Las mujeres de la ciudad hondureña de San Pedro Sula están próximas a contar con un exclusivo servicio de taxi.

Se trata de una flota de automóviles rosados, a ser conducidos por personal femenino, y equipados con varios dispositivos de seguridad.

Según el presidente de la Cooperativa de Transporte Taxistas Hondureño Limitada (Cotaxihl), Henry Rodas, promotor del proyecto, el servicio debió iniciarse el 22 de octubre, pero, debido a complicaciones causadas por la pandemia mundial del nuevo coronavirus -que también golpea a Honduras-, el lanzamiento formal quedó reprogramado para la semana próxima.

Con el propósito de “garantizar un mejor servicio, los taxis rosados, exclusivos para las mujeres, dispondrán de un sistema de localización, por satélite (…) una cámara externa y otra interna, un ‘botón de pánico’, y contacto inmediato con el 911, ante cualquier emergencia”, dijo Rodas, a la agencia informativa española Efe.

El proyecto cuenta el apoyo del Instituto Hondureño del Transporte (IHT), mediante capacitación, para las taxistas, en áreas tales como la psicológica, el trato a las pasajeras, uso de vestimenta adecuada, lo mismo que la concientización de la responsabilidad implícita en el hecho de estar al volante, explicó.

El plan cuenta, de momento, con tres conductoras inscritas, y la perspectiva apunta a haber reclutado, para diciembre, a unas quince a veinte transportistas en esta modalidad, informó.

También se visualiza la posibilidad de que la iniciativa sea implementada en otras ciudades del país centroamericano -tales como Choluteca, en el sur, La Ceiba, en la caribeña costa norte, y Tegucigalpa, la capital nacional, en el centro-, agregó.

Rodas, un experto en administración empresarial, señaló que la idea consiste en que “se sumen más mujeres, a la conducción de taxis, y que se conviertan en empresarias del sector”.

Se trata, asimismo, de que “cooperativas del sector financiero, hagan alianzas (con el proyecto) para la financiación de autos que se puedan sumar al servicio exclusivo”, planteó.

Ello, “de modo que puedan independizarse, ser empresarias, partiendo del principio del cooperativismo, en un sector que ha sido dominado por hombres”, señaló, a continuación.

“Luego, vendrán más proyectos, porque las mujeres tienen las mismas habilidades y competencias para poder desempeñarse, con alta eficiencia, en cualquier modelo de trabajo”, aseguró Rodas, cuya madre, Emérita Fernández, es considerada la primera mujer que ha taxeado en San Pedro Sula, uno de los centros urbanos más violentos en el contexto mundial, además de capital del noroccidental departamento (provincia) de Cortés, fronterizo con Guatemala-.

Fernández dijo, a Efe, que, al final de la década de 1980, alternó, con su esposo, en el manejo de un taxi.

Relató que, mientras se dedicaba, por la mañana, a tareas domésticas – acompañar a sus hijos hacia y desde la escuela, elaborar el almuerzo, entre otros aspectos del trabajo no remunerado que el patriarcado tradicionalmente asigna a las mujeres-, su marido conducía el vehículo.

Agregó que, luego del mediodía, ella se hacía cargo del vehículo, para aumentar los ingresos familiares.

Por su parte, Julia Wilson, la primera taxista registrada en la flota rosada, narró, a la agencia, que cuenta con experiencia en este sector laboral.

Su primera incursión formal en la actividad, también en San Pedro Sula, finalizó hace doce años, a causa de la inseguridad ciudadana imperante en el lugar, razón por la cual, desde entonces, ha taxeado en la informalidad, dijo.

Al igual que Tegucigalpa, esa ciudad figura, en escala nacional, entre las zonas urbanas que presentan los más elevados índices de criminalidad organizada -principalmente narcotráfico-, incluida la actividad marera -pandillera-.

Ambas metrópolis se enmarcan en el contexto del Triángulo Norte de Centroamérica -El Salvador, Guatemala, Honduras-, una de las regiones más violentas a nivel mundial, y expulsora de miles de migrantes forzados -incluidas mujeres- quienes huyen de esa realidad, complementada por dramáticamente altos niveles de pobreza y por generalizada falta de oportunidades.

Respecto a su desempeño como conductora, dijo que, “debido a la delincuencia, me tocó retirarme, y quedé trabajando como taxista ‘bruja’, o ‘fantasma’ (sin registro oficial)”.

De modo que, “cuando escuché que habría un servicio de taxis para mujeres, me llamó mucho la atención, y decidí sumarme”, narró dijo Wilson, una enfermera de 30 años de edad, y madre soltera.

La determinación obedeció a que, a causa de que le resulta difícil emplearse en su profesión, no le ha resultado posible contar, sostenidamente, con salario.

Además, reveló que, a los doce años, aprendió a conducir, guiada por su padre, un taxista, a quien prometió que, al obtener licencia, lo ayudaría en su trabajo.

Wilson desestimó el estereotipo machista de que las mujeres no se desempeñan eficientemente al volante, al afirmar que, en realidad, son conductoras “más cuidadosas y precavidas” que los hombres, razón por la cual “menos incurren en infracciones de tránsito o accidentes”.

La experimentada taxista señaló, además, que están en condiciones de desempeñar esta y cualquier otra labor.

En su opinión, “lo que necesitamos es que nos quiten la cuña (los obstáculos), para tomar impulso y lograr metas”.