsabilidad en esas estructuras de seguridad, tradicionalmente reservados a hombres, marcan un punto de inflexión en la tradicional concepción patriarcal de esas posiciones.
Al dialogar con el diario argentino La Nación, también coincidieron en señalar que sus designaciones marcan el inicio del desmantelamiento de estructuras machistas, lo que significa valorar objetivamente el desempeño profesional de las mujeres en la organización policial.
Asimismo, indicaron que su ascenso en la pirámide jerárquica fue marcado por retos más complejos que aquellos a los cuales los hombres se enfrentan.
Esos desafíos implican, ahora, además, desempeñar sus respectivos liderazgos en provincias caracterizadas por violencia de organizaciones de crimen organizado, agresión de género, así como casos fatales de excesivo uso de fuerza policial -lo que, en Argentina, se conoce como la política de inmunidad denominada de “gatillo fácil”, implementada durante la gestión de Patricia Bullrich, como ministra de Seguridad del altamente criticado gobierno (2015-2019) del derechista Mauricio Macri-.
Nombrada hace poco menos de un año, Morales dijo que, cuando asumió la titularidad de la policía de Salta -noroccidental provincia limítrofe con Chile, Bolivia y Paraguay- aseguró que “fueron muchas las barreras que tuve en el camino”, que, cuando fue informada de la designación, “me dijeron que la iba a tener que pelear, y mucho”, y reflexionó que, “realmente, se trató de un año muy duro”.
“El anhelo de toda oficial es llegar a la jefatura, pero lo veía como algo inalcanzable, porque la provincia es muy machista”, señaló, para agregar que, “sin embargo, a través de todos estos años, la policía ha madurado institucionalmente”.
No obstante, relató que, en el desarrollo de su trayectoria policial, enfrentó numerosos obstáculos, “para llegar a ser jefa de policía, más aún, siendo mujer”.
Al respecto, aseguró que, “desde muy temprana edad, con poca antigüedad, tuve que aprender a tomar decisiones acertadas en bien del servicio y del personal”.
“Muchísima exigencia física, a la par de los hombres, bajo un sistema muy duro -que ya no existe en la escuela de cadetes-: ingresábamos a las 6 y salíamos a medianoche”, siguió narrando, y recordó que “mi madre me pedía, al verme llegar, que yo pidiera la baja”, precisó.
“Ingresé en 1988 y, en 1991, egresé como oficial junto a otras ocho mujeres”, y, antes de llegar a la jefatura, “tuve que moverme por los destinos y trabajar durante todo el día sin descanso”, esfuerzo que fue particularmente complejo -como suele ocurrir en los casos de las mujeres trabajadoras-, ya que “tengo un hijo, y fue difícil cumplir el rol de mamá, de esposa, de policía”.
También indicó que la situación, para quienes aspiran a ingresar a esa fuerza de seguridad, ha mejorado, ya que, “ahora, para los cadetes la preparación es deportiva, de defensa personal”, además de que “hay planes educativos, planes de instrucción policial”.
Próxima a cumplir tres décadas en esa actividad, y un año como jefa, Morales expresó preocupación por el hecho de que la violencia de género, en términos amplios, y los femicidios, en particular, constituyen serios problemas a nivel provincial.
“La violencia de género es lo que más me preocupa, actualmente”, reveló.
“Se estima que son, aproximadamente, ocho mil las personas o viviendas con custodia judicial, en torno a esta problemática”, señaló, a manera de ejemplo.
Al respecto, informó que, para hacer frente a ese cuadro de situación general, promueve una iniciativa para que Salta cuente, como parte de la fuerza que ahora dirige, un continente femenino.
“Trabajamos, actualmente, en un proyecto para crear, con el Ministerio de Seguridad, la Policía de la Mujer”, indicó.
La idea consiste, entre otros componente, en disponer de “comisarías y equipos especializados, en los barrios, para investigar estos delitos”, dijo.
“Buscamos que los diputados, intendentes, senadores sean parte de las soluciones a esta problemática con su aporte”, señaló.
Esas alianzas estratégicas constituyen “la única manera de salir adelante, porque son funcionarios que resultaron elegidos por el pueblo”, reflexionó.
La nueva jefa de la policía que, con algo más de 18 mil efectivos, opera en la central provincia de Santa Fe, Emilce Chimenti, está, hace poco más de dos meses -desde el 3 de setiembre-, en el cargo.
Con el antecedente de que su padre y su hermano integraron las filas de la fuerza que ahora dirige -y ala que ingresó a la edad de 20 años-, Chimenti señala que el desempeño de las mujeres presenta, por razón de género, una mayor complejidad que en el caso de sus compañeros de labor.
La comisaria relató que siendo adolescente sintió atracción por esa línea de trabajo.
“Yo estaba en la secundaria, y quería ser policía o veterinaria”, dijo.
“De alguna forma, pude cumplir los dos deseos, porque soy policía, y trabajé durante mucho tiempo con perros y caballos en la fuerza”, reflexionó, además precisar que “vengo de una familia con uniforme”.
“Cuando terminé la secundaria, me anoté en la escuela de cadetes, y, a los 20, me gradué de oficial, con los mejores promedios”, siguió narrando.
“El primer destino que me dieron fue la Brigada de Orden Urbano, que era un área nueva que se había creado para patrullar en la zona céntrica de Rosario”, agregó.
Chimenti aludió, así, a una de las principales ciudades de Santa Fe, donde nacieron algunos argentinos quienes se han destacado internacionalmente, y muy variadas actividades, tales como el futbolista Lionel Messi, la actriz y cantante Libertad Lamarque (1908-2000), el caricaturista Roberto “El Negro” Fontanarrosa (1944-2007), el comandante guerrillero Ernesto “Che” Guevara (1928-1967).
“Y luego, en el año 95 pasé, al Comando Radioeléctrico”, señaló la comisaria, quien, además, precisó que “fui la primera mujer que salió a patrullar las calles”, para subrayar que “era lo que quería”.
Con ese logro, que consolidó mediante alto desempeño, se ubicó a la vanguardia para futuros ingresos femeninos, lo que fue abriendo un espacio para mayor presencia femenina.
“Después de que di ese primer paso, se sumaron otras mujeres, porque había dado buenos resultados”, aseguró.
Esos ingresos fueron inicialmente vistos con recelo, por el masivo componente masculino de la fuerza policial.
“En ese momento, los hombres nos miraban como bichos raros”, recordó Chimenti -usando una expresión popular local que se refiere a personas ajenas al lugar donde están-, para agregar que, “con el tiempo, se fueron acostumbrando”.
Al principio, “algunos te miraban de lejos, otros querían sobreprotegerte, pero, con el tiempo, me fui ganando el lugar, y, después, ya era uno más del grupo”, expresó.
“Antes, éramos muy poquitas, dentro de la policía”, dijo.
“Cuando me gradué, en la escuela de cadetes había 24 mujeres y 100 hombres, y, el año anterior, la mitad”, pero, “de a poco, se fue incrementando el número, y las mujeres empezamos a ocupar lugares de conducción, que eso era impensable hace no mucho tiempo”, porque “era sólo una excepción”, señaló.
“En mi caso, siempre estuve en lugares operativos”, puntualizó, además de indicar que “la gente te conoce por la trayectoria que uno tiene en la fuerza”.
Chimenti dijo que algo similar ocurre en el bando opuesto al policial: las organizaciones de crimen organizado dedicadas, en Santa Fe, al narcotráfico, estructuras donde es creciente el empoderamiento femenino.
“La mujer tiene cada vez más peso, dentro de las bandas narco”, dijo.
“Las mujeres son las que reemplazan a los hombres, cuando quedan detenidos, y pasan a estar a cargo de las organizaciones criminales”, continuó explicando.
También un contexto de violencia fue el marco en el cual, hace poco más de tres semanas, Liliana Zárate llego a la jefatura de la fuerza de policía de la igualmente central provincia Córdoba.
En el lapso de tres meses, la comisaria -quien ser incorporó, hace 31 años a las filas policiales cordobesas- fue ascendida, de directora general de Seguridad Capital, a jefa de más de veinte mil efectivos.
La violencia, en este caso, fue generadas por agentes policiales quienes, en el contexto de la nefasta política de “gatillo fácil”, asesinaron, en el marco de dos incidentes, a igual número de jóvenes -respectivamente, de 15 y 17 años-.
A diferencia de otras colegas, Zárate asegura que nunca, en los 31 años de su carrera, debió enfrentar situaciones por razón de género.
“Jamás fue un problema, estuve a cargo de ellos, fui jefa de brigada, nunca me hicieron sentir que era mujer”, expresó.
“Creo que, tanto con ellos como con todos, depende de la actitud con que uno se presenta”, de modo que “hay que hacerlo con firmeza, dar tranquilidad. Siempre busco que mi actitud sea esa, es mi deber como policía».
En cuanto a la brutalidad policial, aseguró que “tenemos que generar un cambio, por la institución”.
Ambos asesinatos constituyen “dos momentos dolorosos desde todos puntos de vista”, porque se trató de “chicos que eran hijos, nietos, hermanos, amigos”, reflexionó.
Por lo tanto, “les he transmitido, a los 22 mil efectivos: seremos inflexibles con las reglas, normas y protocolos, desde lo mínimo hasta lo máximo”, aseguró, para advertir que, “cada tema que conozcamos, irá al Tribunal de Conducta”, y asegurar que “hay directivas claras en ese sentido”.