En último año desnudó sin pudor al cambio, de manera inesperada todos en la playa vimos como por exceso de confianza o simple exhibicionismo se le cayó el paño.

El cambio siempre estuvo, las canas siempre salen, los niños de ahora no son los de antes, pero esta vez fue como una sorpresa morbosa mirar cómo el cambio se dejó ver, como si fuera la gran sensación.

Luego de esa atrevida exhibición, el cambio pues digámoslo de una forma ligeramente modesta, se puso de moda, salió en la prensa y se hablaba de él en todas las tertulias para empezar diciendo algo de lo que todos tenían algo más que decir, un tema rompe hielo, parece ingenuamente que después de aquel día todo empezó de nuevo, como cuando luego de una huelga afectiva nos enamoramos de nuevo, como si nunca hubiese pasado antes…un hermoso placebo.

Pero el cambio siempre camina desnudo, por eso nos emociona tanto, esta vez para algunos fue un infortunio, pero los cambios de gobierno son iguales, si gana la derecha, los derechos se ponen contentos, si gana la izquierda los zurdos se sienten finalmente representados…el infortunio es que ganen los oportunistas, pero ese es otro tema.

Digo infortunio sin querer alejarme del tema, porque he conocido exiliados que parecen de guerra, que han sufrido de lo que pareció un accidente sin pudor, se les nota en la cara y en los ojitos que se ven más hundidos, porque al principio perdieron la esperanza y los cimientos de su normalidad, pero sí de algo sirve saberlo, el cambio siempre convivió con nosotros, ahora es que todos al mismo tiempo nos dimos cuenta.

Nos dimos cuenta que cuando la desnudez nos alcanza, no nos queda otra que volver a mirarnos sin reparo, sin opción, hacia adentro y sacar de nuestro interior aquellos recursos emocionales que nos quitan la vergüenza de ser vulnerables y nos recuerdan lo mucho que tenemos que ser compasivos con uno mismo y con los otros.

Todos nos escribimos de nuevo, y ojalá esta vez sea profundamente para hacerlo con el cariño que escribimos cartas de amor, con ilusión, pero no para conquistar esos a los ajenos, sino hacerlo sin mesura de nuestra propia personalidad, reencontrarnos.

Esta semana creo que me estoy enamorando de alguien que se ha vuelto un poeta para sí mismo tras haberlo perdido todo o no sé si será de sus ojitos más hundidos porque descubrió que perderlo todo, era un tesoro para darse cuenta lo mucho que vale y lo egoísta que puede llegar a ser auto reconciliarse, ante tal evento ahora el accidente del paño en la playa parece una cosa menor y lejana, las playas seguirán en el mismo lugar, el cambio caminará por ellas eternamente, como lo han hecho las oleadas y ya estaremos preparados para aceptar que es inevitable otro accidente, otra travesura del cambio.

Aceptemos que lo normal ha sido lo normal siempre, que todos estemos conscientes es bueno y que si le dedicamos esta lectura es porque está de moda en los periódicos hablar del tema, refugiémonos en la belleza de nosotros mismos, usemos este momento como excusa para reconectarnos con cartas de amor, auto cartas, para estar más fuertes por dentro para no ser víctimas sino guardianes de la próxima gran sorpresa: los oportunistas que dirán que el cambio tiene la culpa de existir, demostrémosles que ya aprendimos que el infortunio nos hizo más compasivos y porque no reconocerlo sin vergüenza, más inteligentes.