Honduras registró, de enero a agosto de este año, 163 femicidios, con más de la mitad de los cuales -específicamente, 94- habiendo ocurrido en el marco del toque de queda impuesto el 15 de marzo, a nivel nacional, como medida par tratar de frenar la incidencia de la pandemia mundial del nuevo coronavirus en el país centroamericano.
Al dar a conocer los datos de su Observatorio de Violencias contra las Mujeres, el no gubernamental Centro de Derechos de Mujeres (CDM), precisó que, en alrededor de 39 por ciento de los casos, las víctimas se ubican en el rango etario de 10 a 29 años, lo que significa que la más brutal forma de violencia de género fue ejercida no solamente contra mujeres jóvenes sino también contra adolescentes y niñas.
El estudio del CDM también reveló que, en 69 por ciento de los casos, se desconoce la identidad del agresor, lo que implica impunidad.
De acuerdo con expertas citadas al respecto por el medio electrónico local Hondudiario, la violencia de género, en el país, se ha disparado en el contexto de la pandemia, específicamente a causa de la cuarentena, que obliga a mujeres y niñas víctimas -o en riesgo de serlo- a convivir 24/7 con los agresores, además de que les limita las posibilidades de procurar protección.
En cuanto a la negativa incidencia de la emergencia sanitaria en la vulnerabilidad de la población femenina ante las diversas variantes de agresión machista -principalmente, ataques físicos-, el Sistema de Emergencia Nacional recibió, durante el primer semestre de este año, vía su línea telefónica 911, más de 50 mil denuncias, según la misma fuente.
Pero cifras del Juzgado de Violencia Doméstica de Tegucigalpa, la capital nacional, mencionadas por Hondudiario, indican que “la gran mayoría de estas denuncias quedaron en la impunidad porque no han sido judicializadas ante los órganos competentes”.
Según lo señalado por Helen Ocampo, coordinadora del observatorio del CDM esa situación obedece, en parte, a la “falta de investigación y, por ende, de cómo encontrar justicia para las mujeres que son asesinadas”.
Además, “la falta de datos exactos impide el desarrollo de políticas públicas que ataquen, de raíz, la violencia contra las mujeres”, dijo, a Hondudiario.
Por ello, el hecho de “que haya tantos casos donde el agresor no está identificado, no es extraño”, reflexionó.
Al respecto, Cristina Alvarado, terapeuta del no gubernamental Movimiento de Mujeres por la Paz “Visitación Padilla”, precisó que “la atención a esas llamadas de violencia convertidas en denuncia es mínima, porque apenas 2.5 por ciento de las mujeres denuncian las violencias, por lo que se queda en la total indefensión”.
Alvarado planteó que la acción gubernamental en el contexto de la emergencia sanitaria, ha contribuido a minimizar la atención al problema.
Organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres procuran, “precisamente, intervenir y atender toda esta problemática, que está descuidada y desatendida, pero, sobre todo, invisibilizada a nivel de políticas públicas, y de la intervención que hizo el Gobierno de Honduras en el abordaje de la pandemia”, puntualizó.
“El Estado debe fortalecer los procesos de atención oportuna, y seguimiento, a las denuncias de las víctimas”, dijo la experta de la organización nombrada en homenaje a Visitación Padilla (1982-1960), una docente quien fue vanguardista del feminismo, en Honduras, y activista social.
Respecto a las denuncias formuladas a la línea de emergencia 911, Alma Coello, coordinadora de la Unidad de Prevención de Violencia del Instituto Nacional de la Mujer en Honduras (Inam), dijo que, “en el marco de la emergencia nacional”, esas llamadas “aumentaron (…) entre el 16 por ciento y 20 por ciento”.
En ese sentido, detalló que “la violencia más frecuente a nivel nacional es la psicológica, pero la que detona el evento de la denuncia, y hace que la víctima acuda al sistema, es la física”.
Sin embargo, y como consecuencia de la normalización que la violencia de género tiene en las sociedades patriarcales con fuerte incidencia de machismo agresor -como la hondureña-, es considerable la proporción de casos de víctimas de agresión quienes omiten identificarse como tales.
Un componente adicional en esta conducta negacionista, es el tiempo -en general extenso- durante el cual la conducta agresora se reitera, hasta consolidarse, explicó.
“Muchas mujeres agredidas -en la mayor parte de los casos, por sus parejas, y desde el noviazgo-, no se reconocen como tal”, aseguró.
“Los conflictos son normales en la conducta humana, pero la violencia no se justifica”, reflexionó, razón por la cual “hay que romper el silencio”.
“Toda expresión de violencia no es natural, no debemos tolerarla”, reafirmó.
“Muchas mujeres agredidas -en la mayor parte de los casos, por sus parejas, y desde el noviazgo, no se reconocen como tal.
“Los conflictos son normales en la conducta humana, pero la violencia no se justifica”, aseguró.
En su opinión, en Honduras -al igual que en otro países a nivel mundial, “la violencia contra las mujeres, no ha tenido cuarentena, y lo que ya era una problemática, ahora es emergencia, y esta es la otra pandemia -de la que nadie habla-”.